SEFF'12

Todo el mundo tiene problemas

Tres nuevas películas en la Sección Oficial se proyectaron ayer miércoles. Posiblemente, dos de ellas queden sin premio. Únicamente la segunda parece tener alguna opción, ya que se da casi por hecho el premio para Mads Mikkelsen

La primera de la jornada fue Eat Sleep Die, cinta sueca que le debe mucho (y no es la única de la Sección Oficial, mañana veremos Sister, de la que ya os hablaré) a la Rosetta de los hermanos Dardenne. Como en aquella, aquí la cámara (siempre al hombro) persigue incansable a la protagonista, una adolescente de origen montenegrino afincada en Suecia; como en aquella, la chica trabaja en una empresa alimentaria; y como en aquella, es una chica con carácter. Vive con su padre, que a pesar de los problemas de salud, se va a Noruega a trabajar, justo cuando los problemas laborales llegan con la amenaza del despido. La diferencia es que, cuando llegan dichos problemas, no se rebela, no responde con la fiereza que sería apropiada a su personalidad.

La cinta está muy bien rodada, el guion tiene fuerza (un par de detalles que no terminan de convencer, pero nada demasiado extravagante), y todos los protagonistas están fantásticos. Sin embargo, le falta algo, que esa fuerza que se intuye en ellos salga a la luz cuando la situación se lo pide, para que la historia sea totalmente creíble.

La caza es una película sobria, con un tono oscuro y oprimente, del creador y miembro del ya extinto movimiento Dogma95, director de CelebraciónQuerida Wendy Submarino, entre otras, Thomas Vintenberg. El protagonista es Lucas (grandísimo Mads Mikkelsen, favorito desde ya al premio al mejor actor del certamen), un hombre que intenta salir adelante después de su divorcio, y que ya casi lo ha conseguido gracias a sus amigos, a un nuevo romance y a su trabajo como ayudante en un parvulario. Pero una pequeña mentira (o no) de una pequeña alumna, hija de su mejor amigo, empieza a desmoronarlo todo.

No es un tema original, de hecho hemos recibido tantas películas danesas con esta temática (el abuso de niños) que hay que empezar a pensar que Shakespeare tenía razón en aquello de que “algo huele a podrido en Dinamarca”. La caza (Jagten) nos muestra cómo los rumores crecen, los sentimientos pueden cambiar por completo, y como la vida no es tan apacible en una comunidad pequeña, donde todos se conocen, donde el instinto de protección puede pervertirse de modo siniestro y donde nunca se olvida ni se perdona. Algunas tramas secundarias quedan abiertas, pero no importa para lo que nos quieren contar. Hay otras que no están explicadas bien, o que no tienen mucha lógica. Aún así, es una buena película, pero se esperaba más.

A month in Thailand es otra de esas muestras de que el cine rumano está siendo en los últimos años referencia ineludible en el continente. Es cierto que esta historia no es de los mejores ejemplos, pero es una cinta correcta, que se deja ver, con diálogos creíbles y que en ocasiones resulta hasta simpática. La trama transcurre en un sólo día, el 31 de diciembre. Por la mañana Radu y Adina hacen el amor, celebran que llevan nueve meses juntos, y empiezan una frenética preparación del último día del año: compras, regalos, comida con los padres, cena, fiesta… Pero en el supermercado, él cree ver a, Nadia, su antigua novia. Y se da cuenta de que todavía no la ha olvidado. Con lo que después de las campanadas, corta con Adina y empieza a recorrer la ciudad buscando a Nadia.

La película tiene algunas situaciones divertidas, diálogos surrealistas (propiciados, supongo, por el alcohol ingerido en la última noche del año), un buen montaje y una factura correcta. Sin embargo, es previsible, mucho, y la historia es demasiado simple. Un cortometraje hubiese sido suficiente.

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