GARCÍA MÁRQUEZ

El heredero del manuscrito de “Cien Años de Soledad” busca a sus 73 años quien compre la obra

Los manuscritos con las correcciones de puño y letra de Gabriel García Márquez, están buscando dueño. Un año después de la muerte del Nobel colombiano, los manuscritos han sido intentados rematar en Barcelona y en Londres, con base de un millón de dólares, pero sin suerte. Ahora quien es su heredero legítimo –Héctor Delgado- tiene 73 años e intenta que la Universidad de Texas -que compró los archivos de García Márquez- haga otro tanto con este manuscrito.

Héctor Delgado, heredero del manuscrito, ha puesto la obra en remate varias veces sin éxito. Foto: Carlos Varela.

Los 180 folios de letra menuda, habían sido obsequiados por García Márquez al director de cine Luis Alcoriza y a su esposa, la actriz austriaca Janet Riesenfeld, con una dedicatoria que lo decía todo: “Para Luis y Janet, una dedicatoria repetida, pero que es la única verdadera: del amigo que más les quiere en este mundo. Gabo. 1967”.

Para el matrimonio, afincado en México, las galeradas eran un objeto hogareño de culto. Dieciocho años después de haberlas regalado, García Márquez se encontraría con ellas nuevamente, según relata en un artículo que recoge el diario El País de Madrid.

“Janet las sacó del baúl y las exhibió en la sala, hasta que se hicieron la broma de que con eso podían salir de pobres. Alcoriza hizo entonces una escena muy suya, dándose golpes con ambos puños en el pecho, y gritando con su vozarrón bien impostado y su determinación carpetovetónica: ‘Pues yo prefiero morirme que vender esa joya dedicada por un amigo”, recordaba el propio Gabo.

El legado cambia de manos pero no convoca interés suficiente

Alcoriza muere en 1992 en Cuernavaca, México. Seis años después fallece su esposa. Su amigo Héctor Delgado, el hombre que los cuidó hasta sus últimos días, recibe en herencia los originales de Cien Años de Soledad. Pide a García Márquez, asentimiento para venderlos, y en 2001 van a remate sin éxito. Seguirán ese camino nuevamente pero sin mayores resultados; nadie está dispuesto parece a invertir el millón de dólares que se pide como base.

Hoy el propietario aún piensa que las 181 páginas de doble folio numeradas a mano, con anotaciones del autor cubriendo los márgenes, sustituyendo más de 150 palabras, añadiendo frases e incluso haciendo alerta de erratas, valen más, pero no tienen quien lo adquiera, según relata el diario El País de Madrid.

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