Iglesia Católica pide dialogar sobre el presupuesto educativo para evitar extremos que perjudiquen a todos

En momentos en que el gobierno discute el presupuesto quinquenal, uno de los temas que ha generado mayores controversias es la adjudicación de recursos para la enseñanza.

Los gremios de docentes han definido una serie de fuertes medidas de protestas que incluye la posibilidad de ir al a huelga.

A ello se han sumado voces desde el gobierno, que apuntan a la educación privada.

Días pasados la senadora del Movimiento de Participación Popular, Ivonne Passada, consideró, “totalmente injustas” las donaciones a los colegios gratuitos de gestión privada, porque aseguró que “superan a las donaciones destinadas a los liceos públicos”.

Alentar y promover

En tal sentido, Sturla expresó este domingo que no se deberían adoptar decisiones que lleven a “cortar las patas a los que hacen las cosas bien, sino alentarlos y promoverlos”.

Recordó que durante el primer gobierno de Tabaré Vázquez (2005-2010), se habilitaron las donaciones a los colegios gratuitos de gestión privada.

De todos modos, el prelado auguró acuerdos entre las partes y apeló a la “capacidad de diálogo sin llegar a medidas extremas”, sobre todo en materia educativa.

Por su parte el secretario personal del arzobispo, Pablo Coimbra, dijo días pasados que tales instituciones son un “modelo educativo  ante el cual el Estado se siente interpelado”.

Existen cuatro liceos públicos de gestión privada: Jubilar e Impulso (Casavalle), Providencia (Casabó) y Francisco (Paysandú). Todos se financian con el aporte de privados, que al hacerlo reciben exoneraciones tributarias. Tres de ellos son católicos (Jubilar, Providencia y Francisco), mientras que Impulso es laico.

Asimismo, en Montevideo hay 78 obras educativas sociales como Tacurú, una expresión de esto son los liceos gratuitos que lleva adelante la Iglesia.

Sturla participó este domingo de la Homilía por el sesquicentenario de la ordenación episcopal de monseñor Jacinto Vera.

“Hace 150 años el Uruguay vivía de guerra civil en guerra civil, nuestra Iglesia era pobre en recursos materiales y pastorales, pocos sacerdotes y una mínima presencia de la vida consagrada. La ignorancia religiosa campeaba, no había seminario, ni laicado organizado. En pocos años la tarea titánica del Siervo de Dios fue bendecida por el Señor con frutos abundantes”, expresó Sturla.