PROHIBIDO PARA NOSTALGICOS Segunda época

EL CASTILLO DEL BARRIO DE LOS POCITOS

Bautizó a su hijo en la iglesia de Nuestra Señora del Carmen, de 18 y Tacuarembó, un templo con referencias al iniciático Camino de Santiago. Muy joven se recibió de ingeniero y arquitecto. Compró unos terrenos en la zona de El Hotel de Los Pocitos que pertenecía a la Compañía de Tranvías Sociedad Comercial de Montevideo. En esos lotes estaba el llamado «espigón» o Punta Trouville y frente a la playa inicia las obras de su simbólico castillo. Había conocido al empresario y rematador Francisco Piria que fue su maestro en la ciencia de la Alquimia. La construcción siguió los dictados de esa antiquísima doctrina. Por los años 20, los vecinos del balneario de Los Pocitos llaman a esa extraña edificación «el castillo de la degollada». Pocos sabían el significado de esa réplica de la Victoria de Samotracia en el frente mirando a las incesantes olas.

La tradición del barrio cuenta historias de Pittamiglio conocido como persona acaudalada y con pasajes por la política. Con una capa roja cubría su silueta y daba largas caminatas nocturnas al salir de su mística residencia. Además de su selecto núcleo de amistades, tuvo un trato cordial con don Benigno Domínguez el propietario de la «Panadería y Confitería de Los Pocitos». Por el año 1930, ese esforzado trabajador panadero que era un inmigrante español pasaba con su carro de reparto del pan por los fondos del castillo. Cuentan que comentó a los sirvientes y fue escuchado por Pittamiglio que los escudos y toda la heráldica que adornaba esas paredes le recordaba las decoraciones de algunas pequeñas iglesias románicas de su Galicia natal. Ahí empezaron largas charlas entre el culto arquitecto Pittamiglio y el intuitivo panadero de la zona. Pittamiglio tenía fraternal admiración por el cubano José Martí de quien lee en voz alta sus poemas y logra que una calle de la barriada lleve su nombre. Es un asiduo visitante en la época que fue Ministro de Obras Públicas de la Villa de La Unión.

En ese barrio recuerda su humilde origen y muy solidario impulsa la construcción de casas accesibles para ser alquiladas por los vecinos más pobres de la Unión. En su vida privada visita seguido la Villa Colón donde residía su amigo el músico francés André Giot de Badet y por su intermedio conoce a Delmira Agustini y a «La Venus de Ebano» la espectacular Josephine Baker. Ella cuando venía a actuar a Montevideo se quedaba en la casa-quinta del carismático francés. Su castillo de Pocitos estaba en continua transformación ya que Humberto le agregaba piezas, ponía esculturas y hacía cambios. Levanta varias torrecillas y en una en especial coloca un escudo con una deidad muy agresiva para alejar a los curiosos. Escaleras sin barandas bajan y suben, pasillos misteriosos que desembocan en ambientes con el piso pintado como un damero. Habitaciones de techo octogonal según la tradición templaria y muchas puertas que no conducen a ningún sitio al lado de ventanas ciegas. Vitrales filtran la luz y escudos con leones y aves marinas. Se dice, que al igual que Piria más que morir «se esfumó». En el testamento deja la mayoría de su fortuna a obras filantrópicas y hay curiosas cláusulas que hablan de un hipotético «retorno». El castillo y su habitante aún mantienen intacto su arte de misterios antiguos.

Con más recuerdos y música los esperamos los domingos a las 18 horas en CX 40 Radio Fénix AM 1330. También en Internet: You Tube «Prohibido para Nostálgicos».

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