BOTÁNICA

El bonsái más antiguo del mundo no es japonés: está en Italia y tiene más de 1.000 años

Datar un bonsai puede parecer sencillo para el profano, pero resulta una de las cuestiones más complejas pese a toda la tecnología actual, en un tema donde la edad es harto importante más allá de múltiples consideraciones estéticas.

La tradición afirma que los primeros bonsai surgieron en China, hace unos dos mil años, como objeto de culto de los monjes taoístas.

Para los japoneses, saber ahora que su “Goyomatsu” de 550 años, es realmente un jovenzuelo al compararlo con los 1.000 años en que ha quedado datado el bonsai-Ogata, del Crespi Bonsai Museum, en Italia, no desmerece sin embargo en nada los valores nacionales del arte de los árboles más pequeños en relación a sus años, del mundo.

El “Goyomatsu” –nombre del pino blanco japonés, abundante en la región de Shikoku- tiene 81 centímetros de altura y está expueso en el Palacio Imperial, en Tokyo.

Realmente pequeño si se tienen en cuenta los 3.10 metros de altura del bonsai-Ogata que con una bandeja de raíces que supera los 2,80 metros de largo, es el más premiado internacionalmente en función de su edad: 1.000 años estimados. El bonsai fue comprado en 1986 en Japón y enviado a Italia por Luigi Crespi, que exhibió el árbol en la Feria Euroflora, de Génova, donde recibió el Premio de Honor. El árbol de la variedad Ficus retusa linn, está ahora ubicado en lugar de privilegio, en el centro de la pagoda del museo en medio de dos perros de madera tallados en China en el siglo XIX. La colección en el entorno alberga a varios de los más apreciados bonsai que hay en el mundo de los grandes maestros Kato, Kawamoto, Kawahara y Ogasawara. Entre los bonsais hay de especies harto raras como el Acer palmatum ‘Kashima’, el Juniperus chino, y un pino parviflora.

Un arte de origen chino objeto de culto para taoístas

El descubrimiento de la data, podría parecer sencillo, pero en realidad resulta harto complejo. El sistema para contabilizar los años de un árbol sigue siendo el mismo de siempre: tantos anillos en su tronco, tantos años. Sin embargo ¿cómo hacer lo propio con un árbol de bonsai, sin afectar su estructura, o quizás arruinarlo para siempre? Así la llamada dendrocronología (el estudio de los anillos del tronco para averiguar la edad de un árbol), se convierte en una ciencia sumamente delicada, que incluso requiere hasta de sistemas electrónicos para interpretar los anillos.

Aparece también la dificultad de no saber en muchos casos, si el árbol nació de semilla o de esqueje, ya que la data centenaria impide tal conocimiento. Si el árbol nació de un esqueje, ya existía antes de convertirse en una nueva planta, por lo que la edad real, nunca será posible de establecer.

Sin embargo los entendidos afirman que la edad es menos importante en realidad, que la edad que “parecen” tener los bonsáis, cuyo avejentamiento está basado en técnicas llamadas de Jin o de Shari, que implican podas especializadas, trasplantes, retiros de la corteza, crear áreas de madera muerta y demás.

La tradición afirma que los primeros bonsai surgieron en China, hace unos dos mil años, como objeto de culto de los monjes taoístas, que veían en estos árboles minúsculos el símbolo de la eternidad, donde el árbol representaba el puente entre el cielo y la tierra, entre lo divino y la humano.

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