Nybia Mariño (1920–2014)

Ehrlich: “Está indisolublemente ligada a la historia del SODRE”

En una ceremonia sumamente emotiva se velaron este lunes 1º de setiembre los restos de la afamada pianista uruguaya Nybia Mariño. El homenaje se desarrolló en el Auditorio Nacional del SODRE, y contó con la presencia del Presidente de la República José Mujica, el ministro de Educación y Cultura Ricardo Ehrlich, el subsecretario Óscar Gómez y el director Nacional de Cultura Hugo Achugar, además de personalidades del ámbito artístico, familiares y amigos.

De izq. a der. – Hugo Achugar, José Mujica, Ricardo Ehrlich.

Con gran emoción, el ministro Ehrlich destacó el talento, la pasión y el compromiso con el arte y la música que caracterizaron a Mariño.

Afirmó que el MEC tuvo “el privilegio de que (Mariño) diera sus conciertos en esta sala y de que fuera quien inaugurara el nuevo piano del SODRE; su cariño por esta institución también marcó la fuerza con la que el SODRE asume sus responsabilidades con la cultura y con el país”.

Autoridades, familiares y amigos durante la ceremonia.

Por su parte, el presidente Mujica reflexionó en relación al deceso de la artista: “es triste pero es una siembra que queda para la gente que la conoció, pero por sobre todo para quienes pudimos escucharla”

Sobre Nybia Mariño

Nacida en Montevideo, se inició desde niña en el estudio del piano. Sus primeras presentaciones públicas fueron a la edad de seis años bajo la dirección de Adela Piera. A los diez años pasa a estudiar con Guillermo Kolischer, actuando con orquesta en uno de los conciertos de Mozart. Un año más tarde Arturo Rubinstein la presenta en Buenos Aires, para después actuar bajo la batuta de Ernest Ansermet en el Teatro Colón, interpretando el Concierto en la menor op.54 de Schumann.

El gobierno uruguayo le otorga una beca para cursar estudios en París con Alfredo Cortot y Marcel Ciampi. Durante su permanencia en Europa intervino en varios certámenes, mereciendo especial atención su actuación en el famoso Concurso Isáye de Bruselas, en el que logra primerísima clasificación. La prensa belga la calificó como la mayor revelación de su tiempo. A ello siguieron conciertos por varios países europeos, alcanzando grandes éxitos tanto en sus recitales como en sus presentaciones con orquesta.

Estudia en Estados Unidos con Claudio Arrau, al que Mariño considera el mejor pianista del mundo. Cosechó entusiastas aplausos y elogiosas críticas de la prensa de aquel país con motivo de sus presentaciones en el Carnegie Hall y en el Town Hall. Actuó en Sudamérica, Francia, España, Italia, Alemania, Inglaterra, Holanda, Bélgica, Suiza, Suecia, Dinamarca, Checoslovaquia, Rumania, Polonia, Hungría, Rusia, Israel y otros países.

Cabe destacar que grabó tres discos en Estados Unidos. El primero, con obras de Schumann, tuvo unánimes elogios de la crítica especializada; el segundo, con el Concierto para dos pianos de Poulenc,  junto al uruguayo Enrique Graf y orquesta bajo la dirección de David Stohl, y el tercero, también con obras de Schumann. En 1994 recibió un Premio de la OEA por su aporte a la Comunidad Artística de las Américas.

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