LITERATURA

Viviana Rivero presenta su octava novela: Los Colores de la Felicidad. LARED21 conversa con ella

Viviana Rivero es una escritora argentina, premiada y reconocida mundialmente por sus novelas de romance histórico. Estudió y ejerció como abogada, antes de darse cuenta de su verdadera vocación. También fue fundadora de grupos para el crecimiento y el desarrollo de la mujer. Vino a Punta del Este para promocionar su último libro, Los Colores de la Felicidad, este viernes 15 de enero, a las 20.00 horas, en el  espacio cultural WSW. LARED21 charló con ella un día antes de la presentación.

 

Viviana Rivero
Viviana Rivero, autora de Los Colores de la Felicidad

 

Los Colores de la Felicidad trata de una fotógrafa argentina, Brisa Giulli, que viaja a Cuba como integrante de la comitiva que acompañará al campeón de fórmila 1 Juan Manuel Fangio. Allí se verá envuelta en un secuestro, y conocerá a Joel Fernández, un artista que trabaja en secreto para la Revolución que está comenzando. Atravesados por los acontecimientos políticos, vivirán un amor intenso y desmedido pero, debido a las transformaciones del país caribeño, quedarán atrapados en una serie de situaciones límite que los obligarán a tomar terribles decisiones.

 

Has escrito sobre Argentina, Italia, España… ¿Qué fue lo que te atrajo de Cuba para Los Colores de la Felicidad?

Elegí Cuba porque quería contar la historia de un idealista, y hablar sobre la verdadera importancia de una persona. Porque la importancia de una persona, más allá del poder que tiene, del dinero, de los muchos años de estudio en una institución prestigiosa… La persona se vuelve importante cuando está en el lugar que tiene que estar, haciendo lo que debe hacer.  Repartiendo su perfume propio.

Quería transmitir esa idea, y pensé que la podía transmitir con la vida de un idealista. Una persona que se levanta a la mañana y dice “voy a cambiar el mundo”. Esto combinaba perfecto con Cuba, en la época de los 50, 60. En ese momento, las ideas de cambiar el mundo eran muy comunes en distintas partes del mundo. Y, en Cuba, estas ideas fueron llevadas hasta las últimas consecuencias.

Por eso elegí Cuba, porque la idea era contar la vida de un hombre que se levanta pensando “voy a cambiar el mundo”. Y, que una mujer muy normal, como era Brisa Giulli, que era una fotógrafa, se enamorara de un hombre así, que era un líder nato… Bueno, cómo era convivir con este idealista y a partir de ahí una historia de amor entre ellos que se realiza en medio de la Revolución Cubana.

 

¿Cómo fue la investigación histórica para escribir Los colores de la felicidad?

Implicó una investigación muy profunda, me llevó bastante tiempo. Yo quería entrar en detalles, y para eso tenía que conocer cómo pensaban las dos corrientes de Cuba: la que está a favor y la que está en contra de la revolución. Realicé entrevistas a cubanos, de una y otra tendencia. Leí muchos libros de la historia de Cuba y literatura cubana, miré cine y documentales cubanos.

Después de dos o tres meses de eso, ya estoy lista para escribir, porque respiro como ellos, sé cómo se sienten, qué los pone tristes, qué los pone contentos.

¿Ahí te topaste con el secuestro de Fangio?

Sí, toqué el tema del secuestro porque lo descubrí cuando empecé a estudiar los acontecimientos importantes de esa época. A partir de eso, inventé que una comitiva argentina viaja a Cuba y, con ella, Brisa Giulli, que era fotógrafa. Cuento todos los pasos, como un verdadero triller… Cómo los revolucionarios lo secuestran y cómo Brisa va a terminar inmersa en situaciones límites y conociendo a este hombre, del cual se enamora.

 

En Los Colores de la Felicidad, ¿Continuás con el tono feminista de Basta: 100 mujeres contra la violencia de género y Mujer y Maestra, por ejemplo?

Siempre me dicen que los personajes de mis libros son mujeres fuertes… Creo que la mujer es así, desde dónde le toque estar, ella mueve sus influencias. A veces el peso de lo que hacemos es mucho mayor de lo que creemos. Entonces, en este libro, Brisa Giulli es una mujer fuerte, con una vocación fuerte, que en algún momento va a tomar decisiones drásticas, porque prioriza la libertad sobre el amor.

 

Antes de dedicarte a escribir novelas, te recibiste y ejerciste como abogada. ¿Qué fue lo que te hizo cambiar la vocación, de abogada a escritora?

Me crié en una casa donde mi padre era escritor, pero mi madre nos decía “acá nadie va a seguir carreras que tengan que ver con la literatura, porque para loco ya está su papá”.

Yo la entiendo, mi papá no podía vivir de la literatura, y mamá no quería lo mismo para nosotros. Así que seguimos los tres hijos carreras normales, yo seguí abogacía. La vida fue pasando, terminé trabajando de abogada, me casé antes de recibirme, me dediqué a lo mío.

Cuando mis hijos se pusieron un poquito más grandes, entre que los dejaba en la escuela y volvía de trabajar un poquito antes, me convertí de nuevo en dueña de dos o tres horitas a la tarde. Estuve pensando qué quería hacer con esas horas y dije “bueno, voy a escribir un libro”. Ya hacía un tiempo que venía pensándolo y, en esa etapa de mi vida, me propuse hacer lo que quería.

Ahí escribí el primer libro, que surgió más como un hobby. Pero se transformó en un best-seller, y la segunda novela que escribí ganó un premio nacional… A partir de ahí, dije: “creo que cambio de profesión”. Me acuerdo que el premio había sido dinero en efectivo, y con mi familia lo aprovechamos e hicimos un viaje. Todos estaban contentos por eso y, cuando les propuse el cambio, me dijeron que estaban de acuerdo.

Este ya es mi libro número ocho, y han sido todos best-seller. Me siento una privilegiada, de poder trabajar de lo que me gusta y vivir de eso.

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