Ultimo adiós a Cholo (José Antonio Amorós)

Corrían los primeros meses del año 1977 cuando tuvimos que irnos del país por causas conocidas.

Y nos fuimos a México, donde conocimos a Cholo, quien estaba con su familia en las mismas que nosotros, comenzar una nueva vida en un país del que poco conocíamos.

El exilio tiene poca prensa y de él quizás poco se ha hablado, pero si bien los que nos fuimos con pareja e hijos, llevábamos parte de nuestra familia, luego se tienden lazos que conforman una nueva familia, la que vamos eligiendo, la que de alguna forma va compensando la ausencia de ese entramado de afectos que dejamos al salir del país.

Y así entró Cholo a nuestras vidas, no solo como amigo sino también un hermano, en especial para mi compañero, Raúl, fallecido muy joven.

Entre trabajo y vida compartida, también el juego los juntaba, eran siempre la pareja desafiante para el truco,

Sé que la muerte de Raúl para él fue muy dolorosa, como lo es hoy para nosotros su partida.

Compartimos muchas cosas, desde las más insignificantes hasta las más sentidas y complejas.

Desde el comienzo, un activo integrante de la colectividad uruguaya en el exilio.

Por muchas razones decidió permanecer en México, Pero era un visitante frecuente de este sur que tanto amaba, disfrutaba en sus venidas con la alegría de un niño, de los encuentros con amigos, los asados, el carnaval, del estadio, ver al equipo tricolor, la selección, recorrer el Este, las playas.

Pero también sus venidas estaban vinculadas a los avances políticos del FA y así estuvo para votar y cuando asumió por primera vez la presidencia el Frente entre otras.

Sus defectos, los dejo para algún enemigo, que seguramente también los tendría. Los grandes generan amores y odios

Quiero con esta nota reconocer y recordar a ese hombre de tantas facetas manifiestas, recto, compañero, solidario, comprometido con su país, con su gente, un padrazo, amoroso con sus amores, amigo de los amigos, confiando en el ser humano siempre, a pesar de muchas decepciones, de una generosidad sin medida, de pensamiento reflexivo y profundo.

Supo del éxito y de la caída, pero siempre enfrentando con dignidad y fortaleza,

Quienes compartimos vida con él, sabemos que nos va a hacer falta, que vamos a extrañar sus trasnoches de trago y conversación, esos cortos silencios en medio de la charla para luego verbalizar algo reflexionado, con la sabiduría que van dando los años y la vida.

Se fue con apenas 62 años. Como pensó mi hija, en algún lugar, se habrá encontrado con su amigo.

Nos dejó el pasado viernes y aún me cuesta imaginar la vida sin él.

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