Ya no tan ilustrados

Casi cuatro de cada diez jóvenes uruguayos deja la Secundaria sin terminar

Foto: fmed.edu.uy

Mientras tanto la misma encuesta reveló que el 13% de los adultos mayores de 25 años en el país, no ha terminado el ciclo escolar.

Se trata de la primera evaluación técnica que el INE realiza acerca del abandono de la educación y sus causas principales.

En líneas generales la tercera parte de la población jóven –entre 12 y 29 años- del Uruguay ha abandonado los estudios. La peor situación está entre los varones, casi 4 cada 10 (39,8%), mientras las mujeres están en el 31,1%.

Lo peor es en los pueblos pequeños del interior

En el interior hay situaciones peores y mejores que en la capital. Las poblaciones con más de 5.000 habitantes, tienen índices de deserción menores que en Montevideo: 29,1% en esas localidad, 29,9% en la capital. Pero en las localidades con menos de 5.000 habitantes, el número de desertores alcanza al 40,6%.

Los peores índices de abandono en secundaria son en los departamentos de Flores y Maldonado.

En relación a su posición económica, el quintil de menores ingresos tiene un 45% de abandono, y entre los de ingresos más altos dejó de estudiar el 20,1%.

El 45% de los que abandonaron los estudios formales declaró que lo hizo por “desinterés” o porque le interesaba dedicarse “a otras cosas”. La segunda razón de abandono estudiantil fue el trabajo que alcanzó al 29% del total.

Entre la población de mayor edad, el dato que más destacó el INE es la cantidad de personas mayores de 25 años que no ha terminado la educación media: el 73,4% no terminó sus estudios secundarios.

Faltan las causas reales

Entre las causales de este agudo drama social -el alto índice de deserción estudiantil- el informe no registra el rubro «desidia, ineptitud y abuso» que abundan entre profesores, directores, administrativos, directores y jerarcas de la Educación Media. Quizás el INE no pueda medir esos indicadores, pero sí podría hacerlo cualquier buena investigación sociológica profesional. De allí podría surgir la «sorpresa», por ejemplo, de que el recurrente ausentismo inopinado de funcionarios, docentes y no, arruina la actitud y la voluntad de los estudiantes en los liceos públicos.

¿Saben o no saben los jerarcas de Secundaria que el primer asunto diario en la jornada de un estudiantes público es averiguar qué profesor viene o cuál falta hoy a dar su clase y, por lo tanto, qué materia tengo o no tengo hoy? Y mañana. Y pasado. Y todos los días, todo el año. Y ni siquiera lo saben el día antes, van al liceo y se enteran en el momento: «hoy falta el de historia y la de inglés». ¿Qué hacen entonces esas horas? Cualquier adolescente o joven tiene cosas más interesantes que hacer que prestarse a esa fantochada.  ¿De qué sirve entonces que los jerarcas de la Educación celebren, aunque sea verdad, que se aumente el gasto en tanto y más cuanto para la enseñanza, si esos recursos caen en tacho corroído?

Decir «desinterés» o «hacer otra cosa», como registra el informe del INE, es casi nada. Lo que importa es saber por qué se produce eso.

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