Brasil dice adiós al arquitecto Oscar Niemeyer, el «poeta de las curvas»

Brasil rindió el jueves un último homenaje a Oscar Niemeyer, el "poeta de las curvas" fallecido a los 104 años, en la capital futurista Brasilia que ayudó a diseñar y con la cual revolucionó la arquitectura mundial.

Foto: AFP

El cuerpo del arquitecto fue embalsamado y trasladado desde Rio de Janeiro a Brasilia para su velorio en el palacio presidencial de Planalto, una de sus grandes obras.

El féretro, envuelto en la bandera brasileña, recorrió la avenida del poder de Brasil en un carro de bomberos abierto y subió la rampa de Planalto escoltado por la guardia presidencial, bajo una salva de aplausos de cientos de brasileños que luego comenzaron a desfilar ante el ataúd para presentar sus respetos.

Niemeyer retornó así a la ciudad que creó junto al urbanista Lucio Costa en 1960, y que visitó en vida por última vez en 2009, tras un agotador viaje de dos días en coche debido a su temor a los aviones.

El cuerpo embalsamado de Niemeyer permaneció en Planalto hasta pasadas las 19h30 locales (20h30 GMT) para regresar a Rio de Janeiro, su ciudad natal, donde el arquitecto, fumador empedernido, falleció el miércoles de noche a raíz de una infección respiratoria, 10 días antes de cumplir 105 años, tras permanecer poco más de un mes internado en un hospital.

Estaba previsto que el velorio se extendiera hasta las 21h00, pero su familia decidió anticipar el regreso a Rio.

Según la policía, unas 3.800 personas se acercaron al palacio presidencial para dar el último adiós al padre de la arquitectura brasileña.

El jueves de noche se celebrará un velorio privado para su familia y amigos en el Palacio de la Ciudad de Rio. El viernes de mañana, su velorio en Rio será abierto al público, y su funeral será el mismo día, en el cementerio de Sao Joao Batista, en Botafogo.

La presidenta brasileña Dilma Rousseff decretó duelo oficial de siete días por la muerte del célebre arquitecto.

Niemeyer «se ha ido, pero permanecerá siempre entre nosotros, presente en las líneas de los edificios que plantó en Brasil y en el mundo», dijo el expresidente Luiz Inacio Lula da Silva (2003-2010) en un comunicado.

«La monumental Brasilia, donde dejó la marca de su arte y concentró sus sueños de una ciudad que pudiese albergar con ternura y confort a pobres y ricos, hombres comunes y poderosos, será siempre la expresión máxima de su genialidad y de su generosidad», agregó.

Niemeyer, militante comunista hasta el final de sus días, dijo que tener más de 100 años «es una mierda» y que su única alegría era constatar que Brasil estaba transformándose en un país más «igualitario gracias al presidente Lula», un exobrero metalúrgico del izquierdista Partido de los Trabajadores.

«Brasil perdió hoy a uno de sus genios, es un día para llorar«, dijo la presidenta Dilma Rousseff el miércoles de noche, poco después de enterarse de su muerte.

«Poeta de las curvas»

Niemeyer fue uno de los principales arquitectos del siglo XX, y se destacó por la exaltación de la curva, «libre y sensual», inspirado en las montañas de Brasil, en sus ríos y las olas del mar, y en «el cuerpo de la mujer».

El ángulo recto no lo atraía, como tampoco «la línea recta, dura, inflexible, inventada por el hombre», decía. Era éste un tema que lo oponía a su maestro, el arquitecto francés Le Corbusier, con quien trabajó en su juventud y cuya influencia reconocía.

Nacido en Rio el 15 de diciembre de 1907, en una familia burguesa de origen alemán, portugués y árabe, Oscar Ribeiro de Almeida de Niemeyer Soares diseñó más de 600 proyectos alrededor del mundo en más de 70 años de carrera.

Algunas de sus obras más conocidas, además de la capital Brasilia, fueron el barrio de Pampulha en Belo Horizonte (Minas Gerais) en 1943, su primera gran obra y una de sus favoritas; la sede de la ONU en Nueva York junto a un grupo de arquitectos liderado por Le Corbusier en 1952, y el Sambódromo de Rio (1984).

Hasta su hospitalización, Niemeyer, ganador en 1988 del premio Pritzker -equivalente al Nobel de arquitectura-, siguió trabajando en su atelier de grandes ventanales curvados, frente a la famosa playa de Copacabana. Dejó una veintena de obras en curso en varios países.

En 1960, junto al urbanista Lucio Costa y al paisajista Roberto Burle Marx, ideó la nueva capital del país, Brasilia, donde revolucionó el gigantesco espacio vacío con sus modernas líneas sensuales y dio una levedad imposible al concreto.

Niemeyer «supo capturar la esencia de Brasil con su arquitectura. Sus edificios destilan los colores, la luz y la imagen sensual de su país natal«, subrayó el jurado del Premio Pritzker al otorgarle el premio.

En 1928, Niemeyer se casó con Annita Bildo, con quien tuvo una única hija, Anna Maria. Su unión duró 76 años, hasta la muerte de Annita a fines de 2004. Su hija Anna Maria murió en junio, a los 82 años, víctima de un enfisema pulmonar.

A los 98 años, Niemeyer volvió a casarse, con su secretaria, Vera Lucia Cabrera, de 66 años.

«Lo acompañé un mes en el hospital, vi la mejoría y el empeoramiento. Estaba lúcido, me decía que quería comer pasteles y tomar café. De día me decía ‘tengo que irme, el trabajo está atrasado'», dijo Cabrera al sitio G1 de Globo. AFP

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