MATEMÁTICAS

Las abejas pueden hacer complejas sumas y restas

Además entienden el concepto del cero, algo que a la humanidad le tomó siglos desarrollar.

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La capacidad de las abejas para moldear el mundo que nos rodea no deja de sorprender. Su don de polinizar las plantas es exclusivamente responsable de un tercio de todos los cultivos que consumimos diariamente.

Además tienen un lenguaje complejo, pueden comunicarse con las otras abejas a través del baile y pueden explicarse entre sí qué tan lejos y dónde están las flores.

Como si todo eso fuera poco, ahora los científicos han encontrado que incluso pueden hacer aritmética básica.

Investigadores australianos y franceses han demostrado que las abejas pueden sumar y restar. Así como lo estás leyendo. Este descubrimiento, sumado a un descubrimiento anterior de que las abejas entienden el concepto de cero, nos dice que tener un cerebro pequeño no necesariamente limita las habilidades matemáticas de un individuo pensante. Los hallazgos fueron publicados en Science Advances.

Pequeñas genias

«Nuestros hallazgos sugieren que la cognición numérica avanzada se puede encontrar mucho más ampliamente en la naturaleza entre animales no humanos de lo que se sospechaba anteriormente», dijo el autor principal, el profesor Adrian Dyer, de la RMIT University en Melbourne, en un comunicado.

Para el experimento, el equipo entrenó a 14 abejas que volaban libremente para visitar un laberinto en forma de Y, con un brazo del aparato que contenía la solución correcta con una recompensa de agua azucarada y el otro una quinina amarga por la respuesta incorrecta. En la entrada al laberinto, había formas azules y amarillas. Las formas azules representaban el concepto de la suma y las amarillas el de la resta.

Después de cuatro a siete horas y aproximadamente 100 pruebas de entrenamiento, las abejas aprendieron que el azul significaba +1 y amarillo -1. El quipo científico luego comenzó a cambiar la ubicación de la recompensa y el cálculo necesario para llegar allí. Las abejas eran capaces de aplicar las reglas que habían aprendido a los nuevos problemas y así habilitarse el paso hasta el agua azucarada.

Los hallazgos son increíbles, no solo por nuestra comprensión de las capacidades de otros animales cuando nos enfrentamos a tareas complejas, sino también porque nos recuerdan que no es necesariamente el tamaño del cerebro lo que importa, sino cómo se usa.

 

 

 

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