Aquarius

El debate sobre «Aquarius», el film brasilero de Kleber Mendonça Filho

El film brasilero de Kleber Mendonça (hijo), que se estrenará en Brasil el 1 de setiembre, y que abrió la  44ª edición del Festival de Cine de Gramado desató polémicas. Fue muy aplaudido por el público que unió al aplauso la consigna “Fora Temer.”

aquariusPero en el ambiente de la crítica las aguas se dividen. Algunos, en especial de Brasil, lo consideran un aporte de «realismo social que no se ve a menudo en el cine contemporáneo.» Y sin duda la presencia de Sonia Braga, con su solo transcurrir en la pantalla es muy seductora y ya le agrega puntos a la película.

Es más ella encarna  la música, la formar de vivir y sentir de toda una generación setentista que la lleva en el corazón junto a los ídolos a los el personaje hace un constante homenaje, Maria Bethania como una forma de cantar y  vivir y John Lennon a quién  -según deja entender- mataron por sus ideales.

¿Cómo están envejeciendo los jóvenes revolucionarios de los setenta? Esa podría ser la pregunta que intenta responde el film, el clima, en que se desarrolla y el principal atractivo que justifica ir a verla. Luego el guión y la trama en sí tiene muchos baches. No se sostiene.

La problemática central del film es que una importante empresa de construcción ha comprado todos los apartamentos de un viejo edificio frente al mar, y Clara, (Sonia Braga), una mujer de unos setenta años, se niega a vender el suyo lo que desata una oscura y desleal guerra entre ambos.

La película comienza con Clara, joven, sobreviviendo a un cáncer. Una escena muy larga para algo que podía resumirse en una frase. “No filmes lo que puedes decir en pocas palabras” dijo una vez, en este mismo festival Domingo de Oliveira, un director a tomar en cuenta.

Con ese tema de fondo: inversor versus Clara, el film se entretiene en múltiples escenas atractivas que lo hacen crecer como una enredadera, sin avanzar demasiado en la historia y haciéndola sentir como “larga”.

Clara, como decíamos, rompe los esquemas tradicionales de un adulto mayor: va todos los días a nadar, usa el pelo largo, se dedica al arte, maneja, no tiene miedo de quedarse sola, no quiere que sus hijos se entrometan en su vida, no le importa que uno de ellos sea gay, escucha música hasta altas horas,  toma vino y  es capaz de levantarse en veterano viudo en un baile, y hasta de contratar a un taxi boy para tener sexo asegurado.  Lo que hace pensar que habrá que pensar otro término para llamar a los de más de sesenta.

Pero el eje de la película, la guerra entre el inversor y Clara, no termina de ser creíble. Ella tiene dos gatitos en el garaje que, cuando uno piensa que la constructora va a votar en contra la tenencia de animales o les va a pasar por encima con una camioneta “sin querer” desaparecen de escena.

Nada de lo realmente molesto de tener departamentos vacíos alrededor sucede. No se pinchan los caños de arriba o de al lado provocando humedades imposible de sacar, no despiden al jardinero y al portero, no deciden cortar las plantas de la entrada teniendo la mayoría, pintar el frente de negro o votar una reforma inútil y carísima que no le sirva de nada a Clara, lo que serían decisiones en ley que podría tomar el inversor con la mayoría de los votos de la Asamblea de Consorcio. Decisiones mucho más lógicas  y que crean mucho mayor malestar que las que toma en la película, que son estrafalarias.

Sin embargo ella sí decide pintar el frente de blanco, un costo altísimo e inútil a su cuenta y cargo, y quedarse cuando al ser la única que no vende está perjudicando a sus vecinos que canjearon metros cuadros viejos por los mismo en el nuevo edificio a construir hace ya 6 años.

¿Es una metáfora de lo inútil de la resistencia al cambio de esa generación? ¿del egoísmo con que muchas veces se actuó sin tomar en cuenta la problemática real de la gente? ¿pidiendo – y haciendo- sacrificios inútiles?

Homenaje y puesta en ridículo se entremezclan

Finalmente un desenlace externo pone fin a esta guerra. Clara consigue unos papeles para que comprometen a la constructora  y detiene la trampa desde afuera, desde la casualidad, y usando un arma vil: el chantaje. ¿Ese es el broche de oro de la heroica resistencia? Hacerse este tipo de preguntas con un buen film y con Sonia Braga en escena bien valen el éxito que pueda tener en Brasil y en Latinoamérica.

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