"LA RESPONSABILIDAD Y LA TRANQUILIDAD DE LA GENTE ERAN PARA ABRUMAR"

El día que Líber Seregni dirigió la evacuación de Paso de los Toros

En abril de 1959 el coronel Líber Seregni fue designado, bajo el mando del general Magnani a atender las crecientes de las aguas en Paso de los Toros. La represa del Rincón del Bonete peligraba. Un día partió de «campera corta, a la cintura, y pantalón», para inspeccionar la zona. «Volvía a los cuarenta días», dijo.

 

Fue en abril

«Fue un comienzo de otoño (abril) tremendamente llovedor. Empezaron las noticias de que había desbordes de ríos y de arroyos, y que había una situación que se iba poniendo, de más en más, crítica, para la represa del Rincón del Bonete».

 

Era un mar

«Fuimos en una avioneta. Primero hasta Paso de los Toros, el campito de aterrizaje de Paso de los Toros. Ya a la llegada era impresionante: era un mar, era un mar de agua todo, absolutamente desbordado todo, desde el Yi, desde el Yi hasta el Río Negro era agua, agua, agua, agua».

 

Como un temor

«Había circulado el rumor, como un temor, de que la estructura de la represa no soportaría esa presión del agua. Ya se había tejido todo eso y se había creado un estado de semipánico de que reventara la represa y las aguas barrieran con la población de Paso de los Toros».

 

La evacuación

«Había un temor de que eso podía pasar; incluso no estaba muy claro qué magnitud podía tener la ola y qué arrastre. Seguía creciendo el agua y la situación era insostenible. Ahí mismo se decidió plantear la evacuación de Paso de los Toros (…) Entonces, se consultó a Montevideo y se autorizó la evacuación».

 

Ni pájaro, ni nada

«Fue impresionante. Uno tomó conciencia de lo que era, lo que es la evacuación de una ciudad. Se daba un término perentorio de dos horas para concentrarse en la estación, con el reclamo, además, de que no llevaran más de una valijita de mano, que dejaran las casas como estaban, que no se podía llevar ni pájaro ni nada. Fue triste, penoso, trágico».

 

En la noche

«Hubo, en toda esa noche en que evacuamos todo, un solo accidente (…), el comportamiento de la gente en una instancia así, la responsabilidad y tranquilidad de la gente era para abrumar».

 

Los últimos

«También había que sacar los valores del Banco República, que se hizo durante la noche. Los últimos que quedaron fueron los telefonistas, el servicio de telefonistas se fue reduciendo y al final la parte de la usina, para dar energía. Un mínimo de personal».

 

En el prostíbulo

«Al otro día de mañana ­para comprobar que no hubiera quedado gente en el pueblo­ hicimos un rastrillaje. Hubo algunas cosas profundamente graciosas: en el bajo, en un prostíbulo, estaba el patrón con sus pupilas, que eran su gran capital…y no quería largarlas. Textual ¿eh?, textual. Ese fue un caso que resolvimos rápidamente por vía de la fuerza».

 

El alumbramiento

«El agua estaba arriba del puente ferroviario (…) Fuimos hasta la estación Chamberlain, que era la primera que quedaba hacia el norte (…). Se hizo un llamado a los médicos. Como a las tres de la mañana se presentó un estudiante de medicina que andaba de cacería. Porque los médicos no estaban, se habían ido; no quiero hacer una crítica demasiado severa pero…no había médico. En esa noche el primer problema: un parto. Apareció una comadrona, la cosa fue feliz: ya sobre la mañana del otro día se produjo el alumbramiento, sin problemas».

 

El comando

«El comando ­en un determinado momento­ llegó a alimentar a un poco más de 16 mil personas entre los evacuados, la gente de la zona y los que estaban en el operativo. Había que carnear, por un lado, luego distribuir los víveres. Requisamos la ciudad de Paso de los Toros: las barracas y los comercios, según actas de requisa que se hicieron, recuperando todo lo que había y que podía ser afectado por el agua».

 

No come

«Después movilizamos a la gente. Hicimos una movilización forzosa: ‘El que no trabaja, no come'; organizamos las cuadrillas de tareas, porque había mucho hombre en edad útil que estaba también evacuado».

 

No reventó

«Por supuesto cabe recordar que la represa no reventó. (…) Cuando bajan las aguas, viene la etapa de recuperación de Paso de los Toros (…). Primero había que llevar salubridad e higiene, desagitar todos los aljibes, cambiar todo, antes de habilitar la llegada de la gente. Se dividió el pueblo en porciones y se llamó por la prensa y las radios, a los pobladores para que fueran volviendo a los hogares. Fue dramático. La noche en que regresaron los primeros pobladores fue de los momentos más difíciles y tristes que pasé».

 

Empezó a llorar

«Era de tardecita, la gente iba a sus respectivas casas. Con el jeep acompañé a un muchacho que se había casado poco tiempo atrás. Su casa había sido tomada hasta el techo. Abrió la puerta de la calle ­la gente que no ha visto, que no sabe lo que es una inundación, no imagina cómo deja las cosas­: los muebles se habían descuajuaringado todos, entre medio de sábanas y frazadas, y todo impregnado de un fango que arrastran las aguas, con un olor bastante desagradable. El muchacho se paró en la puerta y empezó a llorar. Después me empezó a recriminar que no se le hubiera dejado sacar las cosas, que los muebles de su hogar los había puesto una semana antes de tener que irse».

 

La defensa nacional

«Para mí, fue la experiencia militar de más valor que tuve en la vida, en el sentido de ‘servir’ que corresponde a las Fuerzas Armadas, en el sentido de lo que es ‘defensa nacional’ (en este caso también defensa ante una situación de calamidad). Como experiencia humana, como experiencia de aplicación de conocimientos, de organización, fue el punto más alto de mi actividad». *

* Tomado del libro «Seregni», de Alvaro Barros-Lémez (el resumen es de Raúl Legnani).

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