Un extraño cuento moral de banqueros, financieros y ciudadanos

Roma, junio – Es una gran lástima que junto a abrir las puertas a la ética, la justicia social y la paz, el Papa Francisco no ha dado indicios de actualizar también la teología tradicional. La tarea más urgente es poner al día los siete pecados capitales.

La actualización debe ser realizada en el ámbito de su impacto social y su perversidad. Por ejemplo  ¿Cómo es posible equiparar, la pereza y la gula con la avaricia?

En la película  Wall Street (1987), el inescrupuloso Gordon Gekko, un rico corredor de acciones  interpretado por Michael Douglas, dice que la avaricia y no la gula, mueve al hombre. Y es muy dudoso que todas las personas actualmente motivadas  por la codicia sean también víctimas de la gula, ya que en general estas están a dieta.

Según las Naciones Unidas, en todo el mundo hay más de 1.500 millones de personas obesas o con sobrepeso en comparación con los 842 millones que sufren de desnutrición. El problema es que las personas obesas o con sobrepeso generalmente no resultan de la sobrealimentación, sino de la promoción de comida chatarra por las grandes corporaciones (McDonald y similares), mientras los pobres son los más obesos debido a  que la comida basura es barata.

Por cierto,  la pereza no es una amenaza social, aunque la leyenda urbana dice que las personas son pobres porque no quieren trabajar.

Por lo tanto, vamos a concentrarnos en la codicia para ver por qué es el momento para una actualización.

Se ha llegado a un punto donde los predicadores de la ética son los banqueros centrales. Hablando la semana pasada en Londres, en la Conferencia sobre el Capitalismo Inclusivo, Christine Lagarde, Directora Gerente  del Fondo Monetario Internacional (FMI), dijo que «algunas firmas importantes incluso han incurrido en escándalos que violan las normas éticas más elementales.»

Mientras,   el Gobernador  Banco de Inglaterra Mark Carney, advierte que «la fe sin límites en los mercados financieros» antes de la crisis, el aumento de la desigualdad y las últimas «manifestaciones de corrupción» ,  han perjudicado al «capital social».

Esto debe haber caído bien en el país de eufemismo. Según Lagarde, en Estados Unidos, los grandes bancos están siendo subvencionados por un valor de 70.000 millones dólares y en la zona euro por  la suma de 300.000 millones de dólares. Y a pesar de esto, los reguladores de todo el mundo han impuesto tan solo 5.800 millones de dólares en multas por tratar de manipular las tasas de referencia del mercado.

Mark Carney dijo solemnemente la conferencia de Londres: «En última instancia… la integridad no se puede comprar ni regular. Incluso con el mejor marco posible de códigos, principios, esquemas de compensación y disciplina de mercado, los financistas siempre tienen que desafiarse a sí mismos  ante  las normas que defienden».

Pues  este es exactamente el problema. James Dimon,  gerente de JP Morgan, el banco más grande del mundo, que el año pasado aumentó su salario en 74 por ciento, considera las regulaciones «anti-estadounidenses». En 2013, este banco pagó 18.600 millones de dólares en multas. El Fiscal General de EE.UU., Eric Holder, acaba de golpear al Credit Suisse  con una multa de 2.600l millones de dólares por ayudar a  ciudadanos estadounidenses a evadir impuestos. En diciembre de 2013, la Comisión Europea impuso multas por un total de  1.040 millones de euros (1.420 millones de dólares) a los bancos Barclays, Deutsche Bank, RBS y Société Générale por haber manipulado la tasa de interés de referencia Euribor. Por tanto ¿Estamos pensando que se trata de algo  «anti-europeo»?

Vale la pena señalar que en esta orgía de multas, ninguno de esos banqueros responsables jamás fue a la cárcel. En cambio, como muestra el caso de James Dimon,  recibieron aumentos de sueldos. Los bancos son objetos inanimados, no pueden ir a la cárcel. El Departamento de Justicia de EE.UU. ha hecho todo lo posible para garantizar que los bancos no serán tratados como criminales porque los bancos no pueden ser puestos fuera del negocio. Estos son «los estándares que defienden».

Una nueva contribución a la teología ha sido revelada en la prueba de estrés: Reflexiones sobre la Crisis Financiera, un libro publicado recientemente por Timothy Geithner, presidente del  Banco de la Reserva Federal de Nueva York y  secretario del Tesoro de EE.UU. durante la crisis de 2007-2009. En un artículo en Financial Times del 28 de mayo pasado, Martin Wolf sostiene que  «el señor Geithner afirma no sólo que están seguros de que las crisis se repiten, sino  que los gobiernos deben reaccionar con una fuerza abrumadora … el gobierno debe endeudarse más, gastar más y exponer a los contribuyentes  a un mayor de riesgo a corto plazo – «incluso aunque parezca premiar la incompetencia y la corruptibilidad, aunque aliente percepciones de falta de auto-control, de dinero tirado por la ventana, de gran gobierno locamente rescatándolo todo'».

Pero  Geithner ofrece también una ley de las consecuencias no intencionadas.  Argumenta que en el más seguro y visible de los sistemas  financieros,  mayor será el peligro de que la fragilidad podrá surgir en un lugar menos visible, pero posiblemente aún más peligroso. Así que la nueva teología del sistema financiero es que,  debido a que es imposible que sea seguro , no se debe introducir reglamentos que según Geithner «a menudo son contraproducentes.»

Sin embargo, hasta 1999, cuando el entonces presidente de EE.UU., Bill Clinton (que culmina un proceso iniciado por Ronald Reagan) derogó la Ley Glass-Steagall que durante siete décadas separaba la banca comercial y la de inversión, no teníamos nada de lo que vemos hoy en día.

Los bancos de depósito se vieron obligados a recurrir a los fondos de los ciudadanos bajo estrictas regulaciones y el dinero que recaudan a través de los depósitos,  se utilizaban  para financiar el crecimiento comercial y el capital. Ahora, todo el dinero entra en la especulación, y como todo el mundo sabe, los bancos tienen poca paciencia con los pequeños inversores y los ciudadanos porque los lucros son mucho más pequeños que los de los diversos instrumentos de la especulación financiera. Si algo sale mal, los Estados están obligados a rescatar totalmente a los bancos.

¿A dónde conduce esta lógica? Obviamente a asumir muchos riesgos (mientras más altos, mejor retorno), ganando sueldos lo más altos posibles y sabiendo que la colectividad está ahí para sacarlos de aprietos cuando sea necesario. Es evidente que no podría existir esta lógica,  a no ser como una hija resplandeciente de la codicia.

Es un signo de los tiempos es que en su discurso en Londres, Lagarde recurrió al mismo lenguaje que Oxfam utilizó este año en el Foro Económico Mundial de Davos. Ella recordó a la audiencia que «las 85 personas más ricas del mundo, que podrían caber en un único apartamento duplex  de Londres, controlan una riqueza equivalente a la de la mitad más pobre de la población mundial, de 3.500 millones de personas.»

Sabemos por el economista francés Thomas Piketty, autor del best-seller Capital_in_the_Twenty-First_Century, que el aumento de esta concentración de capital es más rápida que la del crecimiento general, lo que es una manera de decir que estas 85 personas continuarán succionando dinero del mercado en general. Por lo tanto los ricos se hacen cada vez  más ricos mientras los pobres continúan empobreciendo.

En otras palabras, lo que estamos presenciando es una reducción progresiva de la clase media, mientras corremos en frente  hacia el pasado,  hasta  los tiempos de la reina Victoria, cuando un desconocido filósofo y economista alemán llamado Karl Marx, trabajaba en la Biblioteca Británica de Londres en su denuncia de la explotación, preparando su Manifiesto Comunista.

Esta tendencia se está verificando en todas partes y a todos los niveles. El aumento en las ventas de gigante minorista estadounidense  Wal-Mart redujo un crecimiento de 5 por ciento en 2012 a sólo 1.6 por ciento el año pasado.  Según el plan de pagos de Walmart, los aumentos salariales sólo serían aplicables tras un crecimiento de 2 por ciento. ¿Y qué inventaron sus brillantes contadores? : tomaron en cuenta solamente ciertos artículos, asegurándose llegar a una cifra de 2,02 por ciento de crecimiento, lo que permite William S. Simon, presidente y director ejecutivo de Walmart EE.UU. recibir un aumento salarial de 1 millón de dólares, llegando a un salario  de 13 millones de dólares. Mientras tanto, un empleado de tiempo completo promedio de Walmart gana 27.000 dólares anuales.

El salario promedio en uno de los 1.600 restaurantes de Chipotle Mexican Grill es de 21.000 dólares anuales. Por lo tanto, uno de los empleados con este salario tendría que trabajar durante más de mil años para igualar un año de salario de uno de los  copresidentes ejecutivos.

Por cierto, el Sr. Ellis ha recibido más de 145 millones de dólares en acciones de Chipotle desde 2011, y el Sr. Moran, al menos 104,5 millones.

Ahora, ¿es posible que sea la gula de los señores Ellis y Moran las que generan un mundo de desigualdades absurdas? Por cierto que no, pero sin duda  la avaricia sí que lo  hace.

Es hora de actualizar los siete pecados capitales, Papa Francisco …

 

Roberto Savio
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