EDUCACION, TABUES Y LA PSIQUE…

Tras su larga marcha civilizatoria, la Humanidad comprende hoy las patologías de la psique como lo que son: uno de los muchos tipos de patologías que pueden afectar la salud, al igual que las cardiovasculares, las respiratorias, etc. En siglos oscuros o sistemas sociales nefastos, cualquier forma de «locura» era causal de quema en la hoguera o reclusión en campos de concentración. Pero, a nivel internacional y científico, hoy son consideradas un tipo más de afección de la salud. Que, como todas, pueden ser genéticamente condicionadas, fomentadas por las condiciones ambientales, más o menos graves, condicionar más o menos las posibilidades de una vida plena.

Sin embargo, en Uruguay, aquí y ahora, pesa aún sobre las patologías de carácter psiquiátrico o psicológico un pesado manto de culpa y tragedia.

Concretamente: imaginemos que una pareja uruguaya descubre que un hijo es asmático. Seguramente se preocupará y lo cuidará. Pero difícilmente se sienta culpable por ello. Imaginemos ahora que a la misma pareja se le informa que su hijo sufre un trastorno bipolar. A la preocupación y cuidado, es probable que se sume un sentimiento de culpa, y que surja la pregunta: «¿Qué hicimos mal?». Si en ambos casos el problema puede residir en la regulación del organismo de ciertas sustancias químicas, si en ambos casos una adecuada asistencia profesional y/o medicación puede llegar a compensar la afección y habilitar una vida normal y saludable… ¿Por qué razón entonces, en pleno siglo XXI, un caso es vergonzante y culposo y el otro no?

Segundo ejemplo: un trabajador sometido a alta exigencia sufre un infarto cerebral. Normalmente, más de diez pensarán: «Pobre, se reventó trabajando». En cambio imaginemos que sufre una descompensación psiquiátrica. Muy pocos dirán: «Pobre, se reventó trabajando y se descompensó». Y muchos comentarán: «Yo siempre le vi pinta medio rara»… Distintos casos pueden tener elementos diferenciales pero es desmesurada la diferencia en la consideración de dos tipos de disfuncionalidades del ser humano, como si este no fuera un ser integral.

Vivimos en un país con elevadas tasas de suicidio, incluso entre adolescentes. Los casos diagnosticados de cuadros psiquiátricos son muy numerosos. Una gran cantidad de gente sufre mucho sin haber sido jamás tratada y diagnosticada. El consumo de psicofármacos, no siempre debidamente controlado, es muy elevado. Todo esto constituye un problema de salud pública sin duda, pero también, y en medida igual o mayor, un problema de Educación, dentro y fuera de aulas. Porque muchas veces no se recurre a un tratamiento adecuado porque el manto culposo y vergonzante que cubre la temática, hace que la persona prefiera sufrir espantosamente en silencio, antes que pedir la necesaria ayuda profesional. O entre todos desdemonizamos las afecciones de la psique, ayudamos a vivirlas y tratarlas como lo que son: un tipo de afección más que puede aquejar al ser humano, o mal futuro nos espera absolutamente a todos. Pues nadie está libre de sufrirlas en carne propia o en la de un ser querido.

El jueves 4 de marzo, en Búsqueda, en su evaluación de la administración Vázquez, el periodista Sergio Israel criticó la gestión de Antel, señalando que había adquirido ribetes psiquiátricos con el incidente que involucrara a mi persona. No respondo ni discuto, ni me quejo o molesto frente a tal mención. Porque no creo en la lógica de la autoflagelación, pero sí en la de la responsabilidad. Y cuando uno reflexiona serenamente sobre elegir un buen sendero en la vida, comprende que no se traza quejándose y culpando al Universo de todos los males sufridos, sino revisando seriamente los errores cometidos por uno mismo ­que en todo accionar, siempre los hay­ y asumiendo las responsabilidades que correspondan, al nivel que sea. Fui protagonista de un incidente de amplia difusión mediática, connotaciones judiciales, políticas, etc. Me fue confiado un cargo público relevante, lo que me haya ocurrido en su ejercicio, sea de la naturaleza que sea, debo afrontarlo. Son las reglas de juego de las funciones de gobierno y gestión pública. Punto.

¿Cuál es el sentido entonces de esta nota? Si no se trata de la gestión pasada de Antel, ni de Gonzalo Perera, ni de la evaluación de uno u otro, ni de responder al periodista Sergio Israel, cuya opinión la recibo con el mayor respeto… ¿Cuál es el punto?

Pues se trata de tomar el toro por las guampas sobre la consideración societaria de lo psiquiátrico y psicológico, problema serio y que debe tratarse claramente y en profundidad. Y si hay que tomar el toro por las guampas, hay que predicar con el ejemplo. Yo no soy especialista en el tema, pero trabajé al respecto en equipos multidisciplinarios. Vi los números, pero sobre todo vi rostros, vi familias y, lo que más me duele, vi muchos sufrimientos evitables. Y si además, mi nombre aparece en una nota de amplia difusión asociado a los ribetes psiquiátricos que pueden afectar hasta las gestiones gubernamentales, entiendo que mi deber ético es tomar yo mismo el toro por las guampas, en honor a tantos sufrires evitables que he conocido. Algunas veces, se comprende mejor algunos aspectos de la vida desde el barro que desde el pedestal.

Cuando uno pasa por un episodio muy desagradable en la vida, básicamente tiene dos caminos por delante. Uno es quedar anclado en el dolor y tratar de pasarle a otros culpas y responsabilidades, desesperadamente. La otra es asumir en silencio y reflexivamente qué errores cometió uno, dejar las responsabilidades ajenas al juicio de los demás y al del paso del tiempo. Concentrarse en aprender de los propios errores, errores y dolores, seguir adelante corrigiéndolos y poner la experiencia de «aprendizaje por el dolor» al servicio de los demás. Usar lo que se sufrió, directamente o a través de la exposición pública desencadenada, para ayudar a que otros no sufran otros traumas y dolores. Opté por el segundo camino, que no siempre es fácil, pero que creo el más sano y constructivo, tanto a nivel personal como comunitario.

Ese camino explica esta nota, escrita desde lo más profundo del alma. Ajena a todo intento de defensa o esgrima literaria, es un modesto intento de ayudar a sacar a la luz una parte importante de la tierra que barremos bajo la alfombra de la sociedad, tierra regada de dolores muy fuertes, silenciosos y evitables: nuestros temores, prejuicios y vergüenzas, elevados al nivel de un verdadero tema tabú, sobre la salud de la psique. El hombre es un ser integral, la salud es bienestar y plenitud, nada que prive de ello merece recelo o temor, sino atención y cuidado. Tenemos que cambiar el enfoque colectivo, el que expresamos en la calle, en el trabajo, en todos los ámbitos.

Y de eso se trata la educación: cambiar, crecer, derribar tabúes, edificar saberes y construir una conciencia social colectiva que facilite el acceso a la libertad, plenitud y felicidad.

Y si me apuran, ni más ni menos que de eso se trata la política.

|*| Analista y Matemático

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