"BOOM, LA REVUE" EN EL TEATRO CENTRAL Y "CLEOPATRA, UN MUSICAL DIFERENTE" EN EL TEATRO DEL CIRCULO

Dos espectáculos musicales

El primero que vimos, «Cleopatra, un musical diferente», debido al impulso empresarial de Pepe Cibrián Campoy, quien pusiera en escena los megaespectáculos de «El jorobado de Notre Dame» y «Drácula», hay que decir muy poco. La anécdota de la compañía de revistas que, sobre el día del estreno, se ve privada de su vedette y de la escenografía y debe improvisar, es muy conocida: es el viejo «teatro dentro del teatro», cuya resurrección en Broadway, hace poco tiempo, puede haber sugerido la idea a Cibrián. De una vez: la obra es impresentable y hasta agraviante y como espectadores nos sentimos entre vejados y menospreciados. Cibrián supone que un lenguaje premeditadamente sucio y una dicción rica en falsetes, voces aflautadas de hombres afeminados y acentos españoles nos producen un deleite especial, vaya a saberse por qué extraña afinidad. Cibrián está convencido, además, de que es muy ingenioso deformar el nombre de una reina egipcia y llamarla «Nefertetas» o un personaje que se llama, textualmente, «Piha, con hache» (por si no entendimos, de puro zopencos, la alusión al pene) o un presentador que necesita decir «Â¡Joder!» hasta para respirar, chistes que han conmovido su delicada sensibilidad artística a tal punto que los repite hasta el agotamiento.

La amplificación fue tan deficiente que al comienzo nos inquietó: podíamos estar perdiendo algo del texto. Una vez acostumbrados al zafarrancho sonoro, nos calmamos: no oír y no entender el texto de «Cleopatra, un musical diferente» es en este caso una circunstancia tan favorable como deseable. Si no hay nada para oír, tampoco hay nada para ver. La coreografía, que se atribuye al mismo Cibrián, como si fuera algo de lo que se pudiera hablar, está por debajo de lo que puede hacer una clase de gimnasia jazz; la música es rutinaria, los bailarines podrán ser aptos para otras empresas, pero nada pudieron mostrar y las vedettes, en particular una que aplicó un permanente cigarrillo a sus labios, estuvieron en el borde de lo desagradable.

«Boom, la revue» es un espectáculo muy distinto y se diferencia nítidamente de «Cleopatra» por un respeto hacia el público que la obra de Cibrián no tiene. La renovada sala del ex cine Central, reacondicionada como teatro, es agradable y bien provista técnicamente, con un hermoso telón, muy en el estilo de los teatros argentinos de revistas, pero sobrio y logrado, buena iluminación, un vestuario bien realizado y con consagrados colores llamativos y reflejos metálicos, adecuada amplificación, excelentes bailarines –que se nos informa provienen de un «casting» local– buen movimiento escénico. En cuanto a una idea argumental, a diferencia de «Cleopatra», casi no existe en «Boom, la revue». «Boom el musical», que es su antecedente, no iba más allá de lo que repite el teatro de revistas argentino desde hace cincuenta años. Hay materiales extraídos de «Boom, el musical», de los mismos Dufort y Alvarez (la idea de un repaso humorístico del siglo XX), se agregó un esquicio de Moria Casán en su personificación de la mujer fatal de gran corazón, que ya habíamos visto en el «Teatro de la Laguna» de Carlos Perciavalle, se sumó acertadamente a Orlando Petinatti como presentador y sobre todo se añadió un libreto complementario, muy superior al de De Pauli, debido al fértil ingenio de Fernando Schmidt. Al director Jorge Denevi no le arredró la tarea –qué es lo que puede detener a Denevi– de zurcir estos elementos dispares y presentar un espectáculo ágil y dinámico, y en general lo logró. El contenido de «Boom, la revue», ya es otra cosa y tiene de todo, menos unidad y verdadera organización. Sus elementos son muy dispares y de muy disímil eficacia. Hay esquicios que no se sostienen y que nos llevaron a una punta de aburrimiento, como la búsqueda de Eva Braun por Hitler y la parodia de los comienzos de la televisión; en otros momentos sentimos que puede venir tanto un tango como un bolero o un fox trot y que aquello puede seguir sin fin; otros momentos, como la presentación por Orlando Petinatti, que dio el tono de lo que iba a seguir y el monólogo futurista de Bananita González sobre cómo serán los finales del siglo XX fueron muy divertidas y llenas de chispa e inédito buen humor.

No podemos hablar de interpretación sino de intérpretes. Lo primero, que sostiene prácticamente todo el espectáculo, es Moria. Por una parte, el espectador siente que si hay un cuerpo femenino para mostrar, es el de ella: tamaño, proporciones, gracia de movimientos, una soltura en la exhibición de sí misma que está siempre dentro de los límites del buen gusto y de la delicadeza hacia el público. Pero hay algo más en Moria, que hace su atracción, y es la fuerza de su personalidad. Su sinceridad y su convicción desarman, su energía conquista, pero hay un raro encanto que se trasmite a la platea y nos obliga a seguirla con la vista en cada uno de sus movimientos, no bien entra en escena y que está más allá de sus atractivos físicos. Orlando Petinatti, en lo que creemos es su estreno sobre las tablas, muestra un notable ascenso en su no muy larga carrera de presentador y animador; su contacto con el público en un teatro, ámbito muy distinto de los estudios de televisión, lo mostró receptivo para el estado de ánimo de la platea, sensible a sus reacciones, rápido y hábil para adecuarse a ellas. Sobre todo, no intentó monopolizar la atención, error muy probable dado sus antecedentes en la televisión donde sí debe hacerlo. «Boom la revue» es un buen espectáculo para quienes disfruten la clásica revista argentina, en una edición adaptada al gusto, más templado, de nuestro público. *

 

CLEOPATRA, UN MUSICAL DIFERENTE, de Pepe Cibrián Campoy y Angel Mahler, con Víctor Alejo, Hernán Kuttel, Ricardo Bangueses, Guillermo Tort, Romina Blank, Gabriela Stekiewicz, Sebastián Bignone, Pilar Cisternas, Sebastián Angulegui, Alejandro Vázquez, Damián Iglesias, Pablo Forli, Christian Alladio, Hernpan Boglione, Mónica D’Agostino, Roxana Fraschini, Laura Montini, Carolina Ramírez, Giselle Takakuwa y Verónica Vázquez. Escenografía de Marcelo Sycz, coreografía de Pepe Cibrián Campoy y Guillermo Tort, música original, arreglos y dirección musical de Angel Mahler, dirección general de Pepe Cibrián Campoy. Estreno del 31 de agosto en el teatro del Círculo.

 

BOOM, LA REVUE, de Raphael Dufort y Alvarez, con libreto de Bimbo De Pauli y Fernando Schmidt. Con Moria Casán, Orlando Petinatti, Bananita González, Daniela Marotta, Carla Noval, Fernando Miller, Claudia Fernández, Darío Sellanes, Ethel Goldman, Marcela Vázquez y Sebastián Ramírez. Bailarines: Adriana Restano, Alexander Gulart, Claudia Pisani, Daniela Marrero, Donato Rodríguez, Eduardo Reyes, Estela Bancalari, Fabiana Moroni, Javier Rojas, Ruth Karina y Silvana Gutiérrez. Cantantes: Marcela Vázquez y Sebastián Ramírez. Escenografía y vestuario de Raphael Dufort y Alvarez, música de Fernando Calleriza, arreglos corales de Eddy Peñalver y María de los Angeles Alvarez de Ron, iluminación de Raúl González, Gonzalo Novoa y Gerardo Lacaze, puesta en escena de Raphael Dufort y Alvarez, dirección de Jorge Denevi. Estreno del 1o. de setiembre en el teatro Central.

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