LOS MAGNIFICOS, EN EL ESPACIO CERVANTES

No más de quince watts

Como actor trajo a la escena un personaje nuevo, pero totalmente natural: una cara original, angulosa, donde por debajo de las cejas, asoma la sombra de una mirada tierna. Era el joven despierto, bueno, que quiere a su familia y a sus amigos, que sabe escuchar, es tolerante, difícil hasta la indolencia: alguien a quien proteger y aún mimar. Así actuó en «El amateur» y en «La valija»: no pudimos ver la obra de un gran actor y Hendler ni siquiera era del todo un actor. Era una presencia probablemente auténtica, lo que es suficiente para el cine, donde la pobreza de invención ha hecho que entre a saco no ya en la literatura sino en la historia y en las crónicas policiales, donde a menudo se toman caras y gestos originales por la aparición grandes actores, en tanto no se verifica que Humphrey Bogart o Meryl Streep o Johnny Depp, que han confiscado todas las miradas disponibles del público, hacen todos sus personajes igual.

Hendler se estrena, por lo que sabemos, como dramaturgo. Los personajes masculinos son clones de su personaje: buenos muchachos distendidos e impávidos, de los que no se sabe de qué viven, limitados pero muy cómodos en sus espacios mínimos, para los que no existen el trabajo, la economía, las clases sociales, la explotación económica, la actual yihad contra los sindicatos; a quienes no les gusta discutir, que todo lo toman como viene, que aceptan todo como inevitable e inamovible. El amperaje no llega ni siquiera a 25 watts: nada ocurre y nada ocurrirá. Los personajes son los descendientes, aunque no lo sepan, de los «señoritos» españoles: eso sí, tienen tan poco dinero de bolsillo que no llegan ni al café o al billar, pero de todos modos han adoptado para siempre el ideal colonial – uruguayo de que un hombre que se precie debe «estar echado para atrás», aunque no tenga ni un futuro adelante, ni un pasado detrás.

La anécdota, si es que se puede hablar de anécdota, es rudimentaria. Varios jóvenes somnolientos preparan algo, vagamente relacionado con un viaje y un aeropuerto: todos los proyectos fracasan por un espíritu burocrático que les hace perder tiempo en discutir qué es lo que se va a discutir y así hasta la más absoluta vaguedad. Hay algunas ocurrencias, algunos chistes, pero en el conjunto, para decirlo con una frase popular que resume a los personajes de «Los magníficos» y seguramente también a la mayoría de sus espectadores, «No pasa nada» . No pasa nada en cuanto a la trama, lo que ya es grave; no pasa nada en cuanto al teatro, lo que es un poco peor. *

LOS MAGNIFICOS, de Daniel Hendler, por Acapara el 522. Con Leonor Svarcas, Fernando Fraga, Andrés Gallo, Ignacio Errandonea, Esteban Lago y Roberto Fontana. Vestuario de Antonella Moltini, iluminación de Bárbara Alvez, música de Maximiliano Silveira, dirección de Daniel Hendler. En Espacio Cervantes, estreno del 2 de diciembre.

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