CENTROAMÉRICA

Recrudece violencia en El Salvador; se registran más de 25 asesinatos diarios

El Gobierno salvadoreño achaca el auge de la violencia a las pandillas, pese a que ha habido un endurecimiento de la seguridad a nivel nacional.

Un camión militar custodia una parada de ómnibus, en la capital salvadoreña de San Salvador. Foto: Ejército de El Salvador
Un camión militar custodia una parada de ómnibus, en la capital salvadoreña de San Salvador. Foto: Ejército de El Salvador

El Salvador está viviendo un mal momento de violencia, tras aumentar a más de 25 el promedio diario de homicidios en el pequeño país centroamericano.

A pesar de que las medidas de seguridad por parte del Gobierno de Salvador Sánchez Cerén han sido endurecidas, los resultados han sido casi nulos. «Estamos registrando actualmente un incremento en los asesinatos, es una situación en la que estamos trabajando, hay operatividad de la Policía en el terreno para frenar esta situación y que tiene su explicación en los grupos criminales de las pandillas», dijo en conferencia de prensa el director de la Policía Nacional Civil, Howard Cotto.

Hasta ahora, entre 10 y 12 personas perdían la vida a manos del hampa en la nación de 6,3 millones de habitantes y 21.000 kilómetros cuadrados. Estas cifras eran más bajas que en años anteriores, pero desde el pasado 12 de octubre se volvieron a disparar. El día 14 se contabilizaron 24 muertes violentas, el día 15 fueron 29, el 16 fueron 23, el 17 se llegó a 24, similar al día 18.

Pandillas violentas

El Gobierno sostiene que la violencia es responsabilidad de luchas entre maras (nombre que reciben las pandillas centroamericanas), ya sea por temas territoriales, por rivalidades o por la venta y distribución de drogas.

Esto ha repercutido en que se intensifiquen los patrullajes en los pueblos y barrios de las zonas más pobres. Las pandillas, con el incremento de los homicidios, buscan hacer presión para que no continuemos con las medidas extraordinarias en seguridad, pero no vamos a ceder», remarcó Cotto.

Entres las víctimas mortales, en lo que va del año, han sido asesinados 38 policías y 20 efectivos militares. 

Muchos de los cabecillas de las maras controlan a sus grupos desde la cárcel. En los centros penitenciarios, las autoridades controlan con rigor el ingreso de personas, para tratar de evitar que se filtren teléfonos celulares, tablets o cualquier otro medio de comunicación que facilite la coacción entre líderes y secuaces.

El país tiene severos problemas de empleo, pobreza extrema, acceso a la educación y a la salud, lo que agrava las perspectivas para los niños y jóvenes, los principales reclutas de las maras para seguir agrandando sus filas.

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