Palabra ardiente

«Este Snowden, qué molestia»

Se ha convertido en un elemento que irrita las relaciones EE.UU.

Rusia. Washington sigue reclamando a Moscú la captura y entrega inmediata de Edward Snowden, todavía habitante del aeropuerto moscovita Sheremetyevo, quien ha solicitado formalmente asilo temporal a Rusia. No es apenas una demanda a las calladas que Obama ha formulado discretamente a Putin por teléfono: el subsecretario de prensa de la Casa Blanca, Jay Carney, vocero de los estados de ánimo presidenciales, advirtió que el hecho podría crear “problemas a largo plazo” con el Kremlin.

El miércoles pasado, Carney sugirió con deliberada vaguedad que Obama podría cancelar su entrevista cara a cara con Putin, solicitada por éste, y hasta, suspender su viaje a San Petersburgo donde a principios de septiembre tendrá lugar una reunión del G-20. Lo primero sería una bofetada personal y pública al mandatario ruso; lo último, un acto político de magnitud. Putin insiste en que el mandatario estadounidense pase por alto esta situación y ha reiterado que la cuestión del asilo temporal atañe a las autoridades de Migración. Pero el martes declaró a Snowden “un obsequio no bienvenido” de EE.UU. y subrayó que el whistleblower en inglés o soplón en castellano, lengua en la que suena despectivamente, no estaría anclado en Rusia si Washington no hubiera cancelado su pasaporte e impidiera que los países de la Unión Europea abrieran su espacio aéreo para un probable viaje a América latina (www.denverpost.com, 16-7-13).

Hay otras propuestas de acción. El senador republicano Lindsey Graham declaró que EE.UU. debería boicotear los Juegos Olímpicos de Invierno del año próximo que se realizarán en la ciudad rusa de Sochi: “Si le dan asilo a una persona que, a mi juicio, traicionó a EE.UU., el tema pasa a otro nivel” (//nbcpolitics.nbcnews.com, 15-7-13). Y eso que el senador “ama las Olimpíadas”.

Snowden se comprometió a no filtrar más documentos si el asilo ruso llega. En un e-mail que envió a uno de sus más prominentes defensores, el ex senador republicano Gordon J. Humphrey, Snowden señala que no ha hecho pública “ninguna información que dañaría a nuestro pueblo y no tengo la intención de hacerlo”. Y agrega: “Por otra parte, ningún servicio de inteligencia –ni siquiera uno nuestro– tiene la capacidad de vulnerar los secretos que sigo protegiendo. Aunque no se ha difundido en los medios, una de mis especialidades fue enseñar a nuestra gente del DIA (el organismo de inteligencia de Defensa) cómo impedir que esa información fuera vulnerable incluso para los ámbitos de contrainteligencia más peligrosos (por ejemplo, China). No se preocupe, no pueden obligarme a revelar esa información ni bajo tortura” (www.guardian.co.uk, 16-7-13).

El ex senador republicano, que ocupó su banca doce años y fue miembro del Comité de Relaciones Exteriores, el Comité de Servicios Armados y el Comité Jurídico de ese cuerpo legislativo, considera a Snowden “un whistleblower valiente por exponer lo que consideró una violación masiva de la Constitución de Estados Unidos”.

El tema Snowden es espinoso para los dos países. Putin desea el encuentro con Obama, es una oportunidad de fortalecer el comercio con EE.UU. y de afirmar su potestad ante las continuas manifestaciones en su contra de quienes exigen la liberación de los detenidos el año pasado por oponerse a su elección. El líder ruso dejó en claro que “las relaciones bilaterales, en mi opinión, son mucho más importantes que las reyertas por las actividades de los servicios secretos” (Reuters, 17-7-13).

Sería embarazoso para Putin que Obama suspendiera la reunión entre ambos, pero también sería para Obama un paso arriesgado, pues depende de la cooperación de Rusia en los problemas Siria, Irán y Corea del Norte. Obama también espera convencer a Putin de que reduzca 500 armas de su arsenal nuclear como parte de una iniciativa que propuso en Berlín (www.huffingtonpost.19-6-13).

Los expertos en temas internacionales se dividen en dos: los que aseguran que Putin entregará a Snowden y los que se muestran escépticos ante esa posibilidad. Para Moscú, hacerlo a cambio de algún favorcito estadounidense sería perder la cara y reconocer implícitamente que se doblega ante la superpotencia mundial. Por ese camino van los dichos de Putin. Andrew Weiss, ex experto en Rusia de la Casa Blanca con Clinton, opina que “la idea de que podemos negociar con las autoridades rusas una posible salida (de Snowden) de su territorio parece improbable. Aunque el gobierno ruso comprueba que tiene una papa caliente en las manos, preocupa a Putin –un ex agente de inteligencia– el precedente que sentará entregándolo a EE.UU.”.

En tanto, el profesor sueco Stefan Swallfors propuso a Snowden como candidato al Premio Nobel de la Paz 2013 por su “esfuerzo heroico de gran costo personal”. Esto, agregó, podría salvar al Premio “de la apresurada e indecorosa decisión de otorgárselo a Barack Obama en 2009”. ¿Sería así? PÁGINA/12

Juan Gelman
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