SARU. Una asociación civil realiza una encomiable labor en el medio rural

Apoyo integral a los niños y  jóvenes del interior profundo

Desde hace 54 años, el Servicio de Ayuda Rural del Uruguay ( S.A.R.U), promueve a los jóvenes rurales de escasos recursos.

Su misión es integrar a los jóvenes del campo al circuito de educación formal. Hoy son más de 500 niños y jóvenes que viven en el interior profundo del país, los beneficiados por su acción. Su inclusión y formación integral es una de las metas de esta asociación civil.

Una parrilla y un quiosco de comidas rápidas son las fuentes que S.A.R.U tiene en la Expo Prado para reunir fondos que se volcarán en la atención de los dos hogares con que cuenta en el Interior, uno en Guichón y otro en Carlos Reyles. Aparte de esto, apoya a decenas de jóvenes rurales a través de becas, pensionados, uniformes, textos, viáticos.

Beatriz Methol y Ana Fernández, presidente y vice presidente respectivamente de S.A.R.U, dijeron a LA REPUBLICA que la organización nació para dar «su apoyo pedagógico, psicológico y otros a la juventud rural y sus familias, para que los jóvenes puedan insertarse adecuadamente en el medio rural y no sientan la necesidad de emigrar a la ciudad en busca de trabajo».

Señalaron que la misión del Servicio de Ayuda Rural del Uruguay es «acercar a los jóvenes a los centros de educación formal: Liceo, Universidad del Trabajo, Escuelas Agrarias, Magisterio, Profesorado, talleres para discapacitados.

» Siempre apuntamos a los niños que están en las escuelas rurales, que están a varios kilómetros de los pueblos o ciudades que tienen liceo», expresaron. Dijeron que «todo se hace en el Interior. Lo único que hay en Montevideo es la Comisión de Ayuda, pero los beneficiarios están todos en el Interior. El servicio les proporciona el hospedaje para que los jóvenes puedan ir al liceo público de la zona»

 

Los hogares

El servicio de Ayuda Rural del Uruguay cuenta con dos hogares, uno en Guichón y otro en Carlos Reyles.

«En Guichón, aparte de contar con nuestro hogar, apoyamos una obra para discapacitados del centro «Valoremos la Vida». En Carlos Reyles funcionan varias cosas. Está el hogar y hay un Club de Niños, C.E.F.I, que funciona en dos turnos. Diríamos que prácticamente todos los niños de esa población concurren a ese club, en un hecho que nos ha llamado mucho la atención. Igualmente se colabora con un colegio de educación primaria en Villa del Carmen y con el Hogar San Francisco de Vergara».

 

Los olvidados

«A lo largo de los años las necesidades y las situaciones han ido cambiando», señalaron Methol y Fernández. «Hoy, por ejemplo, las intendencias tienen hogares, y la asociación recurre a ellos pagando becas en esos hogares. S.A.R.U se ha ido adaptando en estos 54 años a las necesidades. Pero las necesidades siguen siendo casi las mismas de hace 50 años, que es acercar a los niños de las escuelas rurales a las ciudades.

Por ejemplo, alguien que vive en Rincón de Ramírez y tiene que ir al liceo de Vergara, que son 55 kilómetros por caminos de tierra, donde no pasan ómnibus de línea. Esos niños no pueden llegar al liceo de Vergara. Llegan si pasa un camioneta de algún productor rural, que es la única forma de llegar a Vergara. O no pueden llegar porque llovió y el arroyo creció, o tienen que caminar muchos kilómetros para llegar a la parada de un ómnibus. O sea que el problema sigue existiendo ahora, como hace 50 años: no ha cambiado. La gente de Montevideo quizás no lo sepa, pero es real.

Methol y Fernández dijeron que la parrillada y el quiosco es la forma que tienen de recaudar dinero. No somos una ONG, no recibimos dinero del exterior, ni de ninguna institución. Trabajamos nosotros, esa es la diferencia con todos los otros grupos».

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