Protección animal

California se apresta a prohibición total del foie gras por la ceba forzada de los patos

González, el único productor de foie gras en California, afirma que activistas ignorantes e «intereses particulares» están sofocando injustamente el sustento con el que se gana la vida desde que partió de El Salvador en 1986.

«Siento que se ha cometido una gran injusticia. Prevalecieron las emociones y la intimidación sobre la razón y la ciencia. Pero es más grande que nosotros y tengo que obedecer», dijo a la AFP.

«Es una ofensa al trabajo honesto y no pierdo la esperanza de que gane la razón», agregó el hombre de 60 años, que está cerrando su negocio antes de que venza el plazo el 1 de julio.

González fundó Sonoma Artisan Foie Gras hace 26 años, tras dejar su hogar y pasar un año en la región de Perigord, en el suroeste de Francia, para aprender la elaboración artesanal del foie gras.

Su firma, en el bucólico poblado de Sonoma, a unas millas del valle vitivinícola de Napa, al norte de San Francisco, es una de las pocas productoras de foie gras en Estados Unidos.

Pero sus problemas comenzaron en 2003, cuando intrusos comenzaron a robar patos de la granja de la familia y vándalos atacaron a dos de sus socios en un restaurante en el centro de Sonoma, causando más de 50.000 dólares en daños.

Luego, en 2004, California aprobó una ley que prohíbe la producción y la venta del foie gras -paté de hígado graso, fabricado alimentando a la fuerza a patos y gansos-, aunque otorgó a los fabricantes un plazo de siete años para cerrar sus puertas.

El siguiente año fue el de más producción para la firma, cuando procesó 80.000 patos en su granja cerca de Farmington, al este de San Francisco. Desde entonces, ha procesado un promedio de 50.000 patos al año.

González dijo que siempre esperó que California reconsiderara la prohibición. Sus esperanzas se vieron abrigadas en 2008, cuando Chicago derogó una prohibición aprobada en 2006.

Y a medida que se acerca el plazo, varios chefs de alta categoría en California redoblan esfuerzos para persuadir a los legisladores a que deroguen la medida.

La «Coalición para Estándares de Producción Humanos y Eticos» (CHEFS, por su sigla en inglés) celebró una serie de veladas abundantes en foie gras para recaudar dinero para la causa.

«Queremos opciones»

John Burton, el ex legislador californiano que diseñó la ley, desestimó estos llamados y comparó la tradición de foie gras con la tortura por ahogamiento y la mutilación genital femenina.

«Han tenido todo este tiempo para pensar en una forma más humana» de producir pasta de hígado, lamentó en abril en el diario San Francisco Chronicle.

«Me gustaría sentarlos a los 100 y hacerlos comer grasa de pato y de ganso, o mejor, avena seca, metiéndosela en la garganta una y otra y otra vez», agregó.

Al escuchar sobre la celebración de tales veladas de los integrantes de CHEFS, los defensores de los derechos de los animales reaccionaron rápidamente organizando protestas fuera de los restaurantes y cantando consignas como «Patos indefensos son alimentados a la fuerza, coman en otro lugar».

Pero Mark Berkner, propietario y chef de «Taste», en Plymouth, 40 minutos al este de Sacramento, dijo que los legisladores no deberían forzar a los consumidores de los restaurantes a compartir sus elecciones éticas.

«Queremos opciones», dijo a la AFP. «No queremos que se nos diga que no podemos servir pollo, no podemos servir carne de cerdo, no podemos servir carne de res».

En su granja ya vacía, González aseguró que los críticos del foie gras simplemente tienen ideas erróneas sobre el proceso de alimentación forzada, que consiste en introducir un embudo en las gargantas de las aves.

«El mayor problema es la falta de educación de la opinión pública», dijo.

El proceso puede dañar a los animales si se hace incorrectamente, pero es comparable con alimentar a un bebé con un biberón, afirmó.

«Hasta la madre de un bebé, si no tiene la habilidad de alimentar a su niño, puede hacerle daño. Es tan simple como eso».

La lucha por mantener vivo su negocio y defenderse de demandas le ha costado a González 1,6 millones de dólares en la última década.

Al reflexionar sobre su sueño americano, agregó: «Creo que lo que hicimos como inmigrantes es lo que se espera de cada inmigrante, que es trabajar duro, crear empleos, pagar los impuestos, incorporarnos a la sociedad y hacer un servicio público».

«Lo que estoy sintiendo en este momento es que eso está siendo arrancado a la fuerza de nosotros».

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