GENÉTICA

Descubren cuándo empezaron a comer carne las plantas carnívoras

Un grupo de científicos decodificaron el genoma de un tipo de planta carnívora australiana, y descubrieron desde hace cuánto que aprendieron a comer carne.

Planta carnívora. Foto: Carlos Loría - LARED21
Planta carnívora. Foto: Carlos Loría – LARED21

El jarrito enano (Cephalotus follicularis) crece en el sur de Australia. La truculenta planta atrae insectos con un dulce néctar para luego atraparlos con sus dientes y digerirlos con las enzimas. La planta extrae todos los nutrientes esenciales que, junto con el agua y el sol, la mantienen con vida.

La secuencia del genoma del jarrito enano ahora permitió a los expertos saber hace cuánto empezaron estas plantas a comer insectos. En particular, obtienen nitrógeno, fósforo y nutrientes esenciales para el correcto funcionamiento de la planta, explica el catedrático en genética de la Universidad de Barcelona, Julio Rozas, al portal elpais.com. «y es la respuesta de las plantas que viven en suelos muy pobres», agrega.

Rozas es parte de un equipo de científicos que secuenciaron el genoma del jarrito enano. Esta planta es particular entre su familia, pues mientras parte de sus hojas son planas y realizan la tradicional fotosíntesis, otros segmentos tienen forma de jarra, que atrae, atrapa, digiere y absorbe a los insectos. Estas características han permitido comparar la expresión de los genes en unas hojas y en otras.

El estudio

La investigación fue publicada en la revista científica Nature, Ecology & Evolution, determinó que grupos de proteínas que, originalmente intervenían en procesos del sistema defensivo del jarrito enano contra patógenos o para lidiar con el estrés vegetal, ahora se dedican a producir enzimas digestivas. «Por ejemplo, la quitinasa básica, que descompone la quitina del exoesqueleto de los insectos», comenta Rozas.

Los científicos compararon las enzimas digestivas del jarrito enano con las de otras especies carnívoras de tres orígenes: la asiática Nepenthes alata, la americana Sarracenia purpurea o la también australiana, pero del norte, Drosera adelae. Todas estas se separaron en variedades distintas hace 100 millones de años.

A pesar de la separación geográfica y evolutiva, todas han modificado casi los mismos genes y han vivido cambios moleculares afines por una razón: las cuatro plantas crecieron en suelos pobres de nutrientes. Se trata de un ejemplo de convergencia evolutiva o evolución paralela.

El genoma de la planta llenó 305 GB de datos en formato Illumina, 17 Gb de secuencias en formato SMRT de PacBio.

Victor E. Albert, biólogo de la Universidad de Buffalo, Estados Unidos, y coautor del estudio, también participó en 2014 en la secuenciación del genoma del café. Entonces también comprobaron la presencia de la evolución en paralelo del cacao, el café y el té, tres plantas tan separadas geográficamente entre sí como las carnívoras. «Las plantas que tienen un conjunto de herramientas genéticas y están tratando de tener la respuesta al problema de cómo convertirse en carnívoras, al final acaban encontrando la misma solución», explicó Albert.

Lo cierto es que todas las plantas carnívoras que fueron estudiaras llegaron por aparte al mismo punto: convertirse en seres amantes de la carne.

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