Sólos… en la naturaleza misma

Una vez más me pongo hoy a filosofar otro poco para compartir nuevamente algunas reflexiones que tienen que ver con la búsqueda de la esencia de cada uno de nosotros los seres humanos.

Hace un tiempo me referí en cierta medida a esto cuando en otro artículo titulado “el click de tu vida” hablaba de lo que significa buscarse a uno mismo para obtener las respuestas a las clásicas cuestiones: de dónde venimos, quiénes somos y adónde vamos. Y es que en este camino hay un elemento que en mi humilde opinión es interesante y hasta necesario experimentar.

Esto es, el aprender a estar solo con uno mismo. A partir de ahora, al igual que en otras ocasiones voy a hablar desde mis propias vivencias, ya que creo que son las que realmente pueden conducir a las personas a cuestionarse y cambiar. El hecho de elegir tener momentos en soledad me resulta enriquecedor y son varias las ocasiones en las cuales me gusta hacerme tiempo para ello.

Este tiempo puede ser desde un único día a fines de semana o varios días, esto no es lo relevante sino que el punto está en realmente “hacerse el tiempo”, es la mejor manera de conocernos y aprender a valorar y pensar en lo que queremos para nuestras vidas. Muchos de los que están leyendo esto podrán pensar que soy un ermitaño, pero créanme que cuanto más sabemos de nosotros mismos, mejor será nuestra relación con los compañer@s de vida, amigos, familiares y la sociedad toda.

Agrego otro elemento a esta idea, si ese tiempo que uno lo hace más cerca de lo natural y más lejos de la civilización, más enriquecedor aún puede resultar ya que cuando nos dedicamos exclusivamente a nosotros mismos, más fácil es separarse de los conceptos y prejuicios sociales que a veces parecen ser más relevantes que lo que las personas queremos para nosotros mismos.

Propongo entonces una especie de ecuación: cuanto más en lo natural uno elije estar, más auténtico es consigo mismo porque la naturaleza “es natural” y por ende fiel y la vida en sociedad muchas veces nos lleva a todo lo contrario como dejarnos llevar por tradiciones y falacias consumistas que nos desligan de lo que realmente importa si queremos ser felices: lo espiritual.

Recuerdo en una ocasión luego de haberme ido a acampar solo al Valle del Lunarejo, cuando conté sobre la experiencia recibí en general cuestionamientos y “críticas” (y hasta rostros casi preocupados) con comentarios tipo “te sentís bien?”, “ah pero estas como loco!”, “que mierda vas a ir a hacer solo ahí?”. Muchos de ellos lógicamente en buena onda, pero evidentemente casi nadie entendía el simple hecho de haber elegido “querer estar solo”. La realidad es que son pocas las personas con las cuales puedo reflexionar sobre el tema.

Entre ellas recuerdo a dos amigos argentinos que una vez me dijeron algo que me dejó carburando y que varios meses después me llevó a escribir lo que hoy escribo: “la gente cuestiona o no entiende tu decisión porque en realidad cuando vos contás que querés estar solo, se está cuestionando en su interior a sí misma o le da miedo pensar en hacer lo mismo que vos”. Yo creo que no me equivoco si digo que son muchas las personas que día a día llevan una vida mecanizada y alejada de lo espiritual.

Esto significa a mí entender una vida más infeliz, y con esto no quiero decir que por tomarse tiempo para uno se alcanza la felicidad, solo pienso que el hecho de saber estar solo lleva a aprender y saber a disfrutar que es lo que quiere uno en su vida y a su vez como y con quien quiere compartirla.

Invito humildemente entonces a vivir la experiencia de auto conocerse, independientemente de la edad y el momento de su vida en cual uno esté, conectándose más con la naturaleza y desligándose de la civilización… aunque sea de a ratitos.

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