"Cuando me gritan que vaya a lavar los platos, me mato de la risa"

Ana María Surra tiene cuarenta y ocho años y varias profesiones. Es asistente social, periodista deportiva, secretaria bilingüe, madre y hasta jueza de basquetbol. Mediante el arbitraje se mueve en un ambiente mayoritariamente varonil, condición que no le causa temor, al contrario se siente capaz de realizar cualquier actividad, ya sea masculina o femenina. No le hace caso a la discriminación e incluso llegó a pelearse a golpes con un entrenador que intentó subestimarla por ser mujer. Pero pelear no es su estilo, prefiere estar tranquila, contestar a las quejas y los insultos con buenos modales, dice que de ese modo desarrolla mejor su trabajo.

–Actualmente hay varias juezas de basquetbol; en el momento en que tu empezaste había sólo una, ¿cómo fueron los comienzos y por qué elegiste esta profesión?

–Empecé en el año 87, ni bien llegué de Europa. Me empleé en un club deportivo y como siempre jugué al basquetbol acá y en Francia me pidieron que aplicara el servicio social a través del deporte. Tenía que enseñar a jugar para nuclear a un grupo de mujeres y así poder trabajar socialmente. Justo en ese momento se abría el curso de juez y bueno, lo comencé y me encantó. A mí me gusta mucho este deporte y en la medida que el basquetbol femenino no está muy desarrollado, el hacer de juez me permite seguir dentro de este deporte.

–¿Cómo reaccionan los jugadores cuando se ven ar bitrados por una mujer?

–En Minis los niños tienen a la mamá, a la maestra, por lo que tener una jueza para ellos no es nada, me tratan igual. Después que me conocen, la relación es más familiar porque me reconocen a mí o a mis compañeras más fácilmente que a los hombres que son muchos. Luego suben de categoría junto conmigo.

–¿Alguna vez te sentiste discriminada?

–Hay gente que considera que por ser mujer me equivoco, cobro mal. A veces me gritan «Andá a lavar los platos» y me da risa porque a mí me gusta lavar los platos, ahora si me mandan a cocinar los mato porque esa tarea me desagrada; lavar los platos no es denigrante. Cuando es un hombre el que me lo dice, me mato de la risa porque lo que quiere decir es que ocupo un lugar que a él le molesta. Ahora si me lo grita una mujer me recalienta.

–Cuando estabas por ascender y arbitrar en Primera tuviste un incidente que te bajo de categoría, ¿qué fue lo que ocurrió?

–Yo estoy en Segunda categoría, pude ser la primera en llegar a Primera, pero en un partido un entrenador intentó agredirme. Se me vino arriba y yo le di dos trompazos y lo dejé en el suelo. Me sancionaron seis meses y eso me sacó puntos para el ascenso, bajé a Tercera y al año siguiente volví a subir de categoría.

–¿Te arrepentiste de esa reacción?

–No, nunca me arrepentí de lo que hice. Para el reglamento parece que hay que dejarse pegar, yo no lo permití. El me provocó por ser mujer. Luego de eso renunció y no dirigió nada más porque quedó pegado.

Para mí fue espectacular, ni yo me imaginé la fuerza que iba a tener. *

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