Las libélulas hembra fingen su muerte para evitar el acoso sexual de los machos

Las experiencias sexuales de las libélulas de páramo femeninas (Aeshna juncea) sean parecidas a la de la mayoría de las hembras del reino animal: el macho tiene sexo cuando quiere y las somete a su antojo. Pero ellas tienen una ventaja: ven venir el intento de apareamiento antes de que llegue el macho.

A las hembras las alertará el aleteo del macho que vuelan en dirección a ellas. Ese zumbido lo delata y le da tiempo a la hembra de tirarse al suelo, aguantar la respiración y fingir su muerte.

En un estudio presentado recientemente a la revista Ecological Society of America, el comportamiento se notó en 27 de las 31 libélulas observadas, un porcentaje que sugiere que podría ser una táctica mucho más común de lo que se creía anteriormente.

De estos 27 casos, 21 de ellos tuvieron éxito, lo que significa que en seis casos, una una muerta todavía era lo suficientemente deseable para que el hombre intentara la copulación.

Acoso sexual

Quedó absolutamente claro que fingir la muerte es una práctica normalizada en esta especie de libélula, explica Rassim Khelifa, de la Universidad de Zúrich, Suiza, porque ni bien el macho se alejaba lo suficiente la hembra se sacudían vigorosamente y volvían a realizar sus actividades normales.

Para ser justos, la hembra necesita evitar el coito para sobrevivir: durante un encuentro sexual, la penetración por parte del macho puede dañar permanentemente sus órganos y tractos reproductivos y provocarle una muerte lenta y dolorosa.

Esta es la primera vez que se observó detenidamente este comportamiento entre este tipo de animales a pesar de que se les ha estudiado en repetidas ocasiones.