Uruguay. El 7% de quienes piden el análisis comprueba que la presunta filiación no es tal

El 25% de los padres tiene razón en dudar de su paternidad

El 25% de las pruebas de paternidad arrojan un resultado negativo: dan la razón a uno de cada cuatro hombres dudosos sobre la existencia de un lazo biológico con un menor.

Así lo reflejan los resultados de más de 200 análisis realizados por la empresa biotecnológica española Bionostra con el objetivo de confirmar las relaciones biológicas de progenitores e hijos. El motivo por el que más se solicita una prueba de paternidad es la desconfianza del hombre con su mujer.

La bióloga Ana Carmen Martín, que trabaja en esta compañía, afirma que «la alta incidencia» de casos en los que el padre resulta que no es tal se debe, entre otros motivos, al «aumento de la emigración que separa y distancia a las familias».

Otro factor que influye es la intensa vida laboral que llevamos: «Pasamos más tiempo en el trabajo que en casa, y esto tiene sus consecuencias».

El motivo por el que más se solicita a Bionostra una prueba de paternidad es «la desconfianza que sienten los hombres respecto a la fidelidad de sus mujeres».

Otra razón frecuente la constituye el pago de pensiones tras un proceso de divorcio, ya que «hay muchos casos en los que el padre quiere comprobar su paternidad antes de pagar una pensión al niño».

También son causas habituales las herencias o las reagrupaciones familiares de inmigrantes.

 

Facilidades modernas

Las dudas sobre la pareja están provocando un floreciente negocio en Internet, donde anuncios como estos proliferan: «Somos especialistas en ADN. Calidad y rapidez en menos de 72 horas», «En 3 días. Económico. Calidad Privacidad. Procedimiento sencillo» o «Especialistas en análisis de ADN. Máxima profesionalidad y seriedad».

Cualquiera puede lograr por Internet una prueba de paternidad sin moverse de casa y sin que el afectado se entere. Los laboratorios envían al domicilio del interesado un kit gratuito de toma de muestras y éste no tiene más que extraer el ADN de la mucosa bucal, la sangre u otros restos orgánicos.

Las pruebas son de lo más variopintas: desde un cabello hasta ropa sudada, chicles masticados, bastoncillos para rascar la saliva, gotas de sangre o de semen, calcetines, uñas, cera del oído, colillas de cigarro o hilo dental.

Las muestras se envían al laboratorio que determina la secuencia de ADN de una serie de marcadores. De la comparación de las secuencias de las muestras del niño y del presunto progenitor se concluye si es o no el padre biológico. Finalmente, los resultados se envían de manera confidencial unos días después al cliente que ha solicitado el servicio.

 

El caso uruguayo

Los estudios de paternidad por ADN comenzaron temprano en Uruguay en comparación con el resto de América Latina: 1991.

Del pequeño grupo de empresas reconocidas y equipadas para este tipo de análisis, una de ellas ganó el año pasado la licitación para compartir con el Organo de Bancos y Tejidos del Instituto Técnico Forense los casos derivados de litigios en el Poder Judicial. «Yo no le creo a esta mujer, ese niño no es mi hijo» es el tipo de frase que, pronunciada generalmente en un juicio por pensión alimentacia, deriva en la diligencia de determinación científica de la paternidad. Queda a criterio del juez la decisión de que el costo de la pericia, unos 15.000 pesos, corra por cuenta del erario, la Justicia, o del propio particular implicado, considerando su condición económica.

Cualquier particular puede también, por iniciativa propia, realizar el estudio en una clínica privada a ese mismo costo, o incluso inferior si prefiere la vía «hágalo usted mismo». En tal caso, el precio baja a $ 9.834, y el interesado deberá colectar las muestras suyas y de su presunto hijo mediante un kit apropiado que le provee la empresa. El kit consiste en unos cepillitos para practicar un «isopado bucal», es decir, recoger una muesra de mucosa superficial de la boca de los implicados. Diez días hábiles después, con el resultado en la mano, se le habrán acabado las dudas.

Las estadísticas uruguayas no difieren de las internacionales: 7% del universo total de «padres» no lo son en realidad. Y también en Uruguay, como dice el título, «el 25% de los padres tiene razón en dudar de su paternidad»: uno de cada cuatro estudios confirman que la presunta filiación no es real.

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