MATANZA

Japón quiere volver a matar ballenas a pesar del repudio internacional

El gobierno japonés sostiene que el asesinato de cientos de ballenas por año tiene fines meramente científicos, a pesar de que después la carne es vendida.

Foto: IFLScience
Foto: IFLScience

Las autoridades japonesas anunciaron que quieren obtener la aprobación de la Comisión Ballenera Internacional (CBI ) para reanudar la caza comercial de ballenas.

Los funcionarios argumentan que la petición solo cubre especies de ballenas cuyas poblaciones se consideren en niveles «sostenibles» y dicen que «propondrán establecer una cuota de captura para especies cuyas poblaciones sean reconocidas como sanas por el comité científico de la BCI», aseguró Hideki Moronuki, funcionario a cargo de la caza de ballenas en Japón, según publica AFP.

La propuesta, que se presentará en una reunión en septiembre en Brasil, no especifica qué tipo de ballenas se destinan a la caza sino cuántas poblaciones ya no se consideran agotadas.

Táctica y estrategia

Los japoneses quieren que la forma en que se decida cuánta será la cuota permitida de caza sea modificada, a fin de necesitar muchos menos votos para aprobar una cantidad.

Actualmente cualquier decisión requiere de tres cuartas partes de los votos de los miembros, y el gobierno nipón pretende que se cambie a mayoría simple, o sea que con el 50% más 1 será suficiente.

Tokio ha buscado regularmente que la CBI alivie su moratoria sobre la caza comercial de ballenas y durante décadas ha continuado matando ballenas bajo la excusa de «investigación científica» no sólo en aguas japonesas sino también en alta mar (aunque el Mar Antártico es un santuario internacionalmente designado para ballenas).

La nación afirma que la investigación es necesaria para probar que las poblaciones de ballenas son lo suficientemente sostenibles como para reabrir la caza comercial.

A principios de este año, la CBI señaló que Japón había cumplido su cuota anual de 333 ballenas capturadas en aguas antárticas, lo que desató la indignación internacional cuando se reveló que más de un tercio de los ejemplares estaban embarazadas.

En 1986, la caza comercial de ballenas fue prohibida pero al año siguiente Japón lanzó su «programa científico», pero no son los únicos: mientras el país asiático disfraza su cometido, Islandia y Noruega ignoran abiertamente la moratoria y han continuado la caza comercial en todo momento.

La caza comercial de ballenas desempeñó un papel vital en el restablecimiento de la economía japonesa en los años posteriores a la Segunda Guerra Mundial. En ese momento, la carne de ballena era bastante consumida, pero hoy en día rara vez termina en el plato. Según una encuesta, solo el 18% de los japoneses la consumen y la mayoría está en contra de las matanzas de estos gigantes del océano.

 

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