EJEMPLO

Mujica: gesto de una fundación

En una columna de julio de 2009 afirmé que don José «Pepe» Mujica, asumiría la Presidencia de Uruguay luego de las elecciones que se celebrarían en el mes de octubre de aquel año; me tacharon de mesiánico y otros simpáticos calificativos. Mujica, hoy, es el dignísimo presidente del Uruguay.

Ahora bien, en el derrotero de su vida en palabra legitimada en acto, don Pepe Mujica utiliza el anacronismo para trazar analogías y en el acto de donar la casa de Punta del Este para ser vendida y de ese modo aportar con los fondos recaudados a la construcción de viviendas para los sin techo, deja de manifiesto que este hombre piensa en el pueblo como sujeto de la historia.

Don «Pepe» instaló, como manifesté desde este medio, un «Estilo Mujica» de hacer política, estilo que debería ser imitado por demasiados políticos y corporaciones económicas.

Fue un emotivo gesto el del presidente, de donar esa residencia en un sitio como es Punta del Este, balneario que proyecta y simboliza todo lo que de frívolo y estúpido tiene este tiempo asimilado a los seres que lo visitan, eunucos anestesiados en la carrera de la fama y el éxito, a cualquier costo.

Entonces, lectores de LA REPÚBLICA, este guiño que ofrece José Mujica, reivindicando con honestidad y ausencia de resentimiento los años de prisión sufridos y asimilados con estoicismo y sabiduría, debieran saber hacerlo suyo los presidentes de la región y del mundo. La basura gráfica que puebla quioscos no da un espacio de honor al gesto de donación; que toda esa prensa basura dedicada a la farándula de putas, empresarios mafiosos y oportunistas sin talento a la vista, otorgue, en un acto de «heroicidad» a tamaño gesto, el espacio que merece.

Con respeto invito a la presidenta Cristina Fernández a tomar el gesto de Mujica y donar las propiedades que parece tener, para los millones de hambreados que viven en la indigencia, sin dignidad ni proyecto de vida…no estaría nada mal, que deje de lado la palabras de discursos reiterados y aplaudidos por una militancia degradada, carente de significancia, y en un acto de desprendimiento dar al pueblo que dice amar lo que jamás ese pueblo alcanzará por vías legales, permaneciendo en estado de pobreza y privaciones hasta de las más elementales. Sobre todo, efectúe la donación en año electoral, en el que Menem anuncia a viva voz: «gana Cristina en primera vuelta».

A Mujica no le agradan las anteojeras ideológicas, le desagradan la intolerancia y la desmesura, en su óptica clave de los errores cometidos en la historia del Uruguay. Opina acerca de lo que sabe, con cierto desenfado, sumado a la sensatez y la intuición de quien «ha vivido» y desde la memoria en acto y con dignidad, le pide al representante de Uruguay en el Mercosur manifieste la oportunidad de saldar la deuda moral que se origina en la sangrienta Guerra de la Triple Alianza, instancia a la que Brasil se niega sistemáticamente, en su posición siempre imperialista de no ceder a propuestas que modifiquen la memoria mal ganada de semejante oprobio como lo fue esta guerra donde Argentina, Brasil y Uruguay por temas demasiado puntuales y fuera de discusión, arrasan la tierra de nuestros hermanos paraguayos, que jamás pudieron sobreponerse a semejante masacre.

Pienso que hasta que no ubiquemos las cosas en su sitio, hacer uso de la memoria de siempre, para poder caminar un sendero de verdad, justicia y fraternidad, como en este acto en que Uruguay instala en la mesa de diálogo, lo que «debe ser» una obligación de las naciones que conformaron la Triple Alianza, ¿de qué podemos hablar? Las heridas aún permanecen y es ético e insoslayable dialogar acerca del tema. La presidenta de Brasil, como manifesté en otra columna de opinión en LA REPÚBLICA, en la visita de Obama, presidente del imperio, no dejó de manifestar el deseo de Brasil de concretar una alianza estratégica con Estados Unidos… Entonces, ¿dónde ubicamos el discurso de Brasil en el Mercosur, cuando intenta negociar con dos banderas?

Pepe Mujica no es negociable, y esta instancia le hace transitar en soledad acciones que se imponen y no pueden ser ya postergadas. Sobran actos en su política internacional, para dejar de lado los ejemplos y acudir a las fuentes de hoy. «…no perdono a la vida desatenta, no perdono a la tierra ni a la nada.» Estas palabras pertenecientes a un texto de Miguel Hernández podrían haber sido escritas por Pepe Mujica; en mayor o menor medida, es coherente en palabra y acción; coincidencia que no es habitual en este incierto tiempo de traiciones y desmesura simulada hacia un capitalismo que está en su cenit. Con una Corte de La Haya donde el ex fiscal argentino Luis María Moreno Ocampo, compañero mío de bachillerato, en un afán desmedido de notoriedad, pide por la cabeza de Kadafi, pero me parece que antes debiera hacerlo por la de Obama, Sarkozy y demás mandatarios que invaden países soberanos en nombre de la democracia occidental y cristiana, perpetrando crímenes de lesa humanidad.

No lo compro a Mujica, no lo vendo, no existe efusión de presentador en esta columna, lo creo necesario y en tiempo, como la vida, surcada en mi persona comprometida con mi tiempo, desde la raíz de ser en esta tierra y el mundo. A un pueblo: el uruguayo y su verdadero y dignísimo representante, don José Mujica presente y vigente, comprometido en la circunstancia histórica de una generación, de un tiempo clave en la historia del país, de la región y del mundo, dedico esta columna de opinión.

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