Si decís 33… “no se vende” el diagnóstico es

En ese clima social sabatino-dominguero típico de las ciudades bien alejadas de Montevideo y luego de una concurrida caminata de casi dos horas por el centro y parte de la periferia más empobrecida de la ciudad de Treinta y Tres, la hermosa Plaza olimareña 19 de Abril recibió con aplausos e indisimulable entusiasmo a la segunda marcha departamental En Defensa de la Tierra y los Bienes Naturales, que llegó con el sol ya puesto y algunos nubarrones amenazantes, al grito estruendoso y enérgico de “¡No se vende, la tierra se defiende!!!”, a eso de las 8 de la noche del sábado 1° de diciembre de 2012.

Salida por segunda vez desde la Sociedad de Fomento ubicada en Villa Sara alrededor de las 6 de la tarde, la marcha congregó a centenares de jinetes y sacrificados caminantes de diversas edades y más diversas extracciones sociales, para unirse en un solo clamor de firme y decidida oposición a la instala-ción de la megaminera “Aratirí”, cuya sola mención en la tierra del Olimar provoca enardecida bronca y un rechazo casi unánime, tal como pudo apreciarse entre quienes aguardaban en la plaza, empilchados con sus mejores telas, cada cual con su cartelito antiaratirí, un mate, un termo y una alegría sana y buyanguera que no pudo empañarse ni con el sonido ensordecedor de las enormes máquinas que pasaban al costado, en retirada del “evento” motoquero auspiciado por la intendencia local en simultaneidad con la movida de claro espíritu artiguista y anticolonialista ya instalado en Treinta y Tres, que le dice a todo el que quiera oir que a orillas del Olimar nadie se resignará al saqueo y al despojo de los que vienen a meter toneladas de explosivos para llevarse lo que la roca oriental aliada con el pueblo, guarda celosamente en sus entrañas para mejor uso que la rapiña de multinacionales que ya han convertido en desierto infecundo buena parte de los territorios europeos y norteamericanos.

La culminación del agite que contó con la presencia de casi un centenar de integrantes de la Asam-blea Nacional Permanente en Defensa de la Tierra y los Bienes Naturales, recientemente conformada en La Paloma (Rocha), llegados desde distintos puntos del país juntando pesito sobre pesito para ban-car el pasaje, se produjo enfrente mismo a las puertas de la Intendencia Municipal olimareña, con una oratoria nada protocolar y más bien improvisada, en la que destacaron las palabras de un veterano pe-queño productor rural de la región, citando un informe hecho por un ingeniero alemán radicado en Uru-guay, en el que prolijamente se describen los daños seguros e irreversibles de la minería a cielo abierto donde sea, al cabo del cual el profesional se pregunta qué es lo que explica que un “gobierno de iz-quierda e inteligente” pueda estar promoviendo y respaldando estos verdaderos disparates que lo único que dejan son destrucción y muy buenos dividendos a los que les importa un comino nuestra soberanía y nuestra autodeterminación popular.

(Hubo una nota en cierto modo de humorada, cuando el referido orador, procurando acentuar el carácter unitario y antisectario de la gente que cada día más se va amalgamando contra el “enemigo común”, como dijo, recurrió a la afirmación de que “aquí no hay caudillos ni partidos políticos, ni lucha de clases”, mientras todo el mundo iba viendo llegar, como al descuido, sin habérselo visto patear durante dos largas y soleadas horas de dura caminata, y acompañado por un camarógrafo de la tevé privada, a un personaje de asiduos pases de partido a partido, que insiste en declararse opuesto a Aratirí como “un ciudadano más”, mientras no rompe filas con los que también se declaran “enemigos de la megaminería” y le votan al gobierno todo lo necesario para que el saqueo llegue a “buen puerto”, que es precisamente el de La Paloma, “modernizado”, por supuesto).

La jornada, puede decirse, fue una delicia de artesanía popular multicolor y policlasista para realizar algo que únicamente sale bien, si prima esa conciencia irrefrenable de que lo que está en juego afecta a todos por igual, y que aunque no dispongamos de aparatos partidarios y mucho “vil metal” como el que se gasta en las campañas electorales, las cosas funcionan y prometen más allá de particularidades y pequeños intereses grupales que sin la gente de a pie reunida y agarrada de la misma bandera, ni pinchan ni cortan.

Para finalizar, el comentario de una vecina olimareña, con más años que la injusticia, que cuando nos íbamos los que habíamos llegado desde Montevideo y Canelones en una carreta a nafta de juntas más gastadas que cepillo de dientes, nos dijo a las risas y con el puño bien en alto, agitando un pañuelo bien rojo sobre el verde nocturno de la 19 de Abril:

“¡Chiquilines, si corrimos a los nazis, ¿cómo no vamos a correr a los piratas hindúes…?”.

La carcajada todavía resuena, y nos volvemos a “la capital” con un pañuelo rojo en la retina y el azul tormentoso de un cielo olimareño que invita a caminar con lluvia, con truenos y si es con sol o una bue-na luna compañera, tanto mejor.

(Alguno de los “infiltrados” en la plaza, tiene que haber informado necesariamente: “No es joda; ¡se la tomaron a pecho, y no van a aflojar, ché!”).

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