España vs. Argentina

La paja en el ojo ajeno

Juan Carlos I, Cristina Fernández

La actual realidad española parece salida de la imaginación del genial cineasta valenciano Luis García Berlanga. Personajes que entran y salen de escena, diálogos que se superponen y un plano secuencia que se extiende infinitamente, acompañando los vaivenes de protagonistas y secundarios que se mueven como empujados por una fuerza irracional, esgrimiendo cada cual sus propios y casi siempre mezquinos intereses.

La semana que concluye estuvo signada por una serie de episodios que bien podrían -si revistieran alguna gracia- pertenecer al monumental universo berlanguiano, aquel que no era sino el resultado de la  personal observación de la realidad más inmediata. Aún sin Berlanga, aunque quizás influenciados por su forma de ver, algunos españoles han tenido argumento suficiente estos días para -quizás por no llorar- descojonarse de la risa

Al siempre creciente número de desempleados, a la imparable Prima de Riesgo que supera ya todas las previsiones, a los tirones de oreja a los que Europa somete a España, a los tijeretazos en Sanidad y Educación decretados por el gobierno y que como resultado han producido un escandaloso retroceso en las conquistas sociales, y al vasto etcétera de padecimientos; se le sumaron ahora las irresponsabilidades monárquicas, los delirios de un obispo homófobo y la recuperación argentina de la empresa petrolera Repsol-YPF.

La sucesión de acontecimientos fue tan vertiginosa que las noticias se sepultaron unas a otras; cosa que a algunos de sus protagonistas les favoreció notablemente como por ejemplo al alcalde de Santiago de Compostela, Conde Roa (PP), imputado en un presunto delito de evasión fiscal (apenas se olvidó declarar el IVA de la venta de 61 viviendas pertenecientes a una promotora de su propiedad). En este maremágnum informativo también quedó bajo los escombros  el anuncio del Ministro del Interior, José Fernández Díaz, en el que se dió a conocer que a partir de ahora convocar reuniones y/o manifestaciones vía Internet será considerado delito de integración en organización criminal  penalizado con dos años de prisión, algo que a los millones de indignados del país no les ha hecho mucha gracia, ya que esta ley, dicen -y es evidente-, “representa un claro atentado contra los derechos y las libertades ciudadanas”.

La cuestión monárquica ya traía de cabeza a los más acérrimos defensores de esta anacronía. Los desaciertos de la Casa Real eran ya indisimulables, porque al escándalo Urdargarín (Iñaki Urdangarín, Duque de Palma, casado con Cristina de Borbón, hija del los reyes de España, sospechoso de apoderarse de fondos públicos), se le sumó el balazo al pie de Felipe Froilán de Todos los Santos de Marichalar y Borbón (disculpen la longitud pero ese es otro de los inconvenientes de la realeza), hijo de la Infanta Elena y Jaime de Marichalar, nieto del Rey Juan Carlos y la Reina Sofía. En esos días en los que aún había tiempo de subsanar el inminente escándalo institucional que ahora ya incluye pedidos de abdicación, la pregunta del millón fue qué coño estaba haciendo un niño de 13 años con una escopeta cuando la ley dice -y esto debería saberlo hasta la realeza- que eso es un delito grave. Los informativos apenas pudieron mostrar las sonrisas irreales de la Reina Sofía que atinó a explicar que “con los niños siempre pasan estas cosas”; como si la travesura de Froilán hubiese sido subirse a un árbol. Y digo que los informativos “apenas pudieron mostrar” porque para cuando el pequeño Felipe Froilán de Todos los Santos…etc, se encontraba ya a punto de ser dado de alta, el Rey Juan Carlos se parte la cadera en tres pedazos durante una escapada a la selva de Botsuana para entretenerse disparando a elefantes; una práctica habitual del rey de España que tiene un valor de aproximadamente 37 mil Euros que los españoles de a pie, que en su vida verán tanto dinero junto, pagan sin chistar.

En esa instancia saltaron todas las alarmas. Pero no sólo por la salud de su Majestad El Rey que, por lo que  comentan, cada vez que se rompe un hueso le implantan otros de mejor calidad (que para algo es el rey), sino por la verdadera gravedad que se ocultaba en este delicado asunto, gravedad que por obra y gracia de los acontecimientos quedó en parte también sepultada por la mala nueva del “expolio” de Repsol-YPF por parte del gobierno argentino. Y aquí sí que los medios de comunicación y los ciudadanos corrientes pusieron el grito en el cielo, e incluso algunos supieron por fin en dónde quedaba Buenos Aires.

Las portadas de los periódicos españoles del martes 17 de abril ya pasaron a la historia del periodismo gráfico de este país. La Razón, El País, El Mundo, La Vanguardia, el ABC y demás diarios nacionales ponían todo el énfasis en sus titulares, mientras que los editorialistas se encargaban del resto. Argentina pasaba a ser entonces la enemiga acérrima del pueblo español. Y Cristina Fernández de Kirchner poco menos que un demonio viudo y con falda. Los programas de televisión hicieron lo suyo incitando al debate mediante las opiniones de supuestos conocedores del tema. Con imágenes documentales como soporte, algunas cadenas televisivas repasaron la historia reciente argentina. Se calificó la decisión de la presidenta de populista, chavista, golpista; se habló de ingratitud por parte del pueblo argentino, de cobardía, de miserabilidad y un etcétera tan vasto que aún se oye el eco de cada adjetivo. La noticia de lo malos y desagradecidos que somos los argentinos ganó la calle y se convirtió en el principal tema del día. La prensa ya había hecho su trabajo. Había logrado desviar la mirada del adormecido pueblo español hacia otro lado, hacia el lado argentino, excusa inmejorable para esquivar la nefasta realidad de un país que al igual que los cangrejos, camina hacia atrás. Un país que tiene un rey (que no es moco de pavo en pleno Siglo XXI) aficionado a asesinar animales por mera diversión (amén del precio que paga por tamaño capricho) pero que sin embargo cada navidad le dice a su pueblo cómo debe comportarse. Un país con un obispo que considera que la homosexualidad es una enfermedad (por no mencionar otros disparates aún más retrógrados), un país en donde el derecho a la manifestación y al reclamo está considerado delito encarcelable, un país en el que los trabajadores  -los que quedan- ya no tienen más que obligaciones, porque sus derechos -ganados a fuerza de enormes sacrificios- dejaron de existir por decreto; un país cuyos casos de corrupción permanecen impunes ante la nula reacción de la población, un país en el que a diario familias enteras son desahuciadas sin que a nadie le importe un pito, un país que etc, etc, etc.

Aún así, España mira a Argentina. Porque este conflicto de intereses que tanto revuelo ha suscitado, es la vía inmejorable de España para buscar pajas en ojos ajenos, mientras que gigantescos bosques crecen en los suyos propios.

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