GÉNERO

Mariela Mazzotti (INMUJERES): En el Parlamento, la representación política de las mujeres es “escandalosamente baja”

En entrevista con LA RED21, la directora de Instituto Nacional de las Mujeres (INMUJERES – MIDES), Mariela Mazzotti, afirmó que en Uruguay la inequidad en la distribución del poder afecta la calidad democrática. Reconoció que fue una “sorpresa” que CEPAL ubicara a Uruguay como país que lidera el ranking de violencia doméstica. Reflexionó acerca de que esta violencia tiene que ver con esa cultura de “invisibilizar” los conflictos.

Mariela Mazzotti.
Mariela Mazzotti.

En su definición que prefiere: violencia doméstica, de género o machista. ¿Cuál se ajusta más a la realidad uruguaya?

-La violencia de  género, explica de forma conceptual, de qué hablamos cuando hablamos de  violencia que se dirige a las mujeres de cualquier edad, clase social, lugar del país, estado de salud, y origen étnico – racial. Es decir, las mujeres por el hecho de ser mujeres, vivimos violencias de distintas dimensiones, que solo pueden ser explicadas porque hay una pauta social que define qué lugar tienen que ocupar las mujeres, y como son consideradas. La  identidad se construye en diferencia, oposición y subordinación a lo que serían las identidades masculinas, los roles hegemónicos de cómo ser varón, de cómo manejar el poder y de cómo se tienen que establecer los vínculos con las mujeres. Eso es violencia de género que se expresa de distintas maneras, que uno en términos rápidos y sencillos podría decir, sí es también violencia machista.

-Hay movimientos de mujeres que dicen que hoy se vive una “era posmachista” que quiere instalar que la “violencia es violencia” y que no existe una “violencia particular hacia las mujeres”. ¿Ud. qué piensa?

-Todo lo que sea violencia, la imposición del poder de uno sobre otros, cae sobre lo que nosotros llamamos “violación de los derechos humanos”, pero es muy importante conocer las causas de las violencias, y también conocer las manifestaciones para poder atacarlas. Sí nosotros estamos diciendo que educamos de forma diferente a las niñas y los niños y que aprenden de forma distinta a usar su cuerpo, a usar su fuerza, a resolver los conflictos, y las mujeres aprendemos a no enfrentar, a no utilizar la fuerza, a no tener una actitud “considerada” agresiva hacia los demás y los varones por el contrario, sí no son agresivos, sí no saben usar la fuerza, sí no saben imponerse, son considerados menos varones, esa es una violencia aprendida que luego se refleja en la calle, en los espacios públicos o en el deporte. Es una violencia aprendida, cuando en el trabajo ponen determinadas fotografías o hablan de determinada manera o invaden el espacio de las mujeres con connotaciones sexuales. Esta  violencia que tiene una raíz cultural, puede ser combatida sí combatimos estos estereotipos.

También la violencia de género se asocia con la violencia de “clase”.Podemos decir que hay una organización útil para el capitalismo, es útil que las mujeres aprendan que es importante hacer las cosas de la casa, eso sale plata pero sí lo hacen las mujeres es gratis, producen y reproducen la fuerza de trabajo y todas las “tareas invisibles de cuidados” que en el mercado tienen un valor y las mujeres las hacen gratis.

Lo mismo podemos decir de la violencia racial, generacional, se potencian y sus efectos son más graves, una mujer discapacitada, una mujer en el medio rural, la inequidad que viven las mujeres afro descendientes. Todas las violencias se potencian, pero para combatirlas hay que conocer las causas

-Hay expertos que señalan que aún hoy en las sociedades modernas “hay hombres que no aceptan que las mujeres no los necesitan” Agregan que “la igualdad es muy difícil de aceptar para el varón”. ¿Ud. coincide?

Mazzotti afirma que es positivo que se tipifique el femicidio como un delito grave aparte.
Mazzotti afirma que es conveniente que se tipifique el femicidio como un delito grave aparte.

-Hay hombres que han aprendido ese esquema tan tradicional, tan hegemónico de que el hombre se realiza sí tiene una mujer al lado que lo complementa y tiene ese rol de sustento de apoyo, de ser el “soporte material” de la relación. También hay hombres que no cumplen ese rol tradicional y no asumen sus responsabilidades paternales, ni siquiera desde el punto de vista económico. Hay una crisis del “modelo machista” de hombres que ni siquiera son los proveedores de sus hijos. Es muy preocupante como hay padres que se van separando de sus hijos. La irresponsabilidad respecto al cumplimiento de la pensión alimenticia es enorme, por lo tanto, ni siquiera cumplen con el “modelo machista”.

También hay hombres que se rebelaron a este  modelo y quieren construir relaciones de pareja, relaciones con las mujeres, en actitudes solidarias y comprometidas y que se suman a la lucha. He visto muchos varones jóvenes en las marchas contra la violencia de género, y esto es muy esperanzador.

-Hay hombres y mujeres que señalan que toda esta lucha de las mujeres contra la violencia de género, en el fondo es un movimiento “anti hombres”.

-Esto es un prejuicio instalado desde el siglo XIX con las primeras luchas, que catalogaban a las feministas como “anti hombres, lesbianas, histéricas, mujeres solas” y sí les preguntamos a las mujeres que luchan por la igualdad no solo están comprometidas en los derechos de las mujeres sino que militan y trabajan por el medio ambiente, los derechos de la infancia, y por los derechos de la igualdad racial. Los feminismos vienen combinados con otras luchas en el siglo XXI. Muchas de ellas son mujeres casadas, con hijos varones adoran a sus hijos, lo que sí no queremos son hombres machistas y autoritarios, queremos hombres compañeros de ruta y luchamos también para que admitan y asuman y se den permiso de ser hombres distintos y diversos.

-¿Le llama la atención que un país de las características de Uruguay, tenga niveles de violencia de género tan altos? Según CEPAL “Uruguay lidera en índice de muerte de mujeres por violencia doméstica”.

-Nos sorprende a todos los que estamos en políticas públicas, pero en definitiva tiene que ver con esa cultura de  invisibilizar los conflictos, pactar la moderación uruguaya, que tiene un rasgo muy conservador de los cambios lentos, de tratar de mantener el “status quo”. Todo esto tiene mucho que ver con la hegemonía patriarcal y la desigualdad de género. La violencia de género expresa la situación de desigualdad del poder. Uruguay lidera el ranking de violencia de género y también lidera un nivel “escandalosamente bajo” de representación política a nivel parlamentario. Estamos hablando de dos esferas del poder: una vinculada a las relaciones hombre – mujer y la otra es la esfera pública, a la expresión máxima del poder. Hay problemas de distribución del poder y esto afecta la calidad democrática.

-Desde el Instituto Nacional de las Mujeres (INMUJERES – MIDES) y el Consejo Consultivo de Lucha contra la Violencia Doméstica, se asesoró al Poder Ejecutivo en un proyecto de ley que prevé la figura del Feminicidio o Femicidio. ¿Cuál es la denominación correcta?

-Las dos son correctas. En documentos de organismos internacionales como CEPAL o Naciones Unidas, se escribe femicidio/feminicidio, lo que se quiere advertir con las dos categorías es la dimensión particular de quién tiene que asumir la responsabilidad de sus propios actos y la otra, la dimensión pública estatal, que es la responsabilidad del Estado que no puede estar  ausente ante los problemas de la violencia de género. Quién mata a una mujer por el hecho de ser mujer es un “femicida”. Este tipo de muerte tiene que estar expresado en el Código Penal y es esto lo que se mandó en diciembre pasado al Parlamento. El feminicidio es la dimensión de la responsabilidad estatal. Aquellos Estados ausentes sin políticas públicas, o políticas públicas muy mínimas, podríamos decir que están incurriendo en un “feminicidio”, un Estado que no garantiza el derecho de las mujeres de vivir una vida libre de violencia. Por lo tanto, son dos categorías necesarias para explicar un problema, una la responsabilidad individual que nunca puede dejar de ser vista, y otra la responsabilidad fundamental del Estado.

-¿Sirve aumentar las penas? ¿Habrá menos muertes por ello?

-El proyecto de ley que fue al Parlamento, lo que hace es distinguir dentro de los homicidios especialmente agravados, que están previstos en el Código Penal, adicionar un numeral que describe el femicidio. Es un paso muy importante que los jueces puedan distinguir esta figura particular de homicidios, porque asesinar a una mujer no es un homicidio cualquiera, es una mujer que perdió su vida, son hijos e hijas que perdieron a su madre, son hermanas, abuelas, y que mueren por el solo hecho de ser mujeres. La pregunta sí por ¿agravar las penas evitamos muertes de mujeres? Es un elemento más de actuación de la justicia, es un mensaje cultural que dice que el Uruguay señala que “dar muerte a una mujer” es un homicidio específico y agrega a una política integral. A la vez, nosotros estamos preparando una ley integral de lucha contra la violencia basada en género. Es un aporte, es un elemento que permite saber de qué se trata tanto a los agresores, a su barrio, a su propia familia y a la sociedad en su conjunto y es algo muy recomendado por la jurisprudencia internacional, poder visualizar este tipo de crímenes.

-¿Hay voluntad política para aprobar esta figura?

Nosotros asesoramos al Ejecutivo, ahora el proyecto está en la Comisión de Constitución y Códigos del Senado. A partir del 1° de marzo, empiezan a funcionar las comisiones parlamentarias. Nosotros estamos poniendo mucha energía en finalizar el proyecto de ley, para que también el Ejecutivo lo envíe al Parlamento. A partir de ahí, con esos dos proyectos, encaminaremos nuestra energías para trabajar en el Parlamento brindando todo el asesoramiento y el impulso para que esta ley salga lo antes posible.

-Respecto a la atención a las víctimas ¿cuál es el “derrotero” que tiene que seguir una mujer para recibir atención?

-Hay veces que las mujeres no saben porque les falta información, muchas otras veces tienen miedo y no se animan a plantear ni siquiera a una amiga o a un familiar, otras veces se quieren rebelar pero se sienten atrapadas desde el punto de vista emocional o económico. No olvidemos que muchas veces, se trata de su pareja donde hay relaciones afectivas y tomar conciencia que son situaciones que no se van a superar, les lleva tiempo. Hay mujeres víctimas de sus ex parejas es decir que ya cortaron el vínculo y que de todas formas, el hombre en esa concepción de posesión de la mujer, continua acechándola en grado de muerte.  Nos preocupa mucho. Tenemos un servicio de atención en cada departamento, creemos que es insuficiente y lo es porque la movilidad en los pequeños pueblos hacia las capitales departamentales o los centros poblados, a veces cuestan mucho. Sabemos que tenemos que seguir avanzando y estamos buscando facilitar la llegada de las mujeres a estos servicios. También como las instituciones insertas en el territorio trabajamos con ASSE para que los equipos de referencia de violencia que existen, logren detectar espacios de confianza para que las mujeres puedan pedir ayuda. Institucionalmente, hemos avanzado mucho porque tenemos los servicios de INMUJERES, tenemos a ASSE y las Unidades Especializadas de la Policía, que ya tienen inserción en todos los departamentos y ha hecho un gran esfuerzo de capacitación. ¿Es suficiente? creemos que todavía falta. Señalamos que de las muertes ocurridas en 2015, casi un 75% de esas mujeres, nunca habían pedido ayuda. La clave es que las mujeres se animen a hablar, a pedir ayuda y encuentren el apoyo de la amiga, la compañera, la hermana, para buscar la información por sí no la tienen. La información es sencilla de obtener. Sí no sabe dónde ir, es fácil averiguarlo.

-30 mujeres asesinadas en 2015

-¿Fueron 30 las mujeres asesinadas en 2015?

-Es el número que nosotros manejamos, estamos coordinando con el Ministerio del Interior para seguir afinando los números. El Ministerio del Interior (MI) habla de las muertes vinculadas a parejas y ex parejas, sin embargo, las muertes por violencia de género son más amplias, pueden darse no por pareja o ex pareja pero sí por razones de género. Trabajamos en una estadística única compartida, porque a INMUJERES le sirve saber no solo que pasó con esa mujer sino trabajar con la familia que queda.

-¿Hay atención para los victimarios?

-En este momento no. Cuando son femicidas, es decir homicidas, van a la cárcel, allí hacen rehabilitación en conjunto con los demás reclusos. No estamos trabajando con hombres femicidas, si con los hombres que tienen tobillera o medidas cautelares. Es muy difícil, las tobilleras se colocan cuando hay riesgo inminente de vida es decir que son hombres que según el juez, tienen una alta disposición a matar. Estas personas tienen mucha dificultad para asumir su responsabilidad, por eso el proceso es muy difícil. Lo que hacemos con los que tienen tobillera, es un proceso inicial de toma de conciencia y de aceptación de su responsabilidad y también es una forma de estar vinculado a él y por tanto los técnicos pueden percibir y evaluar el riesgo latente contra la mujer.

-¿Este año 2016 tiende a parecerse a lo que ocurrió en 2015?

-El 8 de marzo de 2015 ya había 10 mujeres asesinadas. Llegamos a pensar que estábamos ante una emergencia. Las cifras de este año son inferiores pero no quiere decir mucho. Nosotros estamos haciendo un esfuerzo enorme y queremos sumar a los medios de comunicación, que tienen un papel fundamental para que hombres y mujeres nos sintamos activos en esta lucha contra esta forma de violencia.

-Por estas horas, la Policía encontró sin vida los cuerpos de una mujer (21 años) y un hombre (41 años) en una casa en la zona de Punta Espinillo.

Junto a ellos, encontraron con vida a una niña de tres años. Todo indica que el hombre mató a la mujer y luego se suicidó. La niña es hija de  ella y presenció todo. Se sabe que la mujer y el hombre se habían denunciado mutuamente por violencia. ¿Qué se puede hacer en estos casos?

-En INMUJERES no nos había llegado está situación. Es algo a corregir, se nos tiene que informar, tanto la policía como la justicia. Es una impotencia. Desde las políticas públicas hacemos todos los esfuerzos, pero “corremos de atrás” frente a este tipo de situaciones donde hay acusaciones cruzadas, o mujeres que presentan la denuncia y luego la retiran. Es imposible pensar que vamos a tener 0 muerte de mujeres.

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