Este refugio para perros en Brasil solo emplea a personas sin hogar que aman a los animales
Glenn y su pareja encontraron a Mabel, una maltrecha perrita en una calle de Río de Janeiro. Pero tenían muchos perros y no había más espacio. Afortunadamente eso fue el inicio del refugio que fundarían y que le da además trabajo a personas en situación de calle.
Mabel venía preñada. Era un problema porque en casa Glenn y su familia tenían más de 20 canes. Por dicha, y tras unas pocas gestiones en redes sociales le consiguieron casa en Estados Unidos a cuatro de sus crías.
Sin embargo, para este refugio de perros vendría un cambio de enfoque que involucraría ayudar a otro grupo vulnerado por la sociedad: personas en situación de calle. El creciente porcentaje de indigencia en Río de Janeiro motivó a Glenn Greenwald y David Miranda a abrir las puertas a estos ciudadanos para que compartan, convivan con los perros se ayuden mutuamente a sentirse mejor.
Algunos indigentes vienen al refugio con sus propios perros, los cuales son sus compañeros y amigos inseparables en la calle.
El sociólogo Leslie Irvine, de la Universidad de Colorado, pasó un largo tiempo investigando este proyecto y su disertación se basó en la idea de colaboración entre indigentes y perros callejeros; incluso escribió un libro titulado «Mi perro siempre come primero».
Toda la idea se basa en un objetivo: ayudar a tantas personas y animales sin hogar como puedan. El director del centro, Francisco David, un entusiasta y amante de los animales contrató a dos chicos de la calle, Wallace y Lucas, que tenían un cachorro enfermo que no iban a dejar por nada del mundo.
Lucas comenzó a trabajar con Francisco y el dinero que ganó lo llevó a conseguir un buen departamento y un buen comienzo de su nueva vida. El refugio ahora se ha asociado con la ONG CREAS y sirve como un paso de las personas en rehabilitación hacia una vida mejor.
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