PASADA DE ROSCA

Las moscas de la fruta también se emborrachan

Las aves lo hacen. Las abejas y las moscas lo hacen. Incluso las pulgas también se emborrachan y, aunque no lo creas, se comportan muy parecido a nosotros cuando están ebrias.

Foto: Pixabay
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Ese viaje hacia la embriaguez es un camino bien transitado que los humanos han recorrido durante milenios. Pero también es una experiencia compartida por muchos otros animales.

Aves, osos, jirafas e incluso elefantes se emborrachan, aunque no intencionalmente como los humanos.

La experiencia, sin embargo, es muy parecida. De hecho, los científicos del Instituto de Investigación Scripps recientemente expusieron moscas de la fruta a alcohol y notaron una rutina similar: la euforia, la energía y luego el embotamiento de los sentidos. ¿Te suena familiar?

El estudio, publicado este mes en el Journal of Molecular Biology, arroja nueva luz sobre cómo el cerebro responde al alcohol y produce ese efecto universal que conocemos como embriaguez.

«Actúan parecido a las personas», señaló en una declaración el autor principal, Scott Hansen, profesor del Instituto de Investigación Scripps, en California. «Comienzan a perder la coordinación. Literalmente se emborrachan», agregó.

Tomar de más

Las moscas de la fruta revelaron que el alcohol tiene propiedades moleculares únicas que interactúan con las neuronas de los distintos cerebros, no solo el humano.

Específicamente, una enzima en el cerebro llamada fosfolipasa D2 o PLD2, sirve como enlace entre las moléculas de etanol (el compuesto básico del alcohol) y la grasa en la superficie de las células nerviosas.

Esencialmente, el encuentro entre las moléculas de alcohol y las células nerviosas en el cerebro produce un tipo de anestésico o sedante. Las moscas de la fruta borrachas, como los humanos, «no sienten nada», explican los científicos, lo que para muchos de nosotros puede ser un sentimiento muy deseable.

Después de un período de «hiperactividad», los insectos perdieron el ímpetu de volar y realizar actividades dramáticamente y su zumbido se redujo en intensidad y se volvió inestable.

Este estudio brinda nueva información sobre cómo funciona el cerebro intoxicado con el alcohol, lo que podría derivar en tratamientos para la adicción, por ejemplo.

 

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