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¿La caza de ballenas de Japón se trata en realidad sobre «ciencia»?

Japón se queda solo en el mundo: decenas de países han repudiado la decisión del gobierno nipón de abandonar la Comisión Ballenera Internacional y ha argumentado por años que asesinan ballenas con fines "científicos".

Caricatura de Elena Ospina
Caricatura de Elena Ospina

Japón ha confirmado que dejará la Comisión Ballenera Internacional (CBI) en junio de 2019, lo que le permitirá reanudar la caza comercial de ballenas dentro de sus aguas territoriales y su zona económica exclusiva. Retirarse de la CBI, que prohibió la caza comercial de ballenas en 1986 pero permitió que se capturaran pequeños números para la ciencia, significa que los barcos balleneros de Japón han de mantener alejados del Santuario Ballenero del Océano Austral, que el grupo activista Sea Shepherd ha celebrado como una victoria.

Pero de otras maneras, la decisión de Japón ha sido repudiada ampliamente en todo el mundo, que inevitablemente ha sido recibida con sorpresa y consternación en Nueva Zelanda, Australia y más de 80 países que permanecen en la CBI.

La justificación científica siempre parecía ridícula y endeble para los ambientalistas de todo el mundo. Como lo explicaron el político y activista de ballenas australiano Tony Burke, «nunca hubo nada científico en cuanto a arponear una ballena, cortarla y ponerla en un plato».

Hubo una revulsión mundial cuando los balleneros japoneses mataron a más de 200 ballenas minke hembras dentro de su cuota «científica» de 333 ballenas en 2016. Eso impidió directamente una sentencia de la Corte Internacional de Justicia en contra de Japón, debido a esa laguna científica.

Abandonar la pretensión de la ciencia ha permitido a Japón ser más abierto sobre sus intenciones.

Sincerándose sobre la caza de ballenas

«En su larga historia, Japón ha utilizado las ballenas no solo como fuente de proteínas sino también para una variedad de otros propósitos», dijo el secretario jefe de gabinete de Japón, Yoshihide Suga, en una conferencia de prensa esta semana. «La participación en la caza de ballenas ha estado apoyando a las comunidades locales y, por lo tanto, ha desarrollado la vida y la cultura», agregó.

Suga explicó que «Japón espera que más países compartan la misma posición para promover el uso sostenible de los recursos de vida acuáticos basados ​​en evidencia científica».

A pesar de todo, la carne de ballena es una grieta en la sociedad japonesa; aunque el gobierno está obsesionado con seguir matándolas, la carne y grasa de ballena son ampliamente impopulares en el país, especialmente entre los jóvenes.

Noruega e Islandia son los únicos países, aparte de Japón, que han desafiado la prohibición de 1986. Pero parece que, como en Japón, el gusto del consumidor está en desacuerdo con la identidad nacional. Un informe de 2018 encontró que mientras Noruega tenía aproximadamente 350 barcos balleneros en 1950, solo había 11 operando en 2017. En ese año, los balleneros noruegos tomaron menos de la mitad de su cuota anual de 999 ballenas.

Islandia mayó a al menos 500 ballenas en 2006, y su carne fue exportada casi enteramente a Japón, cuyo mercado está en declive en demanda, de acuerdo a la organización Whale and Dolphin Conservation.

El gobierno de Nueva Zelanda tiene razón al decir que la caza de ballenas es obsoleta e innecesaria. La falta de interés de los consumidores o el disgusto humano básico puede hacer que Islandia, Noruega y Japón se detengan por completo.

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