REGASIFICADORA

Carta abierta de Ramón Méndez, director nacional de Energía, a la Red de Economista de Izquierda

Estimados compañeros,

He leído con mucha atención vuestro análisis sobre la terminal regasificadora que se instalará en Punta Sayago. Antes que nada quisiera agradecerles por debatir en relación a un asunto tan relevante para nuestro país. En esta civilización del zapping, en la que pasamos con gran velocidad de un tema a otro sin detenernos en ninguno, lo que no abunda son los comentarios meditados. Hasta ahora, las escasas opiniones críticas que había leído en relación a al proyecto de la regasificadora se parecían a las cañitas voladoras de las fiestas de fin de año: mucho ruido y gran espectáculo lumínico, pero unos segundos después no queda absolutamente nada más que una inmensa negrura.

La profundidad del análisis realizado por Uds. me invitó a preparar esta respuesta incluyendo nuestros puntos de vista. Es que, en relación a las 4 o 5 ideas centrales de vuestro informe tengo diferencias sustanciales que cambian rotundamente la conclusión final.

Pero antes de hablar de las discrepancias, querría resaltar una coincidencia central: la necesidad de realizar las inversiones necesarias para impulsar el desarrollo de las energías renovables en nuestro país. Es esta, sin duda, la mejor estrategia para aumentar la soberanía energética nacional, independizarnos de la volatilidad de los commodities energéticos, reducir y estabilizar nuestros costos dando certezas para el mediano y largo plazo, y contribuir al cuidado ambiental reduciendo, en particular, las emisiones de gases de efecto invernadero. Pero además, la cadena de las energías renovables permite la transferencia de nuevos conocimientos al país, ayuda a desarrollar nuevas capacidades industriales y, sobre todo, genera miles de puestos de trabajo, permitiendo la capacitación de muchos uruguayos en temas de alto nivel tecnológico.

Las energías renovables y la generación eléctrica

Sin embargo, y aquí comienza mi primer discrepancia profunda con vuestro análisis, ni la energía eólica ni la solar fotovoltaica son gestionables por el hombre. Por el contrario, el recurso natural es altamente variable por lo que no nos brinda la certeza de ofrecernos la energía en el momento requerido por la demanda nacional. Por esta razón, más allá de algunas diferencias en relación a las hipótesis asumidas en vuestro informe sobre la cantidad de energía generada por cada fuente renovable (por ejemplo, supusieron un “rendimiento” de los parques eólicos por encima de la media,

sin considerar además las paradas de mantenimiento), la mayor debilidad de dicho análisis es que realiza una simple suma de la energía total que brinda cada fuente energética a lo largo de todo el año mientras que lo necesario es realizar un análisis hora a hora y, a veces (sobre todo cuando se cuenta con un sistema con un alto porcentaje de energía eólica, como tendrá nuestro país) con un paso horario de sólo 10 minutos. En otras palabras, más allá de que en el promedio del año podamos contar con abundante cantidad de electricidad de origen eólico y/o solar, ¿con qué fuente garantizamos el abastecimiento de la demanda los días nublados y sin viento? Si me permiten la licencia de parafrasear vuestro informe, coincido en que “lo único previsible a mediano y largo plazo es que el sol seguirá brillando y que el viento seguirá soplando”. La única dificultad es que no siempre el sol brilla ni el viento sopla a la hora en que los necesitamos…

Lo expuesto en el párrafo anterior es una de las principales razones (hay muchas otras, claro; pero esta es una de las más esgrimidas) por las cuales, las energías renovables no han logrado cubrir más del 15% de la matriz energética primaria mundial. Recordemos que Europa se plantea como gran meta alcanzar un 20% de su matriz energética en base a renovables para el 2020. Y recordemos también que, con la incorporación de energía eólica, energía solar, energía a partir de residuos de biomasa y los biocombustibles, además de la hidráulica, nuestro país será uno de los primeros en superar la barrera de 50% de energías renovables en su matriz de abastecimiento global, y más del 90% en su matriz de generación eléctrica, en años de lluvias medias.

Una de las razones por las que Uruguay podrá alcanzar un porcentaje de energías renovables por encima de la media, en particular en el sector eléctrico, es la gran cantidad de potencia hidráulica instalada. El agua, a diferencia del viento y el sol, sí puede acumularse, por lo que la gestión conjunta del viento, el sol y el agua permitirá brindar una importante firmeza a nuestro sistema energético futuro. Pero, lamentablemente, esta firmeza también tiene un límite dado que, si bien podemos reservar agua en nuestras represas, no podemos hacer que llueva. En años secos, durante semanas, no resulta posible disponer de más de un centenar de MW de generación hídrica, a pesar de que tenemos 1550 MW de potencia hidráulica instalada. ¿Cómo garantizar la energía necesaria los días nublados y sin viento… durante un año seco?

Los sistemas energéticos de un país y, en particular, los eléctricos, exigen contar con la infraestructura necesaria para hacer frente a la demanda ante cualquier circunstancia. No sólo en las mejores condiciones y ni siquiera para las situaciones o los años “promedio”. También para los días nublados y sin viento durante los años de pocas lluvias. Esto resulta particularmente relevante en nuestro país, debido a la alta incidencia del fenómeno de El Niño – La Niña, pero mucho más dado que hemos resuelto instalar altísimos porcentajes de generación eléctrica de origen eólico. Para

complicar las cosas, ni siquiera las más elaboradas herramientas de la ciencia meteorológica actual nos permiten prever con un grado de certeza lo que va a acontecer en un lapso mayor a 15 días, por lo que todos los análisis de futuro que superan esa ventana de tiempo son meramente probabilísticos.

Esto me permite mostrar en qué consiste la debilidad de vuestra estimación. Uds. analizan lo que sucedería en los próximos años considerando siempre un “año de lluvias medias”. Cuando Uds. mencionan 6800 GWh de energía hidráulica por año, en realidad se refieren a “un año de lluvias medias”, o al promedio de varios años. Pero en algunos años particularmente secos la cantidad de energía generada en nuestras represas puede llegar a ser la mitad de dicho número. ¿De dónde obtendríamos 3000 GWh de energía hidráulica faltante en un año seco, como ocurrió en 2006? La respuesta no vendrá de la generación eólica, solar o la biomasa porque esas “ya las incluimos en la cuenta”. Para estos años, se precisa otra forma de generación “gestionable”, es decir, que pueda encenderse y apagarse por mera voluntad humana, como forma de garantizar que, ante cualquier circunstancia, la generación de electricidad acompaña adecuadamente las variaciones horarias de la demanda.

Esta generación gestionable es de origen térmico en todo el mundo. De hecho, un poco más del 80% de la generación eléctrica en el mundo es de origen térmico, ya sea en base a gas natural, carbón, derivados de petróleo o nuclear y, esencialmente, sólo las máquinas que utilizan como combustible derivados de petróleo o gas natural pueden ser fácilmente “gestionables”.1

Los párrafos anteriores muestran que, si queremos garantizar el abastecimiento de la demanda de energía eléctrica del país, resulta imperioso tener en cuenta no sólo la variabilidad horaria de cada una de las fuentes sino la probabilidad de ocurrencia de años secos, en función de las crónicas pluviométricas que conocemos de los últimos 100 años de registros meteorológicos. Esto se logra mediante complejos modelos matemáticos-informáticos-energéticos de simulación probabilística, cuyo manejo lleva meses de entrenamiento. Estos modelos tienen tal relevancia a la hora de tomar las decisiones (desde la definición del plan de expansión de largo plazo del sistema de generación nacional hasta la decisión semanal, o incluso horaria, de cuáles son los generadores que es necesario utilizar en cada momento para satisfacer la demanda global del país), que un Decreto indica cuál es el organismo encargado de definir el “modelo oficial” que debe considerarse. Hoy en día nos encontramos en una etapa de transición entre un modelo desarrollado en la década del 70 por la empresa francesa EDF a uno diseñado por un conjunto de expertos de la Facultad de Ingeniería de la Universidad de la República, el cual es manejado ya por varias decenas de ingenieros y economistas de UTE, de la Dirección Nacional de Energía y de ADME, además de la propia Facultad de Ingeniería. Esta transformación del modelo de simulación es un paso más hacia la soberanía energética de nuestro país.

Como consecuencia de todo lo anterior, debido a esta imprevisibilidad de la pluviometría en Uruguay, todas las previsiones energéticas son probabilísticas. No podemos hablar de números exactos sino de un valor esperado, fruto de la combinación de escenarios pluviométricos esperables, cada uno de ellos con su correspondiente peso estadístico.

Como consecuencia de lo anterior, cuando uno realiza el análisis del sistema eléctrico uruguayo de manera completa, se obtienen resultados sustancialmente diferentes a los que surgen de vuestro documento. De hecho, se obtienen dos diferencias significativas.

La primera es que, aún en un año de lluvias medias, para tener en cuenta la alta variabilidad del recurso eólico, se necesitará contar con generación gestionable por el hombre. El modelo de simulación diaria muestra que, a pesar de la alta incorporación de energía eólica, del uso de toda la generación disponible utilizando biomasa y del comienzo de la generación fotovoltaica, además de la electricidad de fuente hídrica, aún en un año de lluvias medias se precisará cerca de 700 GWh térmicos en 2015, y este número crecerá hasta casi triplicarse hacia 2030. En otras palabras, no se concluye que recién se precise el gas natural a partir del año 2020, como señala vuestro informe, sino que el mismo se precisa ya desde el 2015.

Pero la segunda diferencia es mucho más significativa. En años muy secos la necesidad de generación térmica puede llegar a trepar hasta casi 4000 GWh anuales durante los primeros años posteriores al 2015, un número significativamente mayor a medida que transcurre el tiempo. En dichos años secos, asumiendo la diferencia de precios actual entre la generación con gas natural y la generación con gasoil (más adelante también discutiré esta hipótesis), la diferencia entre contar o no contar con gas natural supera 400 millones de dólares en un solo año2. Es decir, en dichos años, si contamos con gas natural para generar reducimos en 400 millones de dólares el costo país, sólo para el sector eléctrico.

Por dicha razón, cuando se calcula el valor esperado del beneficio bruto de la participación del gas natural en la matriz de generación eléctrica por sustitución de gasoil (fruto de la ponderación estadística de todos los años, los secos, los medios y los húmedos), la reducción en el costo de generación de electricidad en Uruguay para los próximos 20 años3 es del orden de 1000 millones de dólares4. Naturalmente, este número depende de las hipótesis con las que se diseñe el escenario energético para las próximas dos décadas, por lo que este valor puede variar en realidad entre 800 y 1300 millones. Un resumen del análisis económico de dichos escenarios se encuentra en el documento “Beneficios económicos de la Terminal Regasificadora de Punta Sayago”, disponible en la página web de la Dirección Nacional de Energía5.

Más adelante analizaré los costos de la terminal regasificadora y de toda la infraestructura necesaria para contar con gas natural en nuestro país, mostrando que estos son claramente inferiores a los beneficios brutos generados por la penetración del gas natural en Uruguay. Sin embargo, no quiero dejar de mencionar que en vuestro informe señalan que “la infraestructura para utilizar los combustibles líquidos ya existe (refinería y oleoductos) y está ampliamente amortizada”. Esto no es así. Desde hace años el combustible para las plantas de generación térmica de UTE es importado y ya hemos llegado al límite logístico (en particular, muelles y demás infraestructura para la descarga de derivados) como para seguir ampliando la capacidad de generación en base a gasoil y/o fueloil. Si siguiéramos por dicho camino sería necesario ampliar fuertemente la infraestructura existente, con un costo de varios cientos de millones de dólares. 6

Corresponde concluir entonces que, realizando un análisis completo del sistema eléctrico nacional y de su expansión prevista, aún considerando la importante introducción de energías renovables en nuestra matriz eléctrica, o más precisamente para poder garantizar la introducción de esos altos porcentajes, el uso del gas natural permite reducir fuertemente los costos de generación eléctrica en Uruguay.

La evolución del precio del gas natural

Paso a referirme entonces al segundo punto de discrepancia con vuestro informe. Uds. citan una frase del economista uruguayo Fernando Etchevers que afirma que el gas natural alcanzará rápidamente un precio equivalente al del petróleo, por lo que la diferencia de costo de generación eléctrica entre ambos combustibles se diluiría en el tiempo. Dicha afirmación contradice la totalidad de los informes internacionales disponibles, oponiéndose a la opinión de todos los expertos que hemos consultado y leído en los últimos años. En efecto, la literatura técnica muestra con claridad al menos dos hechos incontrastables.

El primero es que, si uno compara la evolución pasada del precio del petróleo y del gas natural, si bien este último acompaña las variaciones del primero, se mantiene sistemáticamente por debajo. Más aún, las variaciones relativas de los precios del gas natural son significativamente menores que las del crudo. Los datos publicados, por ejemplo, en los informes anuales de la Agencia Internacional de la Energía, que se reproducen aquí abajo, describen dicho comportamiento. Las gráficas muestran que, cuando el precio del petróleo se ha disparado (por ejemplo, multiplicando su valor por 7, desde los valores históricos de la década del 90 de 20 dólares por barril, a los 140 dólares del pico del 2008), el precio del gas natural ha crecido mucho menos (multiplicación del precio por 3, en el mismo período, incluso para el precio del gas en Japón). Es decir, por la mayor abundancia de reservorios, entre otras razones, el mercado del gas natural es mucho menos volátil que el del petróleo. Lo mismo sucede con el carbón.

El segundo hecho incontrastable es que el análisis comparativo de los reservorios mundiales de gas natural y de petróleo permite concluir que la tendencia esperada es precisamente la opuesta de la señalada en vuestro informe. En efecto, mientras que nos estamos aproximando al pico del petróleo (varios analistas entienden que ya estamos en él) y hace ya más de una década no se descubren nuevos “mega yacimientos” de petróleo, en cambio, el descubrimiento del gas no convencional ha permitido al menos duplicar las reservas mundiales de gas natural. Mientras que las reservas mundiales de petróleo podrán satisfacer las necesidades energéticas mundiales por sólo 3 o 4 décadas, con petróleo cada vez más difícil de extraer y por lo tanto más caro, las reservas de gas natural aumentan día a día y ya tendríamos gas asegurado hasta el final del siglo.

Por ambas razones, la tendencia universalmente aceptada es que el precio del gas natural continuará manteniéndose por debajo del precio del crudo e incluso disminuirá su relación de precios con él. La siguiente gráfica muestra lo que opina en relación al tema quienes son sin duda los mayores especialistas mundiales sobre al mercado del gas natural licuado, los japoneses. Este estudio de prospectiva de precios, realizado por el Institute of Energy Economics de Japon concluye que, mientras que el precio del crudo continuará creciendo, en los próximos 20 años el precio del gas natural licuado se mantendrá en los valores actuales e incluso descenderá, desacoplándose totalmente del valor del petróleo.

El análisis más detallado de la cita del economista Etchevers en relación al precio futuro del gas natural que Uds. incluyen en vuestro documento, la toman por válida y la utilizan en vuestro análisis, permite intuir el origen de su predicción la cual, como mostramos, resulta opuesta a la de los expertos mundiales en este asunto. En efecto, el Ec. Etchevers basa su análisis en que el gas natural “se transforma en un sustituto cada vez más perfecto del petróleo”.

Sin embargo, esto, claramente contradice la realidad. Hoy en día, el petróleo ya casi no se utiliza en el mundo para generación eléctrica, habiendo pasado del 24% de la matriz eléctrica mundial (en 1973) al 4% (hoy en día); su utilización para generar electricidad se concentra en algunos países productores de petróleo, fundamentalmente los árabes, y en países muy pobres de América Central y África. Por lo tanto, casi no hay margen para una “sustitución” de petróleo por gas en el sector eléctrico. A lo largo de las últimas décadas, el uso energético del petróleo se ha concentrado cada vez más en el sector del transporte. Sin embargo, ningún análisis prevé que el sustituto global para los derivados del petróleo en dicho sector sea el gas natural. En el mundo se está trabajando en dos direcciones: la electrificación del transporte y la incorporación de las celdas de combustible, fundamentalmente en base a hidrógeno. En el transporte, a escala mundial, el gas natural, al igual que los biocombustibles, serán sólo un complemento menor de las nuevas tecnologías eléctricas y con celdas de combustible y nunca un “sustituto perfecto”. Esa es la razón por la cual los mercados del gas natural y del petróleo continuarán desacoplándose.

¿Argentina como proveedor del gas natural?

Ahora bien, una vez que hemos mostrado las razones por las cuales nuestro país continuará necesitando por al menos un par de décadas generación térmica gestionable y que, para esto, se espera que el gas natural provea costos notoriamente inferiores a los del petróleo, corresponde preguntarse cuál podría ser el origen del gas natural a utilizar para generación eléctrica en Uruguay.

Y aquí surge un tercer elemento en el que marcamos una notoria distancia con vuestro informe. Uds. anuncian que en apenas 3 a 5 años Argentina volvería a transformarse en un exportador de gas natural. No se menciona el origen de dicha estimación, pero lo que es claro es que vuestra afirmación contradice fuertemente hasta las expectativas del propio gobierno argentino.

Argentina posee el segundo mayor reservorio de gas no convencional del mundo. Sin embargo, identificar una reserva no es lo mismo que explotar los yacimientos. En una extensión como “Vaca Muerta”, de 30000 km2, utilizando la técnica del fracking sería necesario realizar decenas o cientos de miles de pozos. Para esto se requieren cuantiosas inversiones, estimadas por diversas fuentes en varias decenas de miles de millones de dólares, de manera continua, a lo largo de no menos de una década. El único hecho objetivo es que, más de un año después de la re-estatización de YPF, se acaba de lograr la firma del primer contrato de asociación con la empresa Chevron, por un monto de apenas 1240 millones de dólares, lo que permitirá realizar sólo 100 pozos en un “piloto”. Pero si se quisiera pasar a la “segunda fase”, será necesario realizar unos 1500 pozos. De avanzarse en un futuro a esta segunda etapa, se podría, no antes de 2017, extraer hasta 3 millones de metros cúbicos diarios de gas natural, equivalente al 2% del consumo argentino. Y esto cubre sólo una zona de 20 km2, menos del 0.1% del total de Vaca Muerta7. Este acuerdo da una idea del volumen de trabajo, del tiempo requerido y de las cuantiosas inversiones que necesita realizar nuestro vecino para poder apropiarse de sus recursos gasíferos.

Mientras tanto, en los meses de invierno el faltante de gas natural en Argentina alcanza picos de 40 millones de metros cúbicos diarios y, por ahora, lejos de comenzar a disminuir, el promedio del faltante diario crece en 5 millones de metros cúbicos cada año.

Por estas razones, si bien resulta incierto saber en qué momento Argentina conseguirá los recursos necesarios para comenzar a realizar las inversiones que le permitan explotar sus cuantiosos yacimientos y, en algún momento en el futuro, dejar de importar gas natural, sólo puede afirmarse que esto no debería ocurrir en menos de 10 años.

Sin embargo, aún en el caso de que Argentina consiguiera en dicho plazo dejar de importar gas y volver a convertirse en un exportador, ¿resulta estratégicamente conveniente volver a depender de un único proveedor? Tener una puerta de ingreso a gas extraregional nos permitiría negociar mucho más adecuadamente con nuestro vecino un precio de conveniencia para el gas que eventualmente podría vendernos en el futuro.

No visualizamos, por lo tanto, ninguna posibilidad para garantizar el abastecimiento de gas natural en nuestro país más que instalar una terminal que nos permita importar gas extra regional. Recordemos que hay más de 20 países que exportan gas natural licuado, y muchos otros que lo están analizando, como Venezuela.

En este sentido, un tema que me parece oportuno aclarar es que no resulta imaginable una colisión entre este proyecto de la terminal regasificadora y la búsqueda de gas y petróleo en nuestra plataforma marítima. Lejos de significar una colisión, la terminal regasificadora facilitaría y potenciaría la introducción de gas natural proveniente de nuestro mar territorial.

En efecto, dado que el eventual gas natural uruguayo se encontraría a grandes profundidades y lejos de la costa, la tecnología más rentable para su extracción pasaría por una licuefacción del gas en la plataforma marítima flotante para su envío a tierra en barco como gas licuado (ya sea hacia nuestro país o para su exportación). La terminal, por lo tanto, cumpliría la misma función de almacenamiento y regasificación de gas natural licuado, sólo que el mismo provendría de apenas un par de centenares de kilómetros, desde nuestro propio territorio.

Los aspectos ambientales

Mi siguiente punto de discrepancia con vuestro informe tiene que ver con las consideraciones ambientales. Este proyecto tiene un fortísimo contenido ambiental dado que no sólo permite hacer posible la introducción de energías renovables, sino que, al hacer desaparecer el gasoil de la matriz de generación eléctrica uruguaya, reduce de manera directa el impacto ambiental del sector energético nacional. En efecto, la generación térmica en base a petróleo es sustancialmente más contaminante que cuando se utiliza gas natural, y esto por varias razones. En primer lugar, la quema de derivados de petróleo produce mayores niveles de material particulado, así como óxidos de azufre y de nitrógeno que el gas natural. En segundo término, como las máquinas térmicas funcionan de manera más eficiente con gas natural que con gasoil, se gasta menos combustible y por ende se contamina menos. Y en tercer lugar, el gas natural es el combustible fósil que genera menos emisiones de gases de efecto invernadero, en media la mitad de las emisiones que genera la combustión de los derivados de petróleo.

Ninguna de estas consideraciones figura en vuestro análisis. Por el contrario, la alternativa que proponen a la terminal regasificadora es incrementar el uso de los derivados de petróleo en nuestra matriz de generación eléctrica como complemento de las renovables. Esto no haría más que empeorar el impacto ambiental de nuestro sector energético, en lugar de disminuirlo.

El gas natural más allá del sector eléctrico

Cambiando ahora el punto de mira, deseo plantearles una diferencia bastante más profunda en relación a vuestro análisis. Vuestro informe se basa casi exclusivamente en el sector eléctrico, mientras que el gas natural es el más dúctil de los energéticos tradicionales, dado que tiene diversos usos en el hogar (para cocinar, calentar agua y/o calefaccionarse), así como en la industria e incluso, como señalamos más arriba, puede complementar la matriz energética para el transporte. De hecho, el gas natural es el energético tradicional que más crece en el mundo, desplazando paulatinamente al petróleo, el carbón y el uranio. Hoy en día, el gas natural ha superado ya el 25% en la matriz energética primaria mundial global, tanto en el sector eléctrico como fuera de él. Mientras tanto, en Uruguay, su participación en la matriz energética primaria no supera el 2%. Hoy, sólo 55000 hogares poseen gas natural y existe un conjunto importante de industrias (comenzando por la misma refinería de la Teja) que cuentan con la posibilidad de utilizar dicho energético (diversas industrias han realizado incluso en el pasado las inversiones necesarias para posibilitar su uso) pero que no pueden hacerlo sólo porque nuestro país no consigue importarlo.

La terminal regasificadora permitirá introducir en Uruguay gas natural para el sector no-eléctrico a un costo no superior a los 15 dólares por millón de BTU. Esto incluye no sólo el costo de importación de gas natural licuado sino el costo de regasificación, es decir, la cuota parte del pago del canon por la escollera y el barco, del repago del dragado, del gasoducto de interconexión y de todas las demás obras de infraestructura necesarias para introducir el gas natural en nuestro país. Esto representa una reducción del orden de 10 dólares por millón de BTU en relación al precio al que ingresa hoy el gas natural proveniente de Argentina. Para tener una idea del impacto que esta reducción de costos tiene sobre el bolsillo de los uruguayos y sobre la competitividad de nuestras empresas, basta señalar que sólo la reducción de costo energético para los 55000 hogares que hoy consumen gas natural supera los 24 millones de dólares anuales.8 Esto muestra la magnitud del ahorro país que puede alcanzarse con una introducción masiva de este energético.

La terminal regasificadora y las empresas públicas

Y con esto llego al último punto de discrepancia en relación a vuestra mirada sobre la terminal regasificadora. El mismo tiene que ver con la amplitud del proyecto de la regasificadora y el rol de las empresas públicas. El informe “Beneficios económicos de la Terminal Regasificadora de Punta Sayago”, disponible en la página web de la Dirección Nacional de Energía y citado más arriba, muestra que, considerando solamente los beneficios brutos que aporta la terminal para las cuentas de las dos empresas energéticas estatales, sumado a los beneficios para los usuarios actuales del limitadísimo sector gasífero nacional y al aumento de la recaudación fiscal, los mismos superan ampliamente los costos totales del proyecto, bajo cualquier escenario, proyectándose beneficios netos (beneficios brutos menos costos) que podrían superar los 1000 millones de dólares9. Naturalmente, cuando consideramos los costos incluimos no sólo el valor del canon sino también el repago del dragado para la apertura del nuevo canal, del gasoducto de interconexión con el existente, así como de toda otra obra de infraestructura y los costos de operación de la terminal. Todo eso está incluido en los 1125 millones de dólares de Valor Presente Neto del costo total del proyecto.

Pero lo que resulta mucho más significativo es el impacto global que esta infraestructura aporta al desarrollo del país, lo cual no está incluido en la cuenta citada en el párrafo anterior. En efecto, en el documento señalado se realiza una mirada global del proyecto en el que se describen, aunque no se cuantifican, no sólo los beneficios generados por la introducción del gas natural en Uruguay sino los beneficios para el resto del país. En particular, se pone de manifiesto los beneficios de posibles negocios energéticos nuevos como la venta de gas natural licuado para bunker, la eventual instalación de una terminal energética para descarga de derivados de petróleo o incluso de crudo al amparo de la nueva escollera, la posibilidad de comercialización de servicios de muellaje o abrigo, etc.. Pero fundamentalmente, el proyecto de la terminal regasificadora aportará una importante obra de abrigo (dos veces mayor que la actual escollera Sarandí) y la apertura de un nuevo canal de gran profundidad, que posibilitan un eventual desarrollo portuario que permitiría ampliar en un futuro el actual puerto de Montevideo. En otras palabras, nuestras dos grandes empresas públicas energéticas permitirán aportar una infraestructura con la que nuestro país no contaba, dejando una escollera cuyo valor alcanza los 500 millones de dólares y que sobrevivirá al proyecto de la terminal regasificadora en no menos de un siglo. Asimismo, esta inversión permitirá generar miles de puestos de trabajo en el país a partir del desarrollo de la cadena del gas natural, un sector energético casi sin desarrollo en Uruguay.

Será esta una gran contribución de nuestras dos empresas energéticas estatales, las cuales han pasado de una situación de gran debilidad, en años recientes, a un presente en el cual invierten en conjunto varios miles de millones de dólares en apenas un período de gobierno, multiplicando por cerca de 100 las inversiones en infraestructura de períodos anteriores. No teman por lo que este proyecto en particular pueda causar a las arcas de UTE y ANCAP: el canon anual que deben pagar por todo concepto equivale apenas a lo que recaudan en sólo 9 días. Es que el sector energético mueve mucho dinero y cuando éste es utilizado de manera estratégica por las empresas públicas puede producir cambios relevantes en el país.

Estimados compañeros, en suma, espero que estas líneas hayan servido para mostrar que este proyecto servirá para posibilitar la fuerte introducción de energías renovables que estamos realizando, disminuir los costos energéticos globales del país (tanto para las empresas UTE y ANCAP como directamente para los bolsillos de los uruguayos y la competitividad de las empresas), disminuir el impacto ambiental del sector energético, dejar una importante infraestructura portuaria para las futuras generaciones, generar nuevos puestos de trabajo, etc.

Este proyecto no apunta a una empresa o un modelo de desarrollo particular, sino a permitir que nuestro país pueda seguir creciendo sin limitaciones energéticas y a costos adecuados. ¿Para qué querremos utilizar dicha energía y cuál es el modelo de desarrollo que queremos para el futuro de nuestro país?; esa es otra discusión.

La política energética y el papel del Estado

Antes de terminar, no quiero dejar de referirme a un cuestionamiento general de vuestro documento a la política energética vigente, aunque trasciende al proyecto específico de la regasificadora. Los gobiernos del Frente Amplio definieron y están ejecutando, por primera vez en la historia de nuestro país, una política energética global, apuntando a los próximos 20 años, con una mirada multidimensional que incluye elementos económicos y tecnológicos, pero también ambientales, culturales, éticos y sociales. Uno de sus 4 ejes estratégicos, el que define el rol de los actores, plantea con claridad que se trata de una política pública, definida, conducida y coordinada por el Poder Ejecutivo, en la que las dos empresas públicas UTE y ANCAP son el “instrumento principal” para la aplicación de dicha política.

Dos hechos muestran con claridad este cambio histórico. En primer lugar, el fortalecimiento de la autoridad nacional en materia energética, la Dirección Nacional de Energía del Ministerio de Industria, Energía y Minería, que por primera vez en la historia de nuestro país cuenta con funciones definidas por ley y con el presupuesto y los recursos humanos necesarios para cumplir su mandato legal. Y en segundo lugar, el fortalecimiento de las empresas públicas UTE y ANCAP, con presupuestos para inversiones propias desconocidos en la historia uruguaya de los últimos 50 años.

En este contexto, los dos gobiernos del Frente Amplio están conduciendo una profunda transformación energética que apunta, como ya señalamos, al aumento de la soberanía nacional, reduciendo y estabilizando costos, mediante la incorporación de energéticos autóctonos, promoviendo un uso más eficiente de la energía e impulsando el acceso adecuado a la energía para todos los uruguayos como un derecho humano en nuestro país.

Pero tal vez, el elemento más removedor de este cambio es el hecho de poner al sector energético nacional al servicio de una transformación productiva y social del país. En este sentido, la política energética no es solamente un medio para proveer de energía sustentable y soberana a todos los uruguayos sino también un instrumento para promover la generación de capacidades locales y la inclusión social. En los últimos 8 años, a partir de la transformación energética, se han creado o potenciado muy fuertemente decenas de empresas nuevas, se han desarrollado capacidades industriales que el país no tenía, se han generado miles de nuevos puestos de trabajo, se ha capacitado a miles de trabajadores (sólo en el proyecto de remodelación de la refinería se capacitaron en planta más de 1200 trabajadores que comenzaron la obra como obreros y la culminaron como sub-oficiales, o sub-oficiales que culminaron como oficiales). Se ha derramado sobre la economía nacional cientos de millones de dólares; por citar sólo un ejemplo, de los cerca de 2000 millones de dólares de inversiones en energía eólica, más de 500 son directamente volcados a empresas y trabajadores locales. Estos son hechos incontrastables.

Esta profunda transformación exigió muchos miles de millones de dólares de inversión. El desafío era lograr en unos pocos años los cambios que el país necesitaba. Y se logró: 2000 millones de dólares de inversión en generación eólica, 400 en plantas de biomasa, 800 millones en generación térmica (Punta del Tigre, motores, ciclo combinado), varios cientos de millones en mejoras de las líneas de transmisión y distribución eléctrica, más de 300 en la nueva línea de interconexión con Brasil y la conversora de frecuencia, más de 300 millones en la remodelación de la refinería, cerca de 200 millones en plantas de producción de biocombustibles, casi 2000 millones en prospección petrolera y gasífera, cerca de 1000 millones en la terminal de regasificación, por citar sólo las de mayor monto. Son cifras absolutamente desconocidas para nuestro país, que no tienen correlato en ningún otro momento de su historia.

Todo esto se logró, como se mencionaba más arriba, gracias a un enorme esfuerzo fiscal definido por el gobierno. En apenas 7 años, las empresas públicas energéticas contaron con un espacio fiscal equivalente al 15% de lo que era el PBI anual de todo el país al comienzo del gobierno de Tabaré. Se trataba de inversiones, no de gastos, pero como es de vuestro conocimiento las empresas públicas no pueden amortizar sus inversiones a lo largo de los años sino que tienen que contabilizar el 100% como un gasto el año en que se realizan, ocupando espacio fiscal dicho año.

Pero este esfuerzo fiscal no era suficiente para la magnitud de la transformación que queríamos realizar. El sector privado aportó no solamente financiación por fuera de la línea fiscal, sino experiencia en sectores en los que la misma no existía en nuestro país. En particular, en materia de generación eléctrica, las inversiones necesarias eran cuantiosas. Mientras que entre 1991 y 2006 no se instaló ni un solo MW nuevo de generación eléctrica, desde 2006 hasta 2016 se instalarán más de 2300 MW, por una inversión total estimada en 3200 millones de dólares. Estas inversiones son compartidas: UTE aportará cerca de 300 MW de parques eólicos y 800 MW de generación en base a gas natural, mientras que el sector privado, atomizado en plantas de no más de 50 MW, aportará cerca de 1000 MW de eólica y un poco menos de 200 MW de biomasa (UTE tendría serias dificultades para instalar plantas de biomasa de su propiedad porque no tiene residuos de biomasa propios. En cambio, el emprendimiento de ALUR de Bella Unión, generando electricidad a partir del bagazo de caña, proporciona un testigo estatal para el conocimiento del negocio).

En este marco, los gobiernos del Frente Amplio fueron extremadamente selectivos en relación a las condiciones en las que el sector privado intervino en la generación de electricidad. Se estableció por Decreto, en primer lugar, el sector de generación y la tecnología que se quería promover, minimizando los riesgos. Pero también se definió por Decreto el marco para la participación privada, incluyendo desde las condiciones del contrato (la duración, la paramétrica con la que se actualizará el precio a lo largo de los años y, en ocasiones, hasta el precio al que UTE compraría la energía), hasta los requisitos de participación local (se establecieron porcentajes mínimos de participación nacional en las inversiones, la necesidad de que un altísimo porcentaje del personal fuera uruguayo, la exigencia de capacitar y transferir conocimientos a técnicos nacionales, etc.).

Para nosotros esta es una política pública que incrementa la soberanía nacional, porque nos permite apropiarnos de nuestros recursos autóctonos para ser utilizados

por nuestros compatriotas, evita la exportación de divisas, nos independiza de la variabilidad de los commodities energéticos, pero también transfiere conocimiento al país, derrama sobre la economía y genera nuevos puestos de trabajo; y todo ello en las áreas y bajo las modalidades resueltas por el Poder Ejecutivo.

Reciban un fraternal abrazo,

Ramón Méndez

1 Una máquina térmica usando biomasa como combustible también puede permitir una generación gestionable, pero en nuestro país ya estamos llegando al límite de generación a partir de biomasa a precios mínimamente competitivos

2 El costo variable de generación de Punta del Tigre de esta semana es de 230 dólares por MWh, mientras que sería de 130 dólares si se contara con gas natural a 15 dólares por millón de BTU

3 En vuestro informe señalan que la inversión es por 30 años, cuando en realidad el repago de los activos fijos de la regasificasdora (escollera, muelles, etc) se realiza en sólo 15 (luego de dicho plazo los activos pasan a ser propiedad de UTE y ANCAP) y el barco regasificador arrendado permanecerá por 5 años más, hasta un total de 20

4 El Valor Presente Neto del beneficio bruto fue calculado con una tasa de descuento del 10%, con valor presente a mayo de 2013. Dado que el Valor Presente Neto de los costos de la terminal regasificadora y toda la infraestructura asociada fueron calculados con la misma tasa, el signo del beneficio neto (beneficio bruto menos costos) del proyecto naturalmente no cambia si se considera otra tasa.

5 //www.dne.gub.uy/noticias

6 Un proceso competitivo que ha realizado ANCAP este año para analizar la ampliación de su capacidad de recepción y almacenamiento de derivados de petróleo arrojó ofertas de entre 150 y 300 millones de dólares de inversión

7 El comunicado de prensa de YPF describiendo los detalles del acuerdo con Chevron puede leerse en: //www.ypf.com/YPFHoy/YPFSalaPrensa/Paginas/Home.aspx#

8 Suponiendo 10 dólares de reducción de costo por millón de BTU sobre una venta total promedio de 170 mil metros cúbicos diarios de gas natural (1 millón de BTU es el poder calorífico contenido en 26 metros cúbicos de gas)

9 Como se señala en el documento, estos números refieren al Valor Presente Neto de los costos totales y los beneficios, con una tasa de descuento del 10%. Utilizando tasas de descuento menores este beneficio neto sería mayor

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