ENTREVISTAS INÉDITAS

José Mujica: «Soy de los hombres que creen que lo mejor siempre está por venir»

El presidente de la República, José Mujica, ha expresado que “es posible que el hombre tenga que dar media vuelta al hartazgo y tenga que revalorizar cosas a las que no se les da valor como por ejemplo: la vida y la libertad”.

 

“¡Ojalá podamos ser un poco más uruguayos y menos sectarios! ¡Ojalá pensemos menos en la nuestra y más en la de todos!”

Nunca antes la mirada del mundo estuvo tan enfocada hacia Uruguay como durante la presidencia de José Mujica. Una explicación de ello puede ser la aprobación de leyes revolucionarias como la legalización de la producción y comercialización del cannabis y la habilitación del matrimonio igualitario.

Pero sin duda ha sido la personalidad de Mujica y su austero estilo de vida, lo que deslumbró al mundo.

Fue propuesto como candidato a obtener el Premio Nobel de la Paz, sus discursos generaron atención en los principales foros internacionales, y los más prestigiosos medios masivos de comunicación le dedicaron extensos reportajes.

También se han realizado diversos documentales, quizás el más resonado ha sido el del prestigioso cineasta serbio Emir Kusturica.

Pero el mandatario también generó la atención mundial con la decisión de traer a Uruguay a ex reclusos de la cárcel de alta seguridad de los Estados Unidos en Guantánamo, Cuba, o refugiar a ciudadanos sirios, país que atraviesa un duro enfrentamiento bélico interno.

Es por ello que el jefe de Estado puede ser considerado como uno de los líderes políticos más importantes del primer cuarto de siglo, tanto de Uruguay como de la región.

Cuando el Papa Francisco recibió a Mujica en audiencia privada en el Palacio Apostólico del Vaticano, el 1º de junio de 2013, lo definió como “un hombre sabio”, según informó el portavoz de la Santa Sede, Federico Lombardi.

Sin duda son hechos que ya han comenzado a formar parte de la historiografía.

"Me preocupa mucho la alta política, que es una forma de relación humana con finalidades de mejorar al conjunto de la sociedad."
«Me preocupa mucho la alta política, que es una forma de relación humana con finalidades de mejorar al conjunto de la sociedad.»

Entre los años 2010 y 2012 hemos conversado con el presidente Mujica, con cierta periodicidad y en diferentes ámbitos. Las diversas entrevistas, realizadas en su mayoría vía telefónica, y en menor medida en la Torre Ejecutiva y en su chacra de Rincón del Cerro, fueron por temas coyunturales.

Sin embargo, en algunas de las charlas consultamos al jefe de Estado por su opinión y puntos de vista referidos a asuntos que escapaban a la cotidianidad y fugacidad del periodismo.

La siguiente es una recapitulación de las preguntas en las cuales el dignatario ofrece su reflexión sobre asuntos tales como el sentir nacional, la influencia de las nuevas herramientas de comunicación en las relaciones interpersonales, o su eterna lucha contra la sociedad de consumo, pero que no habían sido publicadas hasta hoy.

-Presidente, usted en más de una ocasión ha predicado con el ejemplo y el “Plan Juntos” es una muestra de ello y también un objetivo de su gobierno, pero ha obtenido poco resultado, porque no ha logrado captar la atención de otros jerarcas.

-¡Ah no! ¡Jerarcas no! Pero esto yo lo conozco desde que fundé el Fondo Raúl Sendic, tuve bajas por “meterle la mano en el bolsillo” a los diputados. Pero hay gestos solidarios que son importantes, por ejemplo los muchachos de la Federación de Estudiantes Universitarios (FEUU) o la gente del Sindicato de la Construcción (SUNCA).

La chacra de "Pepe" ha sido visitada por gran cantidad de periodistas de todo el mundo, a los que el mandatario les enseña su "Fusca", con todo orgullo. / Foto: Gonzalo Viera
La chacra de «Pepe» ha sido visitada por gran cantidad de periodistas de todo el mundo, a los que el mandatario les enseña su «Fusca», con todo orgullo. / Foto: Gonzalo Viera.

Un señor donó dos hectáreas y medias en La Teja para el Plan Juntos y hacer un barrio nuevo. Hay cosas que son muy interesantes.

Nosotros no hacemos obras para cortar cinta, porque no es un plan de vivienda, sino una lucha por rescatar gente que está en el fondo, y si no nos aseguramos que el Ministerio de Desarrollo Social se preocupe por saber si esas familias mandaron a los chiquilines a la escuela, entonces la casa no sirve. Porque en el pasado hubo planes de vivienda, pero después los beneficiarios terminaron vendiendo las puertas de las casas en la feria. Eso no lo queremos.

Más importante que el plan de vivienda, es darle a la gente una mano para rescatarla, y cuando no tenemos seguridad de hacer ese trabajo tampoco nos metemos porque es como manteca en el hocico de perro. Tenemos que acompañarlos con el esfuerzo social, ahora, tampoco vamos a cambiar el mundo.

En el fondo el Plan Juntos no es sólo por la gente, también es por nosotros, porque hay que comprometerse con la realidad.

Acá se usa mucho la palabra solidaridad, y la solidaridad sino me cuesta algo es pura bulla, me tiene que costar en el bolsillo, en horas de trabajo, o en algo que hago por los demás porque si no “bla, bla” y no pasa nada. La lengua es uno de los músculos más económicos que existen, porque casi no gasta energía

Lograremos lo que podamos, y a los que critican yo les digo: usted que lo critica, ¡hágalo mejor!

-¿Le preocupa la relación de la clase política con los ciudadanos, considera que cada vez están más alejados uno de otros?

-Me preocupa mucho la alta política, que es una forma de relación humana con finalidades de mejorar al conjunto de la sociedad. La cual debe hacer primar valores y sopesar los inevitables intereses que se enfrentan en una sociedad. Ello significa que tenemos que ponernos al servicio de la gente. Porque la finalidad de la política y los partidos de luchar por el gobierno, no puede ser una causa en sí misma sino un instrumento para servir a la suerte de la gente.

Hay que estar muy en guardia para que esta ecuación no vaya cambiando en la realidad, y el hecho de ocupar un cargo no termine siendo una causa en sí misma, cuando no es otra cosa que un medio. Si se pierde la perspectiva de que ese medio es servir, ayudar y representar a la  gente, podemos entonces terminar con una frustración para la sociedad.

"El acto de sentarse a la mesa familiar, hoy significa mirar al televisor y ni siquiera hablar esos minutos con el resto de la familia".
«El acto de sentarse a la mesa familiar, hoy significa mirar al televisor y ni siquiera hablar esos minutos con el resto de la familia».

.El interlocutor debe recibir un valor que lo haga pensar, lo cual no quiere decir que esté de acuerdo. Hay que tener el respeto y la seriedad de lo que se dice contribuye a motivar una reflexión. Ahora, si lo que se dice es una descarga de nuestro yo o de nuestro temperamento, y estamos improvisando sobre todo lo que está aconteciendo, entonces nos pareceremos más a un loro que repite sonidos, que a un conversador con “ese que llevamos adentro”.Dentro de ciertos límites puede estar bien y ayudar, pero cuando se transforma en un vicio puede cumplir el papel de sustituir que conversemos con nosotros mismos, es decir con “ese otro” que llevamos adentro y que es fundamental que intervenga, porque no se puede largar para afuera lo que no se lleva adentro. Y cuando lo que se larga es ruido, tendemos a sustituir la carencia de llevar cosas adentro.

Mujica afirma que su visión de la libertad humana se basa en poder dedicarle el mayor tiempo posible a aquellas cosas que más nos gustan y gratifican. / Foto: Vince Alongi
Mujica afirma que su visión de la libertad humana se basa en poder dedicarle el mayor tiempo posible a aquellas cosas que más nos gustan y gratifican. / Foto: Vince Alongi

La rumia antes de hablar y decir es un hecho fundamental que nos acerca a lo mejor de nosotros mismos.

Puede ser que yo sea un anticuado. Creo que los medios contemporáneos son maravillosos, pero maravillosa es la rueda y también nos puede matar. Es decir, que todo está en el grado en cómo lo utilicemos y que no sustituya otras cosas que tenemos que utilizar, la más importante: el arte de pensar, y de pensar con nosotros mismos, el arte de intercambiar, de estar abiertos para recibir la reflexión del otro. Pero a veces hay mucho aturdimiento, mucho Marcelo Tinelli y poco de rumia.

-¿Las nuevas tecnologías también influyen, por ejemplo, en las nuevas modalidades delictivas?

-Internet juega para todo. También se está agrandando el horizonte del mundo delictivo.

Vemos a veces a una juventud tan gil, tan salida del cascaroncito que se termina arruinando la vida por pavadas. Esa juventud necesitaría sentarse en un boliche con unos viejos para que les digan: “No seas belinún, tenés lo mejor de la vida que es la juventud y sos capaz, por un cañazo, de estar estropeando la aventura de jugar en la vida. Te crees que sos vivo y sos un terrible nabo, vas a ser una rata de cárcel”.

Esa conversación intergeneracional no existe, los viejos lo tendrían que decir. Vivo es el que le sale a las 8 horas y organiza su vida. Estas cosas no están planteadas y son elementales porque en la medida que pasan los años hay cosas que las damos por descontadas, pero no, siempre viene nueva gente y no se puede dar nada por descontado.

Me he dado cuenta que habrá muchachos que van a votar por primera vez y que no tienen idea de lo que fue la dictadura, habrá muchachos que no vieron en el gobierno otra cosa que el Frente Amplio y no tienen punto de comparación, y si no hablamos con esos muchachos difícilmente se hagan una idea.

Y en cuanto a la utilización de los foros de opinión de las páginas web por parte de la ciudadanía en general. ¿Considera que a veces se abusa de ciertas expresiones descalificativas hacia integrantes de los tres poderes del Estado?

-Hay una tendencia contemporánea a la bajeza y al uso de estos medios, que por un lado son maravillosos, y por otro se utilizan en forma lamentable. Tecnología no es equivalente a cultura ni valores, porque nunca los sustituirá. Internet no es malo ni bueno en sí mismo, es un vehículo, una herramienta, el problema es quién y cómo la utiliza. Hay una gran crisis de responsabilidad.

-¿Hay un déficit en cuanto a la formación en valores?

-Existe un creciente anti-valor donde al parecer el nudo económico, lo que se consume, ha pasado a ser la prioridad determinante en la vida de la gente, que termina enajenando su propia existencia por estas cuestiones. Esta situación tiene mil ramificaciones y es como una droga que circula libremente, frente a la cual no existe otro antídoto que el desarrollo de la conciencia.

"Lograremos lo que podamos, y a los que critican yo les digo: usted que lo critica, ¡hágalo mejor!" / Foto: Secretaría de Comunicación del Uruguay.
«Lograremos lo que podamos, y a los que critican yo les digo: usted que lo critica, ¡hágalo mejor!» / Foto: Secretaría de Comunicación del Uruguay.

Con frecuencia he escuchado la siguiente expresión: “No quiero que a mi hijo le falte lo que yo no tuve”. Es un argumento sólido y conmovedor. Sin embargo, tras la pasión de tener mayores recursos económicos se termina trabajando en dos o tres empleos, y el pobre chico podrá tener unas cuantas cosas materiales más, pero no tiene al padre o este se convierte en una simple visita.

El acto de sentarse a la mesa familiar, hoy significa mirar al televisor y ni siquiera hablar esos minutos con el resto de la familia, así han ido surgiendo una cantidad de procedimientos que ocupan nuestra vida que pueden tener que ver con cualquier cosa menos con la felicidad humana. Porque para vivir, si lo central es la vida, lo que es casi un milagro, también se precisa tiempo y dedicación para no malgastarla.

La política progresista o de izquierda hace rato que ha cometido el error de dejar por el camino el campo de la filosofía, mientras que un recetario económico viene a componer gran parte de nuestras cosas. Ello no quiere decir que la economía no tenga importancia, sino que si cada uno de nosotros analiza su vida y su historia, mil veces se encontrará con que la decisiones más importantes que tomó no tienen nada que ver con lo económico.

Por otro lado, en la actualidad se ha frivolizado toda la comunicación de masas, porque hoy el asunto es entretener o aturdir y queda por el camino el gusto por educar y formar. Hay un creciente decaimiento colectivo en materia de valores con los cuales manejamos nuestra vida y la de nuestra gente.

Es un tema capital que las fuerzas de izquierda no deberían dejar por el camino, porque al final el único antídoto que existe frente a muchos males que campean en la tierra refieren a la elección de lo que hacemos en nuestra vida, si está o no pertrechada, si tenemos temas tabú que no consideramos.

Si no se forma para autogobernarse, y si no se es capaz de atravesar la avenida llena de tráfico sin tener consecuencias negativas, parecería que el hombre va a estar perdido dentro de la multitud.

No basta con la educación formal, la cual es una parte, también está la educación colectiva que se da a través de todos los medios de comunicación que cada vez tienen más importancia.

Los medios son los que hoy participan más en la creación de la conciencia colectiva, pero están polarizados por las relaciones de presupuesto y otras yerbas, y tienden a retroalimentar ese fenómeno en lugar de enfrentarlo.

Por el hecho de comentar estas cosas no se arregla el mundo, pero es una manera de colocar el tema sobre la mesa, porque como no son de fácil solución, a veces más vale hacer como que no las vemos.

A mi juicio hay gente que nunca se ha puesto a discutir qué es la libertad humana. Yo la concibo como la forma de disponer de la mayor cantidad de tiempo posible para poder dedicarnos a aquellas cosas que más nos gustan y gratifican. Tratar de multiplicar menos lo material, porque de lo contrario no nos quedará tiempo para realizar esas pequeñas cosas para el mundo, pero que pueden ser grandes para mí, porque son mi libre elección. Eso es la libertad.

Pero buena parte de mis contemporáneos no se preguntan: ¿Qué es ser libres? Y yo la defino así: ser libres es tener tiempo para aquello que más nos gusta, pero el tiempo hay que ganárselo, hay que ser avaro y solo gastarlo en cosas que a uno lo motivan ahorrándolo en otras.

-Aquí ingresamos a su eterna lucha contra la sociedad de consumo. ¿Cómo será el hombre del futuro? ¿Nacerá de las “cenizas del consumismo”, como una vez usted lo dijo en un discurso?

-Es posible que el hombre tenga que dar media vuelta al hartazgo y tenga que revalorizar cosas a las que no se les da valor como por ejemplo: la vida y la libertad. Pero la libertad definida no con ese sentido grandilocuente de declaración de los derechos humanos que trajo la Revolución Francesa, sino la libertad bien concreta y específica. Es decir, que soy libre cuando con el tiempo de mi vida hago lo que quiero sin embromar a otro. Elegir lo que quiero hacer, porque mientras se está luchando por parar la olla ahí se tiene, en forma ineludible, un grado de sometimiento. Agrandar el margen es un horizonte. Ello significa tener más tiempo para vivir.

Cuando compro cualquier bien lo adquiero con el tiempo de mi vida que tuve que gastar para tener ese dinero. Esto quiere decir que estoy cambiando el tiempo de mi vida por poder adquisitivo. Creo que hay que ser machete con el tiempo de la vida, es demasiado valioso.

En el fondo, pienso en forma positiva sobre el hombre. Tendrá que reaccionar. Pero claro está, no creo que esto pueda ser consecuencia de la pobreza y mucho menos hija de la ignorancia o del embrutecimiento que se produce con frecuencia, ahí está el papel de la cultura para darle valor a ciertas cosas y una sociedad que tenga otro tranco. Algo de esto ya hay en el mundo, en las sociedades nórdicas se ve mucha gente que vive así. En la Toscana italiana sobreviven una cantidad de actividades industriales que resistieron a la Unión Soviética y a Benito Mussolini. En el país Vasco hay cosas que han resistido a Francisco Franco.

El hombre puede, yo le tengo confianza, pero va a costar.

 ¡Ojalá podamos ser un poco más uruguayos!

 -Durante su gobierno se realizó el lanzamiento oficial de la conmemoración del Bicentenario del Proceso de Emancipación del Uruguay.

-Se trata de un conjunto de fechas que se anudan con los sucesos históricos que, como proceso final, desembocaron en la construcción de ese “nosotros” que compone esta nación.

El concepto de “nosotros” no fue por decreto, sino un largo y doloroso proceso donde arrancamos siendo parte de los pueblos que componían el virreinato del Río de la Plata, y en ese transcurso celebramos una fecha muy ligada a Montevideo.

En aquella quinta, propiedad de Juana Suárez, que pasó a la historia como la “Quinta de la Paraguaya”, luego de una reunión, el conjunto de patriotas que abrazaban fervorosos la causa de la revolución, decidieron nombrar a José Gervasio Artigas como “Jefe de los Orientales”, una decisión política en un momento de enorme incertidumbre.

Las Fuerzas Armadas de la revolución habían sido derrotadas en Alto Perú y detenidas en Paraguay, la flota española cañoneaba Buenos Aires y  para colmo el imperio portugués, que desplegaba sus fuerzas en Melo, probablemente había arrasado dos millones de vacas y 700 mil caballos.

En ese marco se generó una negociación donde la Junta de Mayo de Buenos Aires nos colocó allí, las fuerzas estaban sitiando. Ante la alternativa de retirarse porque decidieron un armisticio, para unos eso era un impasse para otros una claudicación, se produciría un desasosiego y un temor gigantesco en esa parte del pueblo oriental que había abrazado la causa de la revolución.

Esa decisión que hoy recordamos constituye un prolegómeno del “Éxodo del Pueblo Oriental”, o de “La Redota”, que para muchos es un germen obligado, aunque no el único, de los que comenzarían a ir dibujando nuestra nacionalidad.

Parce elemental que cualquier nación mire y recuerde sus raíces, no por un acto de liturgia, sino por una necesidad de la conducta humana que para ir hacia el porvenir y a sus incertidumbres, mire hacia atrás buscando razones, causas y mística, porque todo ello compone la conducta de los pueblos y las sociedades.

Partimos del escenario de que no hay una fecha precisa que nos dé origen, sino un proceso elaborado de hechos, angustias, frustraciones y logros, que a la postre afirmarán el sentido de patria y de componer una comunidad.

A tanto tiempo de aquellos acontecimientos es muy bueno y necesario mirar nuestra propia historia y recuerdos para seguir mirando hacia adelante, encontrar raíces y razones y hacerlo en el concierto de los pueblos latinoamericanos que surgimos como pudimos, de la misma fragua y del mismo proceso.

Son días de recuerdo y goce estético, porque la patria se regodea. Es importante hacer las cosas mejor cada día, para que nuestros hijos y descendientes estén mejor que nosotros, que podamos superarnos a pesar de nuestras caídas, tropezones y angustias. Es bueno recordar el gigantesco sacrificio que hicieron aquellos que nos precedieron y nos han legado una memoria que nos enorgullece.

No seríamos nosotros sin ellos, y mucho de este nosotros tiene tácitamente una conexión con aquel ayer, que aparece en los mejores momentos de nuestra historia.

-¿En el marco de la vida del Uruguay independiente, qué hitos destacaría?

-Pienso que es una larga marcha por el progreso humano que como tal está llena de contradicciones.

Como hitos de la historia nacional, las decisiones del presidente Bernardo Berro cuando señaló: “Tenemos la Constitución, ahora hay que hacer el país”.

Una de las decisiones trascendentales de su gobierno (1860 y 1864) fue acordar, jurídicamente, la liberación de los esclavos y, hasta donde mi memoria me da, fue el primero que se acordó del peón rural y manifestó preocupaciones por ello.

Después vinieron los tiempos del cerco, del alambrado; del ferrocarril que trajeron los ingleses y del cruzamiento del ganado Hereford.

Asimismo, la costosa civilidad de muchos encuentros dolorosos, y la fundación de pretendidos nuevos partidos políticos que se llamaron: Partido Nacional, que era una conjunción de viejos doctores blancos, y  Partido Colorado contra los caudillos populistas.

También las dolorosas gestas del caudillo rural blanco, Aparicio Saravia, por tratar de conseguir algo por lo cual todavía hoy luchan los pueblos en el mundo, es decir, elecciones más o menos limpias.

La eliminación, al final con una modificación constitucional, del voto sectario porque los pobres no podían votar y ni que hablar las mujeres, porque algunos “pro hombres” del país entendían que no era conveniente.

De esa forma, paso a paso, con idas y venidas, y con el nacimiento de las organizaciones sindicales de signo libertario, el país logró protagonismo por la Ley de ocho horas de trabajo.

Otros acontecimientos, la experiencia colegialista de los partidos, la crisis del año ‘30, el quiebre institucional que impuso la crisis, el advenimiento de una democracia un tanto liberal, y el largo proyecto del segundo batllismo, el de las industrias de sustitución y la masificación de la enseñanza en el país.

Asimismo, la “Suiza de América”  -como se denominó a Uruguay desde comienzos del siglo XX por haber consolidado su democracia y alcanzar altos niveles de bienestar-, dejó de ser Suiza para pasar a ser una República latinoamericana como las demás.

Pero luego sobrevinieron el estancamiento y la crisis a partir de la década del ‘70 y, de inmediato, la pérdida del poder adquisitivo de nuestra sociedad.

El golpe de Estado del 27 de junio de 1973, y la justicia con deuda, la justicia nunca alcanzada y las luchas contra la impunidad.

Las luchas de reorganización del movimiento obrero, como un nuevo sentido de la libertad y una revalorización de la democracia como instrumento.

A partir de entonces, comenzó a gestarse con mayor fortaleza el quiebre del bipartidismo por la aparición de una nueva tradición que tiene sus raíces muy atrás, pero que hacen al Uruguay de hoy, y esta lucha de ser, donde nos encuentra un 25 de agosto donde no estamos a la altura de lo que tenemos, porque todavía nos atomiza la cabeza un viejo discurso.

Lamento que se pongan palos en la rueda, desde todos los ángulos que puede haber, al país posible de desarrollo y en un momento en el que el mundo está lleno de incertidumbres económicas y donde a pesar de todos los pesares, más que nunca, el Uruguay se afirma en la región.

El afianzamiento del país no es como el viejo “Estado tapón”, sino como un “Estado puente” en la construcción de la integración latinoamericana que anda a los tumbos, pero que anda, y camina porque está buscando su horizonte.

Lamento que exista gente que cuenta vintenes y que sólo critica, porque le interesa su registradora, y sus razones tienen. Pero los pueblos se toman mucho tiempo para hacer sus transformaciones, más allá de las que soñamos los individuos. A pesar de ello, el país va andando,  y vale la pena vivir esta aventura con intensidad.

¡Ojalá podamos ser un poco más uruguayos y menos sectarios! ¡Ojalá pensemos menos en la nuestra y más en la de todos!

-Gracias Presiente por su tiempo. Ha sido muy amable, como siempre.

-Gracias. Adiós.

 

 

 

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