Daniel Greif aclaró que es falso decir que el agua está en malas condiciones, aunque el Estado invertirá U$S 60 millones para mejorarla

El Director de DINAGUA asegura que “en el país no todos los cursos de agua están con las mismas características, incluso cambian según la época del año”.

En el territorio ¿cuál es la responsabilidad de la Dirección Nacional de Agua (DINAGUA)  y como es la coordinación con OSE y la Dirección de Medio Ambiente (DINAMA)?

El Ministerio (MVOTMA) es el que tiene la responsabilidad de formular políticas para el uso del agua, y la formulación de política de agua potable y de saneamiento. La OSE opera los servicios y es el brazo ejecutor, pero las políticas las diseña el Ministerio. El otro actor es la Unidad Reguladora de Energía y Agua (URSEA) su responsabilidad es el control externo de la calidad del agua. Es la garantía adicional de la calidad del agua potable.

¿Cuál es el diagnóstico del estado de los ríos y del agua potable?

El esquema de un operador público que abarca todo el país, que concentra capacidades y que tiene esa posibilidad, le ha dado seguridad y garantía al tratamiento del agua. Junto con ello, tener a la URSEA como un organismo independiente que controla aporta un valor adicional. La empresa está obligada a ser más transparente y a estar auditada en esos procesos. Este es un tema de mucha sensibilidad en la población. Cualquier evento que ocurre se convierte en un fenómeno de atención. Podemos garantizar que estamos dando un servicio de agua potable en buenas condiciones y cumpliendo con las normativas vigentes, que además están actualizadas. Esta normativa incorpora los avances obtenidos. Estamos tranquilos que estamos usando las normativas más nuevas y las técnicas de detección acordes a dichas normativas. Dichas normativas han ido evolucionando y son cada vez más exigentes. El mejor resultado está indicado por los bajos índices de enfermedades por transmisión hídrica.

Sin embargo la población le perdió la confianza a la potabilidad del agua, por eso la compra envasada. ¿Ud. asegura que la gente no tiene motivos para desconfiar?

Hay un fenómeno de comunicación y de sensación. Una cosa es la calidad y otra cosa es la percepción. Tenemos un gran reto que es revertir el proceso, porque es falso que esté en malas condiciones. El agua está cada vez más  controlada, con normas y parámetros más exigentes. La información es cada vez más transparente. Estoy convencido que el cambio en la percepción de los ciudadanos, será producto de distintos elementos que son interesantes de analizar, el porqué de la desconfianza y en que está basada. Hay mucho marketing del mercado de las aguas envasadas, hay intereses que generan la demanda del agua envasada.

¿Cuándo el agua tiene mal sabor, la gente se queja y se preocupa. ¿Por qué ese mal sabor y esos problemas?

Las causas están claramente identificadas. Estos fenómenos son puntuales y generan una situación como la que ocurrió en 2013. En ese año yo estaba en la URSEA (unidad reguladora). Lo viví muy de cerca, y estaba vinculado al a potabilización del Río Santa Lucía y no fue riesgoso para la salud. Aparecieron “metabolitos” que le daban ese gusto al agua. Ese gusto lo generaban las bacterias, que se habían concentrado en el agua del Río Santa Lucía. Fue un evento de dos días y que obligó a un proceso de revisión. Ese evento fue la oportunidad de generar una mejora en el proceso.  Evolucionamos en la calidad del agua en base a ir mejorando los procesos. Este evento puntual evidencio algo que se venía arrastrando en la cuenca desde hace años. La intensificación del uso del agua y el suelo pero también de sequía y escurrimiento genero esta situación. Ese evento del mal olor, dio un aviso de que el tema de las aguas, había que tratarlo con mirada de largo plazo. El evento es producto del uso histórico que se le ha dado al suelo.

¿El mayor problema lo genera el sector agropecuario?

El problema es multifactorial. Uno de los fenómenos que impacta en ciertas cuencas, es el uso agrícola del suelo. Estamos atacando los múltiples factores que inciden. Corregir implica actuar en todo el territorio. En este proceso se fueron generando aliados, porque se entiende que para cada uno de los sectores está en juego su sustentabilidad.

¿A pesar de las inversiones y el trabajo realizado la contaminación del Río Santa Lucía no cedió?

Hay evidencias de mejoras. Lo que sucede es que el problema es estructural, está vinculado al uso del suelo y aunque se le hagan intervenciones no tiene efectos inmediatos. Cuando hablamos de estos fenómenos, tenemos que hablar de intervenciones integrales que tienen incidencia e impacto en el largo plazo. Son temas estructurales, por tanto, no los vamos a corregir de un día para el otro, además porque no se generaron de un día para el otro. Son procesos acumulativos, revertirlos llevará años. Hay otras medidas que sí estamos obligados a tomar y es que hay determinados fenómenos de los que tenemos que protegernos y reforzar nuestras capacidades para poder asegurarnos que la calidad (del agua) se mantenga. Esto lo venimos haciendo, en particular la OSE, que tiene la responsabilidad de dar esa seguridad y hacer el tratamiento de las aguas. Ese proceso lo está cumpliendo en su planta potabilizadora de Montevideo, en Punta del Este y distintas plantas, apuntando a reforzar los procesos para mantener las garantías. Se reforzó el control y la prevención y esa es la etapa en la que estamos.

¿La inversión es acorde al problema?

Sí, son inversiones importantes que se han priorizado y que implican un esfuerzo importante para el país. Es la prioridad que le ha dado el Presidente (Vázquez).

¿De cuánto dinero es la inversión?

Hablamos de 60 millones de dólares, hay una serie de inversiones que se harán en este  período.

Respecto a los ríos. ¿Cuál es la situación de la contaminación?

Tenemos la tarea compartida con DINAMA. El objetivo es tener una gestión integrada de los recursos hídricos. Hacemos campaña de monitoreo conjunto, analizando la cantidad y la calidad de los recursos hídricos. Hay que entender, que la calidad no es un atributo constante y fijo que se determina, se mantiene, y es irreversible. Depende de la época del año, del momento de lluvia, pero sin duda que hay fenómenos de calidad, que evidencian toda la actividad que se realiza alrededor de las cuencas hidrográficas que tiene el país. De cada curso de agua, la calidad depende de la actividad de la cuenca y no es homogénea y está dada por el uso y la época del año. Hay indicadores que evidencian, un uso del suelo más intensivo, que se refleja en los parámetros de calidad. No todas las situaciones son iguales. Un punto de atención tiene que ver con las Lagunas, por ejemplo  del Sauce, del Cisne y cada una tiene sus particularidades. Los puntos más sensibles y los fenómenos no se distribuyen en forma homogénea en el lago. No los podemos asociar a las condiciones del agua potable que luego distribuimos al país. No hay riesgos, el objetivo es la sustentabilidad. La preocupación por los cursos del agua tiene que ver con que las actividades sean sustentables. Por eso trabajamos sobre el control, y la limitación de los estándares de calidad de los cursos de agua.

Es una generalización decir que el Río Negro está contaminado, la Laguna del Sauce está contaminada, lo mismo ocurre en el Rio Uruguay, y en el Santa Lucía.

Todas las actividades generan algún tipo de impacto, decir que está contaminado o no es un tema de grados, cuan impactados están los cursos de agua. Nos basamos en la gestión sustentable para que los grados de afectación sean los aceptables, de acuerdo con las normativas. Tenemos los cursos de agua en condiciones, aunque hay lugares que tienen parámetros, en donde aparecen niveles por encima de lo permitido, no en todas las épocas. Estas situaciones puntuales, son las que nos alertan que hay que generar acciones para mantener un desarrollo sostenible. El caso concreto es el nivel de los nutrientes que podemos estar teniendo en algunos cauces de fósforo y nitrógeno que son los que terminan alimentando las algas y  las bacterias. Son uno de los indicadores donde tenemos más vigilancia.

Daniel Panario (Ingeniero Agrónomo Catedrático  Grado 5  de la Facultad de Ciencias) ha dicho que hace años que le advierten al gobierno de la situación de contaminación del agua y que fallan los controles del Estado.

Pongamos ejemplos, en la Laguna del Sauce tener algas y floraciones algales no son nada nuevo. La planta de tratamiento se construyó en la década de los 80. Ya en aquellos tiempos, se tenía previsto tener una planta de tratamiento para retener las algas de la Laguna. Uruguay no se empieza a preparar recién ahora, es un tema histórico, producto del ecosistema de la Laguna. En los últimos tiempos, se actúa en forma integrada, es un tema de percepción y esa forma de trabajo de manera integrada hace que el tema sea más visible. La opinión pública lo tomó y tenemos la sociedad informada e involucrada en los temas de la calidad del agua y la vigilancia y eso es muy bueno. Es una ventaja articular con todos los actores, para atacar el problema desde distintos frentes.

¿Se le puede mostrar a la gente resultados positivos, decir estábamos en este punto y ahora avanzamos hasta aquí?

En muchos casos se evidencian mejoras, incluso presentaremos los resultados de los últimos 10 años de monitoreo en Santa Lucía y se evidencian mejoras en varios parámetros. Son procesos que no se ven de un día para el otro y que seguirán llevándonos tiempo. Las acciones van en el sentido de disminuir los vertidos de nutrientes, la lógica de control se ha afinado más, consolidamos procesos, y también aprendimos. El proceso se verá lento pero tiene un ritmo que ha entrado en caja. El tema del agua está en la agenda porque el Estado ha tenido una política activa, ha dado participación a la sociedad civil y ha mejorado los procesos de gestión de los recursos hídricos, con comisiones de trabajo e involucramiento de la sociedad. Los medios también tomaron el tema, por tanto, son espacios donde también se articulan acciones.

¿Cómo recibió el informe de OPP que asegura que hay “signos claros de pérdida de calidad del agua”?

Es muy importante la cultura de seguimiento de los distintos campos del Estado, y está bien la mirada prospectiva y alertar de los temas que tenemos que prever para que el futuro y el largo plazo. El tema es que este tipo de informes, tiene el riesgo de caer en la generalización. A mi  “no me gustan las generalizaciones” porque son procesos complejos. En Uruguay  no todos los cursos de agua están en las mismas características, ni siquiera el mismo curso está igual en las distintas época del año. Lo que tenemos que rescatar, es la atención que le damos para construir la mirada de largo plazo por ser un tema definitorio a la hora de radicar inversiones.

Ud. dice que el informe contiene generalizaciones ¿Qué acciones se están tomando?

El monitoreo no es nuevo pero es una acción permanente, lo hacemos de forma integrada. La revisión de los usos del agua para las actividades productivas, que sean en consonancia con el modelo de desarrollo con las políticas de desarrollo agropecuario e industrial. Políticas de largo plazo que las vamos pautando, generando acciones dentro de un calendario, que tienen un punto base en la medición y tenemos otros instrumentos como la modelación, la regulación para ver cuáles son las formas de usar el agua en forma eficiente para los usos que pretendemos darle. Esto significa que sí hay que limitar usos para cuidar recursos, se tienen que limitar, como se está haciendo en la Cuenca del Santa Lucía donde definimos acciones que restringen uso del suelo y también más estrictos en torno a los cursos de agua. Estas son acciones concretas que llevan tiempo, pero que se están fiscalizando, se toman medidas para corregir. Las políticas de agua son acciones de todos los que actuamos en el territorio.